Hoy tocaba comida de trabajo y en ella he escuchado una metáfora que me ha hecho gracia, me ha parecido cuando menos sugestiva. Quien la hacía comparaba la fe con una lata de melocotón; uno la tiene en su alacena y si algún familiar o invitado le pregunta si puede comer melocotón responde automáticamente de modo afirmativo, aunque lo que haya comprado es una lata en la que ha comprobado que se anuncia que el interior contiene el producto y no haya visto todavía el interior de dicho recipiente: aseguras que tienes melocotón aunque solamente tienes constancia de que en la despensa hay una o varias latas que te han vendido como contenedoras de la fruta en cuestión. Eso sí, no tienes ninguna duda de que posees lo que te piden, aunque si alguien "hurga" o tú mismo le das vueltas al coco pueda hacerte entrar en la duda. La seguridad dependerá de muchas cosas: confianza, intuición, indicios ...
Evidentemente, estarás más seguro de la fidelidad entre el tenor de la etiqueta y el contenido en la medida de que tengas confianza en quien te ha vendido la lata; uno en la tienda pide un producto y confiará más en que no le dan gato por liebre si conoce al vendedor, si es cliente habitual, si le consta que aquél es persona de fiar, si su prestigio comercial es importante. Con frecuencia uno recibe la fe por educación, porque así se lo enseñaron sus padres y, frecuentemente, ésto suele ser una razón de peso y aunque conforme creces y comienzas a pensar por tí mismo le das más vueltas a las cosas, esa fe queda dentro con mayor o menor fuerza. De cualquier manera puede ser la confianza en terceros parte de lo que sustenta la fe propia.
Claro, que muchas veces la propia lata te ofrece signos de que efectivamente dentro hay melocotones, y no sólo porque así lo dice, sino por el prestigio de la marca, por el aroma que trae de la tienda, por el sonido que produce cuando se agita; de la misma manera uno encuentra en el mundo manifestaciones, por ejemplo de la existencia de un Dios creador, como puede ser la belleza de un paisaje de montaña, la inmensidad del océano, la belleza de las flores, la coherencia de la vida de los animales o la bondad de algunas personas. También esto es fe, uno piensa que hay melocotón porque tiene alguna pista.
Y ese convencimiento de que hay melocotón puede venir también de la experiencia, de otras ocasiones en que una lata similar, tal vez incluso de la misma marca, contenía realmente tal vianda, porque no es la primera vez que se compra o porque uno lo ha visto en casa de un amigo o en un restaurante. Y es que las propias experiencias también pueden reforzar nuestro propio convencimiento sobre la existencia de Dios, la meditación silenciosa y serena en el interior de una Catedral, el sentir medio místico al que te puede acercar el arte, determinada música o poesía, un favor determinado en un momento difícil, ...
Pero también hay ocasiones en que al abrir la lata el contenido está podrido, pasado, rancio ... uno ve decepcionadas sus expectativas y aparece entonces el momento de la duda, de la reflexión negativa, del oscurecimiento interior ... e imagino que se trata de dar a la experiencia su verdadera dimensión, de comprobar que no todas las latas salen mal, ni todos los vendedores son tramposos o chapuceros. Y pienso que no compensa decidir no tener más latas en la nevera, porque a poco que uno piense comprobará que sigue habiendo razones para confiar, para deducir, para comprobar.
Evidentemente, estarás más seguro de la fidelidad entre el tenor de la etiqueta y el contenido en la medida de que tengas confianza en quien te ha vendido la lata; uno en la tienda pide un producto y confiará más en que no le dan gato por liebre si conoce al vendedor, si es cliente habitual, si le consta que aquél es persona de fiar, si su prestigio comercial es importante. Con frecuencia uno recibe la fe por educación, porque así se lo enseñaron sus padres y, frecuentemente, ésto suele ser una razón de peso y aunque conforme creces y comienzas a pensar por tí mismo le das más vueltas a las cosas, esa fe queda dentro con mayor o menor fuerza. De cualquier manera puede ser la confianza en terceros parte de lo que sustenta la fe propia.
Claro, que muchas veces la propia lata te ofrece signos de que efectivamente dentro hay melocotones, y no sólo porque así lo dice, sino por el prestigio de la marca, por el aroma que trae de la tienda, por el sonido que produce cuando se agita; de la misma manera uno encuentra en el mundo manifestaciones, por ejemplo de la existencia de un Dios creador, como puede ser la belleza de un paisaje de montaña, la inmensidad del océano, la belleza de las flores, la coherencia de la vida de los animales o la bondad de algunas personas. También esto es fe, uno piensa que hay melocotón porque tiene alguna pista.
Y ese convencimiento de que hay melocotón puede venir también de la experiencia, de otras ocasiones en que una lata similar, tal vez incluso de la misma marca, contenía realmente tal vianda, porque no es la primera vez que se compra o porque uno lo ha visto en casa de un amigo o en un restaurante. Y es que las propias experiencias también pueden reforzar nuestro propio convencimiento sobre la existencia de Dios, la meditación silenciosa y serena en el interior de una Catedral, el sentir medio místico al que te puede acercar el arte, determinada música o poesía, un favor determinado en un momento difícil, ...
Pero también hay ocasiones en que al abrir la lata el contenido está podrido, pasado, rancio ... uno ve decepcionadas sus expectativas y aparece entonces el momento de la duda, de la reflexión negativa, del oscurecimiento interior ... e imagino que se trata de dar a la experiencia su verdadera dimensión, de comprobar que no todas las latas salen mal, ni todos los vendedores son tramposos o chapuceros. Y pienso que no compensa decidir no tener más latas en la nevera, porque a poco que uno piense comprobará que sigue habiendo razones para confiar, para deducir, para comprobar.
10 comentarios:
Interesante simil. Cuando muchas veces has tenido que abrir esa lata, y has comprobado que hay melocotones tan dulces...aunque luego salga alguna que otra lata "podrida", ya nada te quita la certeza. Cuando tan sólo una vez se "toca" la fe...
Gracias, Modestino.
Cada uno habla de la fiesta según le va en ella, dicen ... pero ésto de la fe siempre va unido a asumir la cruz, cosa de la que habría que hablar otro día.
...también hay melocotones de esos en envase de cristal.
Y también se da el caso de que, una vez abierta la lata, resulta que está vacía.
Si sale vacía uno se agarra al recuerdo de las veces que salió llena.
A los niños cuandos nos esplican los conceptos complicados nos ponen ejemplos como el de la lata de melocotones...
Crecemos, nos hacemos mayores pero a veces nuestra fe(lo que tiene que ver con la iglesia uff que pereza se nos olvida... y desde el día de la confirmación al de la boda de unos amigos no nos ven más por misa) así que al final resulta tenemos que funcionar por la vida de adultos con las nociones del catecismo de la primera comunión...
Se puede decir con seriedad la fe como virtud teologal es una lata melocotones dependerá del auditorio...pues barbaridades mas grandes he escuchado sin sonrojo, pero claro pensandolo un poco se te quedan mirando como si los cristianos fueramos unos atontolinaos, y con razón.
la fe es una virtud que Dios infunde en nuestra alma en el bautismo y por ella creemos en Dios, ésto no es por mérito nuestro.
Así que nada de ir a comprar lata de melocoton o pasarse a la pera o a la ciruela...
y para saber más leer el catecismo; pero coste que con la compra del catecismo no vienen las virtudes de serie.
Un abrazo Modestino
Me viene a la cabeza un amigo que todo lo explica con símiles de fútbol... (así tenga poca idea del asunto a tratar)
Si le preguntaran que es la fe lo imagino diciendo "La fe es como ser del valencia...¿porqué uno es del valencia? blablabla
y me lo imagino conversando con el de la lata de melocotones...
Mi amigo-"Pues si los melocotones y el valencia son muy parecidos los dos son naranjas, los melocotones y el segundo equipaje del valencia, ves..."
Tu conocido-preparándose para ejercitar la paciencia que no es virtud teologal pero le iba a hacer falta
Resto de comensales- Ante la gran cantidad de información futbolero-culinario-religiosa que les va a llegar alucinando...
Un abrazo Modestino
Je¡¡¡ Fe es ser del Zaragoza, cada vez hay que tenr más, madre de Dios¡¡¡¡
Madreeee con la alegoría, Modestino. Perdón por el retraso. Supongo que en las latas , aunque sean de confianza y las hayas comprado en la tienda de toda la vida, se puede colar algún melocotón pocho. Igual el problema no es ni de la lata , ni del melocotón en sí mismo, ni del dueño de la fábrica. Cayó por error uno que estaba pasado de rosca porque deberían haberlo cogido antes del árbol. Es algo parecido a esa flor que te encuentras mientras caminas y, sin embargo, aún no ha llegado la primavera. Sabes que no es primavera porque el frío casca.
Un saludo, Modestino
Primavera ahora no es, desde luego.
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