Seguramente no nos pasa a todos, pero algunos nacimos como en una burbuja, mamando en los mundos de "yupi", estudiando en colegios enmoquetados y, muy especialmente, pensando que eso era lo normal, que todo aquél que te cruzabas por la calle también comía caliente, tenía la vida organizada e iba a Misa los domingos. Yo soy de los que andaban preocupados por los negritos de África y cuando las monjas del colegio al que acudí hasta los 6 años nos pedían el papel de plata de las tabletas de chocolate para ayudar a aquéllos, me parecía una manifestación de la sabiduría de la naturaleza el que a mí me gustara el chocolate y a los africanos el papel que lo envolvía. Con los años la vida te va enseñando y aprendes que no es de color de rosa, que para descubrir los dramas que provoca la pobreza no hay que cambiar de continente, pues te los encuentras a la vuelta de la esquina y que la trayectoria de cada cual no está marcada puntualmente de manera previa y convencional, sino que el mismo punto de partida puede conducir a situaciones bien distintas y hasta contradictorias. Yo soy de los primeros miembros de esa generación en la que unos cuantos se perdieron por el camino a base de adicciones de efectos entonces desconocidos, unas vidas malgastadas sin demasiada culpa y con excesivas ignorancias.
Nuestros padres lo pasaron mal, ellos supieron lo que es el la guerra, el hambre, el miedo y lo supieron porque lo sufrieron, tal vez por eso vivieron demasiado pendientes de que no nos ocurriera a nosotros, puede que en exceso y les hemos salido acomodados, ingenuos y cobardones ... imagino que unos más que otros. Mis años de estudiante siempre los recuerdo como tiempos de agobios e incertidumbres, pero a la vez siento una notoria añoranza por ellos, pues me consta que no deja de ser la mejor época de la vida, a la vez que, con la madurez, comprendes que los problemas de entonces no solían ser tales y lo que me parecía un mundo no era casi nunca trascendente. La vida te acaba enseñando que el camino ni es recto ni uniforme ni limpio de obstáculos, que nadie te recibe en ningún sitio con la guardia formada ni te extiende una alfombra roja por la que andar con frente alta y aires de superioridad, y cuanto antes lo aprendas mejor te irá.
Ahora andamos en época de crisis y nos enfrentamos a un panorama hasta ahora desconocido para muchos; hay quien nos ha vendido unos años 60 y 70 llenos de oscurantismo y en los que unos pocos vivían bien y la mayoría lo pasaba mal: no es el mundo que yo he conocido, y aunque admito cierta falta de contacto con el mundo real durante mi infancia, más bien pienso que fueron épocas de crecimiento y de arraigo de la clase media. De la transición hasta ahora todo han sido, como dicen los catalanes, "flors i violas", pero de pronto se nos ha desmontado -siguiendo con los dichos del "Principat"- la "paradeta" y lo que hasta ahora valía, comenzamos a plantearnos que no sirve y, sobre todo, nos cuesta asumir que hay que empezar a renunciar a lujos, hábitos y alguna que otra comodidad ... y es que nos hemos mimetizado en una sociedad que huye de lo que resulta doloroso.
"La salvación de nuestro mundo se encuentra en el corazón de las personas, en su humildad, responsabilidad y capacidad de reflexión". Vaclav Havel
18 de junio de 2012
No caminamos por una alfombra
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
16 comentarios:
Creo que hay un exceso de conmiseración hoy en día. Parece mentira que nos quejemos tanto cuando seguimos siendo uno de los pocos países afortunados del mundo. Otros están mucho peor y además nunca han conocido épocas mejores. Tal vez ahí esté la diferencia. un beso.
Evidentemente, en Bolivia. Burkina Faso o Camboya estarían encantados con nuestra situación.
Pero no solo en esos paises...
Toda mi infancia estuvo marcada por el trabajo igual que mis años de estudiante. Compaginar trabajar con todo lo demás me enfrentaba a la realidad de que la mayor parte de las personas que conocía de mi edad no habían trabajado nunca. El principal motivo de estudiar era salir de esa forma de vida.
El mayor contraste lo encontré después mientras estudiaba en la universidad y me di cuenta de que yo con 8 o 9 años estaba harta de deslomarme al sol, y escuchaba quejas de quien trabajaba a la sombra con aire acondicionado .
Para poder valorar hay que ponerse en el lugar del otro; (saber lo que es tener hambre), saber lo que es trabajar hasta la extenuación o estando enfermo y que el día siguiente será igual, saber que se aprovechan de tu esfuerzo y tu necesidad.
Escucho las quejas y me parecen las de niños malcriados que no saben como viven los demás y solo se quejan de que su vida ha ido a peor sin plantearse hasta que punto son responsables ni ese “peor” exactamente que es.
Me ha sorprendido mucho este post. La semana pasada hablaba con mis amigos del tema de la "burbuja". Especialmente en el tema de valores. Y ahora, en la universidad, cuando alguien se queja porque nos mandan leer un libro, no deja de sorprender a los profesores. Es la ley del mínimo esfuerzo. Todo nos ha sido dado y parece como si no pudieras exigir de repente algo a alguien que no ha hecho nada en toda su vida. En este momento, para un joven de mi "burbuja", su mayor preocupación es "qué máster estudiaré después de la carrera" y que no se le vaya el Internet. Es una pena, parece como si todo ayudara más al país a ser así.
Espero que te haya sorprendido para bien ... :), muy significativo lo que cuentas.
Veronicia, yo trabajé 15 años sin aire acondicionado, 13 sin Internet ... Y al final conviertes en necesario lo que no lo es.
Preciosa y realista entrada.
Es terrible a qué punto de despreocupación y vanalización de la vida hemos llegado. Gritamos y protestamos enérgicamente porque no se nos quiten cosas que otras gentes dirían que qué diablos es eso.
Triste,nuy triste.
Saludos
No puede ser que andemos aplanados por la prima de riesgo....
Tu post me ha hecho recordar mi pasado.
Desde que recuerdo he trabajado como una mula; siendo estudiante de BUP, mis amigos y yo recogimos fruta y descargamos camiones.
Luego descubrí el chollo de dar clases particulares; se trabajaba menos y se cobraba más ¡benditas matemáticas que todos suspendían y yo conseguía clientes!
En la Universidad trabajaba por las tardes de delineante, y conseguí pagar el alquiler, ¡bendita tinta china que pagaba el piso de estudiantes!
Luego, cuando finalicé mis estudios, entré en una empresa constructora y era el que menos cobraba de todos, ¡pero benditas obras, que me enseñaban a trazar un futuro!
...
Ahora, sólo tengo claro que cuando mis hijas cumplan los 16 (edad legal para el curro), van a trabajar, sí o sí.
...
Todavía recuerdo cuando mi padre se arruinó y me dijo con 22 años:
"Chico, serás lo que quieras ser, mientras que tú te lo pagues".
No recuerdo esa frase con acritud, no con temor.
La recuerdo con la sensación de cuando en una carrera de relevos, te pasan la posta, y tú, más solo que sólo, arrancas a correr por el tartán.
Sabiendo que la libertad sólo se consigue después de sudar.
...
Ahora, con la crisis galopante, recuerdo al chaval currante que siempre he sido.
Y he decidido no pasar miedo.
Con 51, dos hijas y dos hipotecas, no sé cuál es mi futuro inmediato.
Lo único de lo que estoy seguro, que allá donde esté, no habrán alfombras rojas.
Ni miedo.
Es un lujo, el del miedo, que no me puedo permitir.
Me ha encantado tu reflexión; yo di clases particulares -no muchas- pero me hubiera venido muy bien el trabajo manual, poner ladrillos, recoger fruta ... hubiera madurado antes.
No te puedes ni imaginar la cantidad de padres de adolescentes que me piden que los ponga a trabajar de peones.
En los años ochenta se trataba sobre todo de padres de clase alta cuyos hijos se les habían torcido por exceso de mimos. Comprensible su petición. Simplemente no eran capaces de enderezarlos-
En los años noventa me empezaron a pedir trabajo para adolescentes, obreros de media y baja cualificación.
¿El motivo?, el mismo que los padres del grupo de los ochenta; sus hijos se les habían torcido.
No lo entedía, pero ellos me lo exolicaron de forma clara: "Mientras que yo me deslomo trabajando, la familia me lo ha malcriado". Triste y cierto.
Ahora me piden trabajo de cualquier tipo, universitarios, arquitectos, abogados y economistas.
Un desperdicio de currículum.
Grave, muy grave.
...
En la actualidad se habla mucho de conceptos económicos, de primas, curvas de crecimiento, regresiones lineales y demás zarandajas macro económicas.
Y yo me pregunto, ¿y el capital humano?
¿Cuando nos daremos cuenta que tanto las empresas, como la administración, como el Estado, dependemos todos de una buena gestión del capital más importante,
de aquel para el que no se han inventado ni repuestos ni soldaduras de emergencia.
El capital más valioso en el mundo occidental, es el capital humano.
Justo el que menos cuidamos.
...
Dale una tarea a un chico de 16, págasela de forma justa y motívale.
Entonces, y sólo entonces, serás un buen ciudadano, una persona de bien, un patriota y un buen gestor.
Capaz incluso de enarbolar la bandera de tu país.
Aunque no juegue tu selección.
...
...yo siempre fui chico de césped bien segado que no de alfombra roja.
Salud!
Pero hay que saber jugar también en los cutres campos de tierra de categoría regional ...
Hola, Modestino. Fantástica entrada. Creo que no es presuntuoso si digo que no caminé por ninguna alfombra. Ni antes ni ahora. Pero eso no es un mérito personal; se lo debo a mis padres. Esta forma de entender la vida, compaginando estudio y trabajo, nunca se lo podré agradecer suficiente. Cala. Y te la llevas como en una mochila. Y cuando formas una nueva familia comprendes que no es una carga sino un privilegio que tus hijos "repitan" la misma trayectoria.
Quería apuntar algo. Me parece que España es una amalgama de tercer mundo, segundo y primero. El problema radica en que los que viven instalados en el primer mundo no se quitan las gafas ni para dormir...
Un afectuoso saludo, jurisconsulto.
¡¡¡NO HAY DOS SIN TRES!!!
Muy bien eso de las gafas¡¡¡¡
Buenísima entrada. Ha pellizcado un poco mi burbuja, y espero que para bien...
Publicar un comentario