4 de febrero de 2010

El triunfo de un equipo de "pitufos"




El Zaragoza siempre ha sido un equipo copero; en la actualidad ya no es ni eso, hundido en la miseria como está por la nefasta gestión de un grupo de incompetentes e insolventes, pero al menos en la retina de los zaragocistas que peinamos canas -y en alguno más joven también- quedan toda una serie de momentos históricos, unos cuantos de ellos coronados con un título. Uno de ellos fue la Copa del Rey de 1986, ganada en buena lid por los blanquillos al F.C. Barcelona y que supuso el colofón brillante a una Liga espectacular del equipo que dirigía Luis Costa.

Recuerdo que vi el partido en Tarragona, donde vivía en aquella época, y un barcelonista que también se hallaba dispuesto a verlo, al ver salir al equipo zaragocista al cesped y comprobar la estatura de unos cuantos jugadores comentó que "vaya equipo de pitufos"; efectivamente, jugadores como Juan Señor, Rubén Sosa o Miguel Pardeza no llegaban al 1,70, pero los hechos demostraron que los pitufos fueron capaces de pasar por la piedra al Barça de "Gargamel" Venables. Al final el Zaragoza se impuso al Barça de los Schuster, Alexanco, Julio Alberto, Víctor, Carrasco, etc por 1-0 con un afortunado gol de Rubén Sosa marcado de un disparo de falta desde fuera del área que rozó ligeramente en el ex-zaragocista Pichi Alonso.

El Zaragoza de esa temporada, 1985-86 tenía mucho mérito, pues el equipo, como tantas veces en su historia, venía de una crisis surgida al desmontarse el excelente conjunto que había construído el holandés Leo Beenhakker: Valdano se había ido al Real Madrid, Barbas al Lecce italiano, a Salva lo había recuperado con malas artes el F.C. Barcelona y Amarilla había sido vendido a los culés por 50 millones de los de entonces. En la reconstrucción del equipo blanquillo brillaron con luz propia dos personajes a los que algún día el zaragocismo sabrá agradecer lo que han hecho por el club: el presidente Angel Aznar Paniagua y el entrenador Luis Costa Juan. Aznar había llegado a la presidencia avanzada la temporada anterior, un año mediocre por la descapitalización del equipo que había llevado a la dimisión de Armando Sisqués, un hombre que quiso hacer un gran equipo pero al que no acompañó la suerte. Costa había logrado la hazaña de ascender al filial, entonces denominado Deportivo Aragón, a la 2ª División con jugadores que luego serían del primer equipo como Blesa, Abad, Roca, Roberto y Narcís Juliá.

La directiva blanquilla construyó un equipo con poco dinero y bastante trabajo; se acudió al Real Madrid, un equipo del que habitualmente han llegado jugadores que han rendido a satisfacción en La Romareda y del Bernabeu llegaron una vieja aspiración zaragocista, el central Alfonso Fraile, un delantero peleón, Paco Pineda y, de relleno, quien sería el mayor acierto de los tres, el entonces jovencísimo extremo de la "quinta del buitre" Miguel Pardeza. Las dos plazas de extranjero se quisieron llenar con un central y un delantero, puestos para los que la prensa llegó a asegurar estaban casi hechos los fichajes del internacional argentino de Boca Oscar Alfredo Ruggeri y la estrella goleadora del Malmoe sueco Matts Magnusson; como ha pasado tantas veces en Zaragoza, ambas operaciones se fueron al garete y hubo que acudir a otras opciones. Una de ellas supuso una mejora en la compra, pues en una operación relámpago se trajo a la gran promesa del fútbol uruguayo, el jovencísimo Rubén Sosa, de 19 años, un delantero rápido y de una gran técnica, mientras que no se pudo encontrar un central de primer nivel y hubo que conformarse con un desconocido defensa del Partizan yugoslavo llamado Kalicanin que resultó ser bastante mediocre; el pobre rendimiento del balcánico propició el debut en 1ª de Juliá, que había sido fichado del Girona cuando era juvenil y que, pese a su pésima suerte con las lesiones, dio un excelente rendimiento en su etapa zaragocista.

Del equipo cuyo juego había maravillado en la época de Beenhakker quedaba el centro del campo -salvo Barbas- y los laterales; éstos últimos eran dos jugadores de club, serios y cumplidores: Casuco, un defensa derecho que no costó un duro y rindió al máximo durante nueve años y García Cortés, que llegó del Real Madrid y destacó por tener uno de los disparos desde fuera del área más duros que se recuerdan en Zaragoza. El auténtico cerebro del equipo era Juan Antonio Señor, uno de esos jugadores que descubría en 2ª división el secretario técnico Avelino Chaves y que ha sido uno de los más grandes ídolos de La Romareda: con su 1,65 de estatura mandaba más que nadie en el campo, tenía una clase tremenda y jugaba con una inteligencia fuera de lo común; sus escuderos eran Paco Güerri, un auténtico pulmón que Vujadin Boskov había tenido el valor de hacer debutar en la máxima categoría ocho años antes y Manolo Villanova la inteligencia de darle confianza y continuidad y el actual secretario técnico, Pedro Herrera, un interior zurdo que peleaba todos los balones y tenía cierto olfato de gol. Junto a ellos también desempeñaron papeles importantes los canteranos Casajús, Juan Carlos y Ayneto, el centrocampista levantino Conde -un jugador que tenía una clase enorme pero le faltaba alma- y el extremo toledano Corchado. El portero era Andoni Cedrún, un hombre que no había cuajado en el Athletic y que, tras una exitosa cesión en el Cádiz, acabó siendo toda una institución en el Real Zaragoza.

Ese año el Zaragoza hizo una primera vuelta discreta, moviéndose siempre en la zona tibia de la clasificación, pero la segunda, tras un inicial tropiezo en La Romareda el día de Reyes -1-3 frente al Barça- el equipo rindió al 100 por 100, consiguiendo establecer un record de siete partidos seguidos ganando y acabando el curso deportivo en cuarta posición. El colofón excepcional fue la victoria en la Copa del Rey, algo que llevaba veinte años sin conseguir; el Barça tenía un equipo técnicamente superior, pero el Zaragoza estaba en racha y se impuso con toda justicia, haciendo una defensa espectacular de su portería, sabiendo administrar el gol marcado mediada la primera parte y sometiendo a una tremenda presión por todo el campo a los jugadores blaugranas; recuerdo a un amigo mío, muy entendido de fútbol, que me comentó que por cada jugador del Barcelona se veían a tres blanquillos. Este triunfo fue la primera alegría importante que tuvieron muchas generaciones de zaragocistas, incluso algunos que ya teníamos conocimiento -si es que lo hemos tenido algua vez- en tiempos de los "magníficos" lo vivimos como si fuera la primera vez





Youtube: Zaragoxa. http://www.youtube.com/watch?v=AQ3q_jrPXo4

4 comentarios:

Paladin dijo...

Gran post Modestino. Gratos recuerdos para los que somos futboleros en general y zaragozistas en particular. Ah, tranqui que este domingo volvemos con una delantera de pitufos con "Chupete" Suazo y Colunga, ambos con 1,72.

Modestino dijo...

También estuvimos muchos años aguantando con Pardeza e Higuera, hasta que llegó Esnaider y luego Morientes. Y también recuerdo el año de Juanele, Jamelli y Montenegro.

Vamos a confiar que escenarios ciomo éste se repitan pronto.

FRANK dijo...

Sensaciona post. Ésta fue mi primera Copa y le tengo un cariño especial.

Modestino dijo...

Yo viví los dos primeros títulos con los magníficos, aunque era demasiado pequeño: del primero solamente recuerdo que los jugadores recorrieron la ciudad encima de un autobús, mientras que sí recuerdo haber visto el segundo por la tele, pero sin demasiada conciencia de éxito.

Elñ de 1986 fue el primer título que viví como zaragocista declarado y desbocado.