11 de junio de 2012

Cuando ruge la marabunta




"Seis días después del polémico veredicto de Mubarak, el ágora de Tahrir ha dictado su propia sentencia. Encaramada a una precaria tribuna, una singular corte popular ha condenado a la horca al dictador y "su banda" ante el júbilo de cientos de espectadores".

Tras la llamada "primavera árabe", un acontecimiento histórico que parecía llevar aires de libertad, ecos de rebelión y un oxigenante afán de buscar una sociedad más justa y equilibrada, no parece que en Egipto corran vientos de esperanza y equidad. El que durante treinta años fuera presidente del país Hosni Mubarak, una especie de faraón moderno, pasó de tener el poder más absoluto a caer en la más dramática de las desgracias, siendo encarcelado y sometido a un juicio que hace pocas semanas terminó con su condena a cadena perpetua. Las imágenes del viejo dictador enfermo y postrado ante el tribunal fueron estremecedoras y, sin tener demasiadas dudas de que Mubarak hizo méritos para acabar de esta manera, uno no podía dejar de sentir cierta lástima ante una persona derrotada y hundida.

La cadena perpetua es un fallo duro, tremendo; el ex mandatario quedará sometido a encarcelamiento hasta el final de sus días, y por mucho pasado glorioso que tenga no creo que las cárceles egipcias sean lugar grato para vivir, aunque que la salud del ilustre preso hace prever que no permanezca entre los vivos excesivo tiempo. Pero el pueblo no ha quedado satisfecho con una sentencia que considera escasa y no suficientemente ejemplarizadora; ni tengo datos suficientes ni me considero en condiciones de opinar sobre qué pena le correspondía a Mubarak, pero me rechina enormemente ese afán de venganza de los ciudadanos egipcios, esa especie de ansia de sangre y escarmiento que muchas veces da la impresión que tiene su origen más en el odio, la irracionalidad y el descontrol de la masa que en justos anhelos de justicia. Cuando escucho soflamas que invitan a al encono contra determinadas personas por razón de reales o presuntas infracciones cometidas, cuando la justicia se reclama desde la visceralidad y el deseo de venganza no puedo evitar entrar en cierto desánimo y me hace temer que el inicial sentimiento de indignación ante lo que es injusto y dañino pueda derivar en un descontrol y una violencia que nunca pueden ser buenas. Es verdad que es muy fácil hablar a tantos kilómetros de distancia, desde donde resulta difícil ponerse en la piel del pueblo egipcio, pero toda esta actual vindicación me descompone y mucho. Juan Pablo II lo dijo en el Mensaje para la Jornada Mundial por la Paz de 2002: "No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón", y en esto de perdonar creo que todos tenemos que aprender bastante.


10 comentarios:

Susana dijo...

Gracias por este texto. Yo también he pensado a veces que no es justo como las personas pasan de la adoración personal al odio. No sé hasta qué punto merece la cárcel Mubarak, pero lo cierto es que hace un año nadie lo cuestionaba. Esa justicia tan radical no me parece justa. Un beso.

Modestino dijo...

Me temo que Mubarak hizo bastantes cosas mal y que es lógico un juicio, lo que pasa es que cuando se exalta al pueblo es fácil llegar a la irracionalidad y convertir al pueblo en "chusma" ... por mucho que la codicia, la ambición, la venalidad de los gobernantes hagan hasta comprensible que se llegue a estos extremos.

dolega dijo...

No acabamos de entender que por mucha globalización que nos parezca que hay, las culturas van a diferentes velocidades.
Recuerdo que en una ocasión le preguntaron a Gabriel García Marquez, qué ocurría en Latinoamérica para que sus pueblos eligieran a gobernantes corruptos, sus pueblos creyeran consignas tan populistas etc. y él contestó:
Lo que Europa no entiende es que Latinoamérica esta viviendo su Edad Media. Yo estoy de acuerdo en él. Desde nuestras mentalidades no entendemos las reacciones de pueblos, que aunque tengan smartphones y un 0.1% de la población Twittee están muy lejos todavía de nuestros parámetros mentales.
Un saludo

Modestino dijo...

Es una buena explicación, aunque la marabunta cuando pierde la razón también ruge y desvaría en occidente.

veronicia dijo...

Por el final que han tenido Sadam Husein, o Gadafi, era algo de prever. Que trabajo puede buscar un dictador en paro... supongo que usuario de prisiones o reo de muerte... visto lo que le pasó a Pinochet cualquiera se arriesga deben pensar...

(Yo no estoy de acuerdo en absoluto con que Colombia y el resto de sudamerica este pasando por la Edad Media )

Modestino dijo...

No discuto que el final de un dictador suela ser tan drástico, lo que me llama la atención, lo que me preocupa son los peligros de la masa descontrolada, algo que intuyo va a crecer en muchos sitios.

paterfamilias dijo...

Pues cuando he visto la foto pensaba que era el tal Fabra de Castellón ;-)

Modestino dijo...

Otro "punto filipino" ;)

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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