Durante muchos años mi experiencia con las ginebras se limitó a los anuncios de la tele y poco más, aún recuerdo el simpático "spot" de ginebra "Fockink", con unos peces que hablaban de las excelencias de tal marca en un río apropiado para la pesca, o la mítica canción de los "Hombres-G" que decía algo tan poético como eso de "Arzobispo Makarios, se terminó tu botella de Larios"; "Gordons", "MG", ... eran otras marcas que sonaban más o menos. La primera vez que "profundicé" en el tema fue con motivo de una cena a la que me invitaron unos aspirantes a policías locales tras un curso en el que les dí una asignatura poco antes de las Navidades de 1988. Tras cenar fuimos a tomar una copa a Salou -por aquellos años único lugar "ad hoc" en torno a Tarragona, y tras pedir un cubata alguien que me acompañaba me animó a que lo pidiera de "Beefeater" o "Tanqueray", nombres que me sonaban más a filósofos anglicanos que a marca de alcohol. Me vino bien, pues me facilitó que la siguiente vez ya no diera esa imagen de pardillo.
Con los años, cuando de tomar algo más fuerte de lo habitual e trataba, me pasé de la Coca-cola a la tónica y me dejé cautivas de la moda del gin.tonic, que como tal tenía un algo de justificación y su buena parte de tópicos y snobismo. Conforme nos acercábamos al nuevo siglo, los nombres que antes parecían el último grito parecía que se convertían en vulgaridades, y el personal se inclinaba por otras marcas, como la "Bombay", que tenía una botella como más de diseño y a la que posteriormente se le añadía, vistiendo de azul el envase, el calificativo de "Sapphire". Ya muy cercano el 2000 la novedad fue el limón exprimido, y ya todo individuo que pretendiera estar "a la page" tenía que pedir su gin tonic con su correspondiente limón exprimido. De tal manera, en los establecimientos más sofisticados los camareros y camareras disponían de unas jarritas de diseño -o de publicidad, que de todo había- que contenían el líquido amarillento que muchos clientes deseaban mezclar con su combinado, y el jugo cítrico iba de aquí para allá por la barra para satisfacer no se sabe si el gusto o el snobismo del ciudadano medio.
Pero ya se sabe lo que pasa con esto de las modas; quizá fue que la gente se cansó, o que esos oscuros "mandarines" que mueven en silencio los hilos de usos y costumbres cambiaron de dirección las tendencias o, como aseguran algunos, que el sabor del limón acababa desnaturalizando el de la tónica y la ginebra, ... la cuestión es que desde hace unos años del limón exprimido nunca más se supo, y así como hubo un tiempo en el que prescindir de él casi equivalía a asumir la etiqueta de ignorante y antiguo, ahora te pueden mirar como a un marciano si lo pides. Eso sí, no hemos vuelto a la sencillez de Schweppes y una marca de siempre, sino que quien anda tras la barra te puede llegar a agobiar con cartas de "gins" y de "tonics" en los que uno puede acabar loco con tanto matiz y tanta pijada, a la vez que la elaboración de la mezcla hay quien es capaz de realizarla no en un "kyrie eleison", como establecían en sus recetas las monjas para determinar la cantidad de aceite que necesita un guiso, sino en un "Credo" o hasta algún misterio del rosario.
No se yo si en el fondo cambian las modas y lo que se mantiene es la capacidad de tomar el pelo al ciudadano ... y la de éste de dejarse engañar.
5 comentarios:
Lo que nos llegamos a reír los estudiantes de inglés de la época con la primera ginebra que se menciona en el post, que por cierto se llamaba Fockink, terminada en k y no en g, pues de esta última forma pareceria el gerundio de un verbo malsonante.
Caramba Tommy, en cuanto pueda lo cambio, en que estaria yo pensando?...
Toda la vida me ha encantado el Gin tonic.
Mi padre los hacía de cine. Los mejores que he probado jamás.
Ahora está de moda y los hay de todos los colores, sabores y tamaños.
Besazo
Un gin tonic es una bebida genial, pero tal vez se ha llegado a demasiada tontería.
Hacer un buen gintonic es un arte. Y cuando salen bien son la gloria.
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