11 de febrero de 2010

Cómicos españoles: la ventaja de una cara de chiste



España ha sido siempre país de grandes cómicos, tal vez porque siempre nos ha gustado buscar la risa del prójimo, o a lo mejor ha sido la necesidad de ahogar las penas con las sonrisas o, vete a saber, si la razón radica en que en determinados momentos la vía del humor ha sido el único atajo disponible para decir según que cosas. La cuestión es que entre los actores españoles siempre ha habido unos cuantos que nos han hecho pasar momentos de auténtico regocijo. No es que en otros lugares del planeta no los halla: en Estados Unidos nacieron Buster Keaton, Harold Lloyd, Stan Laurel, Oliver Hardy y Bob Hope, en Inglaterra el gran Charlie Chaplin, en Francia Fernandel y en Italia, Alberto Sordi, pero en nuestro país la lista es, desde luego larguísima.

Y puestos a pensar, que no es tarea desechable si se hace en dosis razonables, he caído en la cuenta de que nuestros cómicos más detacados, o al menos los que más me han llamado la atención, poseen como uno de sus caracteres comunes el tener cara de chiste: no se si porque es la suya de nacimiento o porque parte de su saber estar en escena tiene que ver con la habiilidad de poner en cada momento el gesto conveniente. Por ejemplo, el gran Pepe Isbert, a quien dediqué una entrada en exclusiva el pasado mes de mayo, era de una expresividad sobresaliente y ejercitaba unos gestos, unas miradas que te llevaban a la risa inmediatamente, aunque el cine que protagonizó Isbert tuviera mucho más de costumbrista que de cómico.

Si tuviera que elegir a un actor como el más repreentativo de la teoría que mantengo, pienso que optaría por Manolo Gómez Bur, un actor de los pies a la cabeza cuya aparición en escena, casi siempre cinematográfica, aportaba simpatía y, no se decirlo de otra manera, una "coña" espectacular. De un magnífico blog sobre actores y actrices titulado "Lady Filstrup " he sacado la siguiente definición de Gómez Bur que creo encaja maravillosamente en el personaje: "Su particular aportación al género cómico tal vez estribe en su capacidad para transmitir humanidad incluso a los personajes más deshumanizados. La más unidimensional caricatura (y, ciertamente, le tocó en suerte representar más de un rol de estas características) conseguía Gómez Bur dotarla de una calidad humana perceptible para el público. Cierta fragilidad, cierta delicadeza casi femenina mostrada en los ademanes de sus enclenques brazos o en el temblor de su insegura voz conseguía insuflar sentimientos y debilidades humanas al texto más romo y vulgar." . De Manolo Gómez Bur recuerdo muy especialmente "Tres de la cruz roja" (1961), de Fernando Palacios, que ví en el colegio de mi hermana y es un clásico del género, y también, entre muchas otras, "El grano de mostaza" (1962), de José Luis Sáenz de Heredia, "Las que tienen que servir" (1967), de José María Forque, compartiendo cartel con Conchita Velasco, Amparo Soler Leal, Laura Valenzuela, Alfredo Landa, José Sazatornil, Lina Morgan y Florinda Chico: todo un elenco¡ y "Las ibéricas F.C." (1971), de Pedro Massó. Manolo Gómez Bur, que era madrileño de pura cepa e interpretó en teatro a un inolvidable "Don Mendo", falleció en 1991 en Bailén a los 74 años víctima de un cáncer.

Y si hubo otro actor con posibilidades de rivalizar con el anterior, era aragonés y se llamaba Paco Martínez Soria; Martínez Soria era una de las habituales citas teatrales de las Fiestas del Pilar de Zaragoza y siempre se le ha encasillado en el papel de cazurro que representaba, por ejemplo, en "La ciudad no es para mí", (1965), de Pedro Lazaga, pero él era mucho más que eso: un actor con una soltura y un gracejo especial en el que esos gestos de los que hablaba antes llenaban la pantalla y se comían al resto de intérpretes. Las películas de Martínez Soria suelen ser de esas que uno disfruta viendo, por mucho que tenga un absurdo pudor en reconocer que se las ha tragado en "Cine de barrio": "Se armó el Belén" (1969) de José Luis Sáenz de Heredia, "Don erre que erre", del mismo año y director, en el que encarna a un tozudo espectacular, "Hay que educar a papá" (1971), de nuevo con Lazaga, en el que con Julia Caba Alba borda el papel de patán enriquecido con la venta de un melonar y "La tía de Carlos" (1981), de Luis María Delgado, donde se disfraza de mujer sin desmerecer un pelo a Dustin Hoffman y a López Vázquez. Había nacido en Tarazona y falleció de un ataque al corazón en Madrid a los 79 años.

También cabe encuadrar en este capítulo al Alfredo Landa que salía en las pantallas hasta el final de la época del "Landismo", ese momento en el que el actor navarro simbolizó un determinado tipo de español, machista y fanfarrón en el terreno sexual; esta etapa profesional se inicia en 1970 con "No desearás al vecino del quinto", de Ramón "Tito" Fernández, y que tuvo continuidad con "Vente a Alemania, Pepe" (1960) y "París bien vale una moza" (1972), de Pedro Lazaga y "Los pecados de una chica casi decente" (1975), de Mariano Ozores. Anteriormente había protagonizado otras películas en las que también destacó su expresión cómica como "Amor a la española" (1966), de Fernando Merino, "Novios 68" (1967), de Pedro Lazaga, "Los que tocan el piano" (1967), de Javier Aguirre y "Cateto a babor" (1970), de Ramón Fernández. A partir de "El puente" (1976) Landa muestra sus posibilidades más dramáticas y borda papeles como el de "Los santos inocentes" (1984), de Mario Camus, "El bosque animado" (1988), de José Luis Cuerda y "Canción de cuna" (1994), de José Luis Garci. Landa debuta profesionalmente en el cine en 1962 de la mano de José María Forqué, con el célebre "Atraco a las 3"; el propio actor ha explicado en alguna ocasión que Forqué le citó en la Casa de Campo de Madrid y le dijo: "siéntate y pon cara de susto y después vete a casa".

Antonio Ozores y Toni Leblanc son otros dos habituales de las películas españolas de los 60 y 70; Ozores pertenece a una familia vinculada al cine: uno de sus hermanos, Mariano, fue uno de los directores más prolíficos del cine español de la época, mientras su otro hermano José Luis fue un actorazo cuya carrera quedó truncada por su prematura muerte; su hija Emma es una de las actrices importantes del momento. Ozores tiene auténtica cara de chiste y le van los papeles de tío que no se entera, de ingenuo torpón, de individuo despistado. Es característica su forma de hablar precipitada, con un lenguaje atropellado, casi ininteligible. Su tarea en cine es amplísima, destacando, entre otras, "Historias de la televisión" (1965), de José Luis Sáez de Heredia, "¡Cómo está el servicio!" (1968) y "Dos chicas de revista" (1972), ambas de Mariano Ozores. Toni Leblanc gozó en su momento una fama notable, entre otras razones por sus caracterizaciones en TVE: "Kid Tarao", "Cristobalito Gazmoño", ... Leblanc, que en realidad se llama Ignacio Fernández Sánchez, destaca tanto por su capacidad de gesticular como por el especial tono de voz que utiliza; intervino en títulos entrañables del cine español de los 60: "El Tigre de Chamberí" (1957), de Pedro Luis Ramírez, "Muchachas de azul" (1957), "Los tramposos" (1959) (ambas dirigidas por Pedro Lazaga), "Las chicas de la cruz roja" (1960), de Rafael J. Salvia y "El astronauta" (1970), de Javier Aguirre. José Luis López Vazquez podría incluirse entre estos clásicos, hace tiempo hablé de él tras su fallecimiento y, como Landa, evolucionó hacia papeles de más dramatismo.

En el capítulo de actores con "cara de chiste", no puede faltar José Sazatornil, "Saza", un actor que con su calva y su bigotillo se ha hartado de realizar personajes peculiares, todos ellos con enorme acierto. De Saza tengo dos anécdotas, la primera, el hecho sorprendente de que en los 70 corrió por la prensa la noticia de su fallecimiento, algo que, por fortuna, resultó ser un macabro error; la otra se refiere a una ocasión en la que coincidí con él y su mujer en un viaje de Barcelona a Madrid en uno de esos viejos Talgos, ambos iban en el asiento contiguo al mío y pude comprobar su lado humano, pues daban la oscarizada "La vida es bella" y observé como en alguna ocasión el actor mojaba la pestaña. Sazatornil, que también bordó en su día el papel de Don Mendo, destacó en películas como "Carola de día, Carola de noche" (1969) de Jaime de Armiñán, "La escopeta nacional" (1978), de Luis García Berlanga, "Espérame en el cielo" (1988), de Antonio Mercero y "Todos a la cárcel" (1993), también de Berlanga. José Sazatornil nació en Barcelona, y cuando uno le ve se imagina a esos señores de derechas que dibuja Forges.

En los 70 había una serie de TVE titulada "El último café", estaba escrita por Alfonso Paso y sus guiones solían ser bastante intrascendentes; el escenario fijo era una antigua cafetería, estilo "Café Gijón", y el papel de camareros lo desempeñaban dos actores ya fallecidos a los que les venía como anillo al dedo eso de la "cara de chiste"; uno de ellos era Antonio Garisa, un zaragozano que llevaba la "coña" pintada en el rostro. Yo le recuerdo en una película de "Sesión de Tarde" titulada "La cesta" (1965), de Rafael J. Salvia, en la que interpretaba al rico del pueblo que pretende hacerse con todos los boletos de la rifa de una cesta de Navidad y se encuentra con la oposición del tonto del pueblo que se niega a venderle el suyo; otras películas en las que aparece son "Esa pareja feliz" (1951), de Berlanga, "El gafe" (1959), de Pedro Luis Ramírez, "Torrejón city" (1962), de León Klimovsky y "El marino de los puños de oro" (1968), de Rafael Gil. El otro camarero era Valeriano Andrés, un madrileño que solía hacer personajes de hombre ingenuo y tontorrón; lo más peculiar de este actor era su voz, de tono alto y maneras francamente cómicas. Andrés, al igual que Antonio Garisa, hizo abundantes papeles en teatro y televisión, destacando entre sus intervenciones en cine "Historias de la televisión" (1965), de José Luis Sáenz de Heredia y "Crimen imperfecto" (1970), de Fernando Fernán Gómez. Valeriano Andrés también trabajó como actor de doblaje, destacando por encima de todos la voz que puso a Fred Gwynne en Los Munsters.

Juanjo Menéndez tiene que ocupar también un lugar preferente entre los cómicos de lujo; era, como los anteriores, un hombre expresivo y genial. Le recuerdo en la tele de mi infancia haciendo los papeles protagonistas de dos series de éxito: "Angelino Pastor", de Cayetano Luca de Tena e "Historias de Juan Español", sin olvidar sus excelentes interpretaciones cómicas en "625 líneas" junto a Jesús Puente, con el que protagonizó la serie "El español y los siete pecados capitales" (1980), con guión de Fernando Díaz Plaja. De su trabajo en cine cabe destacar películas como "Historias de la radio" (1955), de José Luis Sáenz de Heredia y "Sor Citroën" (1967), de Pedro Lazaga, sin olvidar que también intervino en la mítica "Tristana" (1970), de Buñuel. Menendez, que murió víctima del Alzheimer en 2003, es otro de los que hizo el papel protagonista de la obra maestra de Muñoz Seca "La venganza de Don Mendo".

Podría hablar d emuchos otros, como Venancio Muro, que también fue camarero del "Último Café" y murió prematuramente de cáncer, o Alfonso del Real, un tipo bajito y regordete que siempre andaba de broma, Erasmo Pascual, afortunado marido de Rafaela Aparicio, Paquito Cano, el entrañable y recordado "Locomotoro", Cassen -Casto Sendra-, otro catalán con salsa también desaparecido demasiado joven, Jesús Guzmán, el cartero de "Crónicas de un pueblo", una cara de chiste en toda la regla, e incluso, si entramos en el mundo de la revista, Juanito Navarro o Zori, Santos y Codeso. Estoy seguro de haberme dejado unos cuantos en el tintero, por eso espero que alguien aporte algún nombre que haya quedado injustamente omitido.


6 comentarios:

ana dijo...

Yo de todos me quedo con Pepe Isbert, y lo interpreto exactamente igual que tú:

"... era de una expresividad sobresaliente y ejercitaba unos gestos, unas miradas que te llevaban a la risa inmediatamente, aunque el cine que protagonizó Isbert tuviera mucho más de costumbrista que de cómico".

Me encantó en Bienvenido Mr Marshall, Historias de la radio y también en Los ladrones somos gente honrada.

Pero lo que mejor recuerdo es a ese entrañable abuelo que busca desesperado a Chencho. Anda que no lo pasamos todos mal buscando a Chencho...

http://www.youtube.com/watch?v=TPzoENIQEg8

Tintin dijo...

Documentadísima entrada que nos ha hecho rememorar inolvidables momentos televisivos. Me quedo con Isbert, y con ese Tony Leblanc de los 50, digno, noble y repeinado, el novio formal, tendero, que veía como su vecina, de la que estaba limpiamente enamorado, se íba con el golfo pijo de la época.
Hay un inolvidable Manolo Morán ligadísimo a muchos de ellos que no puede dejarse de mencionar, al igual que José Luis Ozores, el mejor de la saga, que fue apagándose en su edad dorada por una terrible enfermedad.

Alberto dijo...

Muy grandes todos, fantástica selección.

Yo también me quedo con Pepe Isbert, que bordaba cualquier papel que le diesen, y si me tengo que quedar con uno, me quedaría con el pequeño papel de "Historias de la Radio", ese inventor que decide presentarse a un premio en la Cadena SER disfrazándose de esquimal porque necesita el dinero para patentar un invento. Lucha a brazo partido con otro rival pero queda en segundo lugar, pero al ser entrevistado, logra emocionar con su historia al presentador (otro grande, Bobby Deglané); comedia y drama a partes iguales. Como se diría ahora ¡Pepe, eres un crack!.

En la lista quizás falte José Luis Ozores, que desgraciadamente falleció muy pronto pero que estaba llamado a ser un enorme humorista. Siempre recordaré "El Tigre de Chamberí" y "El Gafe".

Alberto dijo...

Yo siempre me acordaré, con respecto a Toni Leblanc chulo, castizo y genial, una escena de "El Tigre de Chamberí", cuando entran en una "boite" de aquella época, y el bueno de José Luis Ozores se queda prendado de una belleza, y aparece su amigo Toni Leblanc para ponerle las cosas en su sitio. "deja de mirarla y vamos a por las feas, que son las que invitan".

Modestino dijo...

A José Luis Ozores le cito al hablar de su hermano, pero es cierto que se merecía más espacio: le debo una. En cuanto a Manolo Morán, ya dije que seguro que me dejaba alguno, y seguro que a alguien se le ocurre alguien más. Porque Manolo Morán hacía reir con su sola presencia en escena.

Modestino dijo...

Aprovechando las nuevas prestaciones de blogger he incluido en la parte "noreste" de la portada del blog dos enlaces a las entradas que sobre Isbert y López Vázquez hice en su día.