13 de junio de 2012

Semana de selectividad



Esta semana se celebran por toda España los exámenes de selectividad; con tan "tremendo" motivo los telediarios nos hablan de jornadas tensas y nos muestran a unos estudiantes con aspecto de no haber roto un plato y una juventud insultante haciendo una declaraciones de tono y contenido casi equivalentes a las que podrían hacer quienes se van de guerrillas o a una operación a vida o muerte. Al final suelen aprobar casi todos, y esta primera experiencia académica en solitario y ante un tribunal más exigente y lejano que el habitual suele quedar en una faena más bien de rutina, sin lucimientos, pero también sin revolcones, por más que siempre habrá un mínimo tanto por ciento de disgustos, de los que también se aprende y que suelen tener solución un par de meses después.

La selectividad me devuelve al año 1975, cuando recién terminado COU fui la primera promoción que se enfrentó con semejante prueba; hecho un pipiolo comparecía un caluroso día de junio en el edificio "Interfacultades" del Campus de la Plaza San Francisco y me enfrenté a unas pruebas de matemática común, linguística, economía e historia, mientras al día siguiente tocaba resumir una conferencia y realizar un comentario de texto. Pienso que no estuve excesivamente brillante, pero al final la cosa salió bien y me convertí en universitario, algo que por entonces me parecía el acabose, aunque luego comprobara que no era para tanto. El recuerdo del acontecimiento me mueve a mirar con ternura a los estudiantes que ahora se enfrentan a una selectividad que si bien sigue siendo un coladero como aquella primera vez, tiene ahora esas exigencias de sacar determinadas notas para poder entrar en algunas carreras que la convierten en una prueba más agobiante de lo que parecía entonces.

De cualquier manera, tengo la impresión de que cuando se habla de la selectividad se utiliza en ocasiones un tono excesivamente exagerado, casi dramático; no creo que sea malo someter a quienes van a ser protagonistas del futuro de la nación a un test difícil, ponerles el listón medianamente alto. Es más, tengo la impresión de que cuando se piensa de una enseñanza de calidad, lo primero que debería tenerse en cuenta es aumentar el nivel de exigencia, que a la Universidad lleguen quienes están en condiciones de rendir adecuadamente, algo que no debería hacer sufrir a nadie.


12 comentarios:

dolega dijo...

Que razón tienes. Cuando oigo en los telediarios lo de la selectividad como si fuera el colmo de lo complicado y difícil y a los pocos días, cuando entrevistan al que ha sacado el número uno y dos (tooodos los años es lo mismo) y dicen que han aprobado el 80% me quedo con cara de.... ¿Y para esto tanto bombo?
No digo que no tenga que aprobar todo el que lo haga bién, pero no es una prueba que descomponga a nadie y si no ahí está los resultados.
Saludos

paterfamilias dijo...

Es una de esas noticias recurrentes (comparable al día del Sorteo de Navidad), aunque con tintes dramáticos, exagerado la mayoría de las veces.

Modestino dijo...

Tal vez protegemos demasiado a los jóvenes estudiantes y luego se descomponen a la primera dificultad o el primer tropezón.

Susana dijo...

Por lo que me han dicho la Pau de ahora no tiene ni de lejos la dificultad de nuestra Selectividad. El único problema es si necesitas una nota alta. Mi hija la ha hecho este año y parecía una tragedia griega. La verdad es que ahora de todo se hace un mundo. Un beso.

Modestino dijo...

Sí, Susana, :) ... Tragedias griegas las tenemos a todas horas.

Anónimo dijo...

Antes estudiabas lo que tocaba y después la selec. Ahora te preparan para ello - ¡lo importante es superar la prueba!- aunque sea a costa de haber aparcado muchos conocimientos diría que obligados.

Otro asunto es el nivel de exigencia. Sí es cierto que la mayoría pasa. Pero es difícil una buena nota. Y de esa nota depende que puedas estudiar la carrera que eliges. Claro que me estoy refiriendo a la Universidad pública, la que está al alcance de la mayoría de los bolsillos.

Un saludo, Modestino:
Sunsi

tomae dijo...

Modestino, permíteme, dado el tema de hoy, que aproveche tu “plataforma” para agradecer en especial a mi Madre aquella dedicación que tuvo para con migo durante esas semanas de estudio de preparación a la selectividad… todo fue no solo un apoyo emocional sino que logístico para centrarme en los estudios, desayunos comidas cenas, alguna hierba de infusión para calmar los nervios e incluso algún que otro masaje…

…y Mamá: siento de veras no haberte ni siquiera llamado tras el primer día de las evaluaciones, tenías razón tú tan preocupada por cómo había ido todo y yo sin dar noticia alguna…

Jo! Modestino , es que con la “euforia” tras las primeras pruebas me fui a jugar a futbolín con los compañeros de clase y no tuve el acierto de comentarle como había ido todo

Marga dijo...

Aquí no tenemos eso. Pero a cambio, el que quiera ingresar a una universidad debe aprobar un examen.
Normalmante las universidades particulares (que hay miles desde muy buenas hasta muy malas) no ponen el "listón muy alto" como dicen ustedes.
Pero los que salen en las noticias suelen ser los que ingresan con puntajes altos a dos universidades especialmente tradicionales y buenas (y públicas) que lo ponen muy muy difícil porque lo que menos tienen son plazas. Esto es la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (la Facultad se llama "San Fernando") y el ingreso a la Universidad Nacional de Ingeniería.
Los demás, no somos brillantes. Eso me queda claro, porque yo no di entrevista alguna al ingresar y eso que solo entramos el 30%.

Driver dijo...

Tengo un recuerdo fatal de la Selectividad.
Nunca tomé pastillas para dejar de dormir, tan al uso en aquellos años con el fin de pegar un acelerón final.
Excepto los dos días anteriores a la prueba, que un conocido me convenció para tomar "un par de pastillitas para no dormir" y así repasar en las últimas horas.
Resultado:
1 Llegué hecho un trapo a la prueba.
2 Escribí más lento que una tortuga (los efectos secundarios son fatales).
3 Cuando acabamos fuimos a celebrarlo, y me quedé dormido en un bar.
4 Cuando mi padre se enteró, me pegó tal charla, que todavía me tiemblan las canillas cuando me acuerdo.
5 Saqué una nota baja, menos mal que en aquellas convocatorias te hacían la media con el BUP y el Cou, y me salvé.
6 Me pasé dos años intentando vengarme de ese conocido que tan bien me aconsejó, y al final lo único que conseguí fue jugar un partido de fútbol, donde le hice una entrada con los dos pies juntos, que casi me fusila el entrenador (y con razón).

En fin, que sólo pensábamos en las mujeres, en divertirnos y en ganar pasta fácil.

¡Dios mío, acabo de darme cuenta que no he avanzado nada en treinta años! ;)

Modestino dijo...

Tomae, estas cosas son propias de la edad juvenil, nos quitabamos un peso de encima, nos desahogabamos por ahí y no éramos conscientes de que había otros que también andaban agobiad@s por lo nuestro. Pronto te pasará a ti ... en el otro bando.

Modestino dijo...

No siempre el que entra "brillante" en la Universidad sale "brillante" y viceversa: hay gente que iba para number one y acaba pinchando y otros que sin llamar la atención van de menos a más.

Modestino dijo...

Yo no fui adicto a la centramina, aunque oía hablar mucho de ella.