20 de diciembre de 2012

La época dorada del "queso mecánico"


Al parecer el Albacete Balompié anda en tiempos difíciles, tanto que cuentan que su presidente ha advertido que si no se produce una mayoritaria suscripción de las últimas acciones aparecidas con una ampliación de capital realizada el equipo manchego desaparecerá irremediablemente. El club albaceteño tuvo sus momentos brillantes en 1ª División y en los últimos años llevaba lo que parecía una cómoda trayectoria en la división de plata, pero la temporada pasada hubo mala racha y el club terminó en el pozo de la 2ª B, un lugar en el que puedes caer en cuanto te descuidas y del que resulta complicadísimo salir. Sería una pena que todo terminara mal y no perdamos la esperanza de que el Albacete solucione sus problemas y regrese a esa categoría superior de la que se había convertido en miembro ilustre.

Pero el Albacete nos trae recuerdos de épocas mejores, para el club y posiblemente para ese fútbol sano y competitivo en el que muchos soñamos; corría el año 1990 y el Albacete aparecía en el mes de septiembre como la gran novedad de la 2ª División española; a las órdenes de un técnico de 38 años con aspecto de intelectual, Benito Floro, el club manchego parecía destinado a una dura lucha por conservar la categoría, pero a la hora de la verdad, con un plantel cargado de jugadores desconocidos, el Albacete hizo un "temporadón" que concluyó en la primera plaza de la clasificación, con el consiguiente e inesperado ascenso a la máxima categoría. Automáticamente el Albacete Balompié se convirtió en el equipo de moda del fútbol español, Floro, que ya lo era en Albacete, en un ídolo nacional y el conjunto que disputaba sus encuentros en el modesto estadio del "Carlos Belmonte" pasó a ser conocido como el "queso mecánico" a la vista de la fama de los quesos manchegos y de que el conjunto de Floro jugaba prácticamente de memoria. El Albacete se convirtió en un conjunto simpático, respetado y competitivo, terminó su primer año en 1ª en el puesto séptimo, a un sólo punto de disputar la UEFA y se mantuvo entre los grandes durante cinco años seguidos.

El hombre clave del milagro albaceteño fue, sin ningún género de dudas, el citado Benito Floro, un entrenador distinto, especial, posiblemente junto a Víctor Fernández el líder de las nueva generación de entrenadores de la época. Floro era un estudioso del fútbol, tenía previstos todos y cada uno de los detalles de cada partido, conocía perfectamente los defectos del rival y era un mago en las jugadas de estrategia, que ensayaba con constancia durante la semana: eran llamativos los corners que sacaban los jugadores del "Alba" con balones lanzados desde la esquina a la zona anterior al área para que hombres con buen disparo como el uruguayo Zalazar o el asturiano Menéndez intentaran sorprender al meta contrario. El éxito de Floro le abrió las puertas del Real Madrid, donde estuvo desde el verano de 1992 hasta marzo de 1994; Floro consiguió una Copa del Rey y una Supercopa de España, si bien no pudo evitar pasar por el trance de perder la Liga en el último partido en Tenerife, la segunda vez consecutiva que le ocurría ésto a los merengues. Floro fue cesado tras una cruel derrota madridista en Lleida donde las cámaras del Canal Plus le pillaron echando una bronca monumental a sus jugadores en el vestuario, un rapapolvo que intuyo era muy merecido. Floro regresó al Albacete la temporada siguiente, aunque sin los éxitos de antaño.

Posiblemente el jugador emblemático de este equipo fue el uruguayo José Luis Zalazar, un centrocampista ofensivo de aspecto más bien "orondo" pero de enorme fortaleza física, buena orientación de juego y sobre todo un disparo excepcional. Zalazar ya resultó fundamental en la consecución del ascenso y fue todo un baluarte en el desempeño en la máxima categoría. También destacaba este jugador en las jugadas de estrategia, siendo un formidable lanzador de faltas y, como quedó dicho más arriba, un genial culminador de corners y faltas laterales previamente ensayadas. El uruguayo surgió de la cantera de Peñarol y tras jugar en Méjico llegó a España, donde antes de triunfar en Albacete militó en Cádiz y Español, siendo titular indiscutible en toda esta primera trayectoria del Alba en la máxima categoría. Zalazar, que terminó su vida profesional jugando en el Racing de Santander y luego en Méjico, regresó Albacete, donde montó una Escuela de Fútbol que en la actualidad dirige.

El otro jugador mítico del Albacete de esa época fue sin duda Francisco Javier Mármol Rodríguez, conocido futbolísticamente como Catali; era el capitán del equipo y el auténtico jefe del vestuario, uno de esos jugadores de raza, fieles a un equipo y cuyo nombre va siempre unido al club en el que han militado: salvo una última temporada en el Toledo, Catali jugó siempre en el equipo de su tierra. Catali jugaba generalmente de volante defensivo o defensa central, aunque era muy polivalente y se adaptaba a cualquier zona de la retaguardia. La defensa del Albacete la completaban tres jugadores que ya estaban en segunda división, como el lateral Coco, el central de la cantera del Valencia Juárez y, muy especialmente, el portero costarricense José Gabelo Conejo, otra institución en el fútbol albaceteño. Para completar la zona defensiva en el debut en primera la directiva albaceteña recurrió a la cantera blaugrana y trajo a Delfí Geli, un prometedor ariete del Barça B que Floro reconvirtió con un éxito rotundo en lateral derecho y que terminó fichando años después por el Atlético de Madrid llegando a ser cuatro veces internacional, y a Oliete, lateral zurdo fichado del Celta de Vigo.

Para acompañar a Zalazar en el centro del campo Floro utilizaba fundamentalmente a cuatro jugadores; Parri, aportaba la clase y la creatividad, amen de cierta irregularidad, mientras que el trabajo esforzado corría a cargo del canterano Chesa y de Julio Soler, que había llegado del Ceuta y terminó firmando por el Betis. Para la zona de interior izquierdo era fijo Menéndez, un asturiano de Mareo que tras dar tumbos por las divisiones inferiores se asentó en Albacete y fue utilizado por Floro indistintamente como lateral y exterior izquierdo. La delantera del primer año en la división de honor era nutrida, pues contaba con Antonio, la estrella atacante del año de segunda, el jugador de la "Masía" Corbalán, el paraguayo Toro Aquino, que había sido máximo goleador en 2ª con el Murcia, la estrella del fútbol boliviano Etxeverry, que no lució demasiado en el Carlos Belmonte e Ismael Urzaiz, entonces gran promesa de la cantera madridista, pero que no contó casi nada para Floro. No obstante el atacante más significativo que jugó en el Alba de 1ª llegó al año siguiente y fue el malogrado ariete panameño Rommel Fernández, un jugador de una presencia imponente que había triunfado por todo lo alto en Tenerife y tras un fichaje millonario por el Valencia los "ches" le cedieron al Albacete, donde tras haber marcado 7 goles en 18 partidos, el 6 de mayo de 1993 fallecía en un dramático accidente de coche al estrellarse su coche contra un árbol.

A lo largo de las seis temporadas seguidas del Albacete en primera debutaron dos jugadores de la cantera que acabaron haciendo cosas importantes en el fútbol español, el ariete Fernando Morientes, a quien Floro subió al primer equipo con 18 años, que triunfó luego en el Zaragoza y fue durante años ariete titular del Real Madrid, Mónaco, Liverpool y Valencia, así como de la selección española y Santi denia, un central cintundente y seguro que también supuso buenos ingresos a su equipo al ser traspasado al Atlético de Madrid. Otros jugadores que desfilaron en la primera plantilla albaceteña durante esos años fueron el volante uruguayo Bossio, el fino interior croata Bjelica, el extremo catalán Pinilla, un auténtico trotamundos, el lateral Alejandro, que luego también triunfaría en primera con el Castellón, el ariete uruguayo "Loco" Dos Santos, el excelente central de Barça y Mallorca Fradera, el argentino Dertycia, un delantero de primera fila que hizo historia con el Tenerife de la mejor época, el vallisoletano Goyo Fonseca, el mítico portero Molina, el ex-barcelonista Oscar García, un hombre capaz de meter goles fantásticos, el fino centrocampista Tomás, Xavi Escaich, un rubio goleador surgido en el Nastic de Tarragona, titular del Español y que llegó a fichar por el Barça por capricho de Johan Cruyff, Luna, un prometedor ariete que luego jugó en el Sporting, Josico, otro buen producto de la cantera que acabaría jugando en Europa con el Villarreal, Kasumov, un goleador de Azerbaian que había jugado en el Betis, Juanjo Maqueda, un polivalente fruto de la cantera merengue o Pedro Riesco, un atacante que jugó en primera también con el Rayo, Depor, Valladolid y Deportivo Alavés.

En junio de 2003 el Albacete Balompié regresó a primera, ascendiendo junto a Real Murcia y Real Zaragoza, la aventura duró dos años y tuvo también sus buenos momentos. Ahora toca mala época, esperemos que tenga solución.

5 comentarios:

Tintin dijo...

Otra entrada enciclopédica futbolera que me deja atónito de tu memoria para datos y nombres.
Lo que más me llama la atención de aquella época es la contratación de Benito Floro por el Real Madrid, hecho que demostraba algo que el Madrid, por desgracia, sigue cultivando: Improvisación, moda, novedad del momento, frivolidad y luego tirarlo a la papelera como un pañuelo usado.Recuerdo que Valdano - cuando Del Bosque fue sustituído por Queiroz - llegó a decir que el Madrid necesitaba entrenadores con empaque y aspecto externo de modernidad y sofisticación futbolística.

Qué lastima ! - y lo dice un madridista..

Modestino dijo...

Una muestra más de que Valdano es un bobo. El fichaje de Carlos Queiroz es una manifestación de snobismo y ligereza.
Que conste que he acudido a la sección "Datos históricos" de la web de la LFP para completar información.

veronicia dijo...

Impresionante entrada!

Modestino dijo...

Se hace lo que se e puede, amiga.

Anónimo dijo...

ivan helguera exjugador de real madrid tambien salio del albacete balompie