26 de diciembre de 2012

Espíritu navideño


En los últimos años parece que se ha puesto de moda renegar de la Navidad; en estos últimos días he leído en las redes sociales frases despectivas -incluso agresivas- respecto de los villancicos, de los regalos, de los anuncios, de las reuniones familiares, ..., he recibido vídeos de esos en el que el "gatito cachondo" se convierte en sindicalista y tras despreciar las alegrías de la época lanza una llamada a la revolución, he escuchado frases amargas de las tradiciones, mientras eso sí, quien las pronunció ni renunciaba a las vacaciones ni a los regalos que sus familiares y amigos le colocaban en el árbol o en donde fuera.

Para muchos la Navidad es una tradición y, para algunos, además, tiene un significado especial pues se conmemora lo que consideramos el hecho más grande de la historia, la llegada de Dios a la tierra en forma de recién nacido, con la ejemplar colaboración de la fidelidad de un hombre y una mujer y la compañía de unos pastores que posiblemente fueran los personajes más pobres y menesterosos de Belén. Antes pensaba que lo que les molestaba era el consumismo que en cierta manera podía desvirtuar las esencias de la celebración, pero cada vez estoy más convencido de que en algunos florece una rabia distinta, mucho menos constructiva y menos respetuosa con la libertad. Se ha cultivado el rechazo a la religiosidad, a la defensa de las convicciones y a cualquier manifestación de ritos, fiestas y costumbres que tengan que ver con el cristianismo. Sin generalizar, que ni es bueno ni sería justo, tras algunos comentarios y frases he visto reverdecer el odio que tantas veces ha conducido a la violencia. E insisto en que ya no me engaño con excusas de críticas objetivas, porque no veo la misma acritud cuando lo que se celebra -gastos incluidos- es Halloween, Carnaval o el día del orgullo gay.

Si andamos en tiempos de desgarros económicos, si la situación de tantos es desesperada, si nos cuesta ver el futuro con mínimo optimismo, no creo que una consecuencia de ello tenga que ser renunciar a las satisfacciones que nos traen las fechas señaladas; al revés, hay muchas manifestaciones de este tiempo de Navidad que invitan a la solidaridad, la alegría, la fraternidad y el altruismo. Uno puede andar lleno de espíritu navideño sin viajar al extranjero, sentarse en mesas rebosantes de marisco, chuletones y dulces de todo tipo ni asaltar sin descanso tiendas de regalos o grandes almacenes de renombre, y si para alguien la Navidad no significa nada, otras cosas podrá hacer, pero que aprenda a respetar a quien libre y legítimamente externaliza sus convicciones.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

los aportes del cristianismo a la cultura occidental han sido grandiosos a lo largo de sus casi dos mil años de existencia. Sin embargo, solo podemos captar algo de su extraordinaria importancia cuando tratamos de imaginar lo que hubiera sido un mundo sin cristianismo u observamos los resultados obtenidos por otras culturas.

Anónimo dijo...

Basta echar un vistazo a las culturas informadas por el Islam, el budismo, el hinduismo o el animismo —donde siguen considerándose legítimas conductas degradantes para el ser humano— para percatarse de lo que podría haber sido un mundo sin la influencia civilizadora del cristianismo. Y aun así nuestro juicio no se corresponde con toda la dureza de lo que serían esas situaciones. A fin de cuentas, hoy día, hasta la sociedad más apartada puede beneficiarse de aspectos emanados de la influencia cristiana en la cultura occidental, desde el progreso científico a la persecución de un sistema de asistencia social,

Anónimo dijo...

Incluso en el siglo XX, el olvido de principios de origen cristiano —un origen que suele olvidarse casi siempre— hubiera sumido a la Humanidad en una era de barbarie sin precedentes, bien a causa del triunfo del marxismo o del fascismo-nazismo. Pretender, pues, construir el futuro sin recurrir a sus principios solo puede interpretarse como una muestra fatal de terrible arrogancia, de profunda ignorancia o de crasa maldad.

Modestino dijo...

Un anónimo empollado, sin duda. El problema, amigo -o amiga-, es la ignorancia. Felices Navidades!.

Anónimo dijo...

Anonimo:
Exacto el problema es la ignorancia; ignorancia de la propia historia de quien actualmente ataca la Navidad e ignorancia de los valores del cristianismo.

Modestino dijo...

Ignorancia ... y desinformación.

Carmen J. dijo...

Sí, nos olvidamos de la esencia no ya de la Navidad, sino de lo que Jesús vino a decir al mundo...¡hace 2000 años. Te dejo un enlace, por si lo quieres leer, en donde cuento algo parecido. http://wp.me/pZ097-2dx

Modestino dijo...

Carmen, gracias por el enlace; ando fuera de casa y sin más Internet que el del móvil, que no me permite el copipega ese. En cuanto pueda te prometo leerlo.

veronicia dijo...

Tienes razón Modestino, veo la contradicción o la hipocresía en esos que después de poner a parir a los cristianos y la Navidad están de celebración éstos días...
Vivir lleno de contradicciones genera mucha ansiedad ser un hipócrita ninguna.

Modestino dijo...

Sutil diferencia, aunque dudo que la hipocresía sea compatible con la felicidad.

tomae dijo...

..pues yo últimamente me dedico a felicitar las Navidades a todo el mundo que puedo incluso a nuestros conciudadanos de origen magrebí.

PD. También quería preguntar por otro enlace que he visto en casa de CarmenJ (espero que no te importe Carmen)...Es una recomendación literaria. Si puedes ya nos dirás:

http://unmundoparacurra.es/2012/12/26/crimenes/

Modestino dijo...

Lo buscaré cuando pueda, Tomae.

Modestino dijo...

Ya he visto la recomendación, se trata de "Crimenes", de Ferdinand Von Schirach, un librito publicado por Salamandra en el que el autor da su visión psicológica de varios crímenes célebres; lo compré hace unos meses pero aún no lo he leído. Las críticas, muy buenas; recientemente la misma editorial ha sacado otro llamado "Culpa", del mismo autor.

Modestino dijo...

Carmen, ya he leído tu post sobre "El mensaje de Jesús", buenísimo, de verdad. Me ha encantado, pero no he conseguido cerrar la operación esa del "me gusta".