Comí con dos buenos amigos el pasado viernes en el "Restaurante Asador Alberto", un magnífico establecimiento ubicado en la Calle Pedro María Ric de Zaragoza. Por si alguien no lo sabe, Pedro María Ric y Montserrat, natural de Fonz (Huesca), fue regente de la Audiencia de Zaragoza al tiempo de los Sitios y se le considera uno de los héroes de los mismos; recuerdo que fue objeto de una antigua serie de televisión protagonizada por Carlos Larrañaga.
Pero no hemos venido hablar a historia local, sino de pitanzas y he de reconocer que la comida del citado restaurante fue excelente, con unos entrantes sabrosos y "sanos" -no están mis análisis para bromas- consistentes en ensalada templada, cigalas, jamón ibérico y pulpo y un magnífico entrecot de vaca a la plancha; el postre fue de melocotón con vino, algo muy aragonés y que no tiene peligros excesivos para la salud. Ya había estado en este sitio hace siete años con ocasión de un acontecimiento familiar, y puedo decir que mi buena opinión de entonces se ha visto confirmada y hasta aumentada hoy y ahora.
Pero la razón fundamental que me ha impulsado a traer al blog la comida mencionada estriba en el colofón de la misma, pues quien había propuesto acudir a "Alberto", vecino de la zona y cliente frecuente del local, hizo grandes alabanzas del pacharán que servía la casa, insistiendo en que no llevaba etiqueta alguna, sino que era casero del todo. Pedimos el licor y comprobamos que mi amigo estaba en lo cierto, pues se trataba de un pacharán excelente, propio de las mejores catas navarras y con un sabor perfectamente logrado. Hecha la loa del referido licor, insistiré en un detalle que me encantó, pues tras servirnos los vasos correspondientes, quien lo hacía dejó la botella en la mesa para que tras consumir lo servido nos pusiéramos lo que deseáramos, evidentemente como propina de la casa. Y es que uno agradece estos detalles, que -desde mi punto de vista- denotan señorío, elegancia, esa capacidad de afinar en el servicio que distingue a los mejores. Y, muy especialmente, agradecí la magnanimidad, esa virtud que algunos parece que ni se han planteado, esa disposición a que, si lo hubiéramos deseado así, llegaramos a vaciar la botella sin que para evitarlo hubiera ni el más mínimo signo de precaución ... y a fe que puedo dejar constancia de ocasiones en las que he sido testigo del más llamativo descaro en el racaneo.
Pero no hemos venido hablar a historia local, sino de pitanzas y he de reconocer que la comida del citado restaurante fue excelente, con unos entrantes sabrosos y "sanos" -no están mis análisis para bromas- consistentes en ensalada templada, cigalas, jamón ibérico y pulpo y un magnífico entrecot de vaca a la plancha; el postre fue de melocotón con vino, algo muy aragonés y que no tiene peligros excesivos para la salud. Ya había estado en este sitio hace siete años con ocasión de un acontecimiento familiar, y puedo decir que mi buena opinión de entonces se ha visto confirmada y hasta aumentada hoy y ahora.
Pero la razón fundamental que me ha impulsado a traer al blog la comida mencionada estriba en el colofón de la misma, pues quien había propuesto acudir a "Alberto", vecino de la zona y cliente frecuente del local, hizo grandes alabanzas del pacharán que servía la casa, insistiendo en que no llevaba etiqueta alguna, sino que era casero del todo. Pedimos el licor y comprobamos que mi amigo estaba en lo cierto, pues se trataba de un pacharán excelente, propio de las mejores catas navarras y con un sabor perfectamente logrado. Hecha la loa del referido licor, insistiré en un detalle que me encantó, pues tras servirnos los vasos correspondientes, quien lo hacía dejó la botella en la mesa para que tras consumir lo servido nos pusiéramos lo que deseáramos, evidentemente como propina de la casa. Y es que uno agradece estos detalles, que -desde mi punto de vista- denotan señorío, elegancia, esa capacidad de afinar en el servicio que distingue a los mejores. Y, muy especialmente, agradecí la magnanimidad, esa virtud que algunos parece que ni se han planteado, esa disposición a que, si lo hubiéramos deseado así, llegaramos a vaciar la botella sin que para evitarlo hubiera ni el más mínimo signo de precaución ... y a fe que puedo dejar constancia de ocasiones en las que he sido testigo del más llamativo descaro en el racaneo.
13 comentarios:
Magnanimidad. Me gusta esa palabra. Y he sonreído al observar que en muchos de los restaurantes de mi ciudad, ese gesto es casi costumbre.
Magnanimidad. Cuando en la tertulia de "sobremesa" vuelva a ver una botellita de licor, recordaré siempre esta palabra.
:)
Que sea un estupendo día!!!
Hay quien regatea hasta las migas, e incluso piensa que es virtud.
Modestino, los amigos de la peña caracolera, estuvimos en Alberto, en octubre del año pasado. Quedamos contentos. Seguramente tu no pudiste acudir ese día.
Modestino, tus amigos de la peña caracolera también estuvimos, en octubre pasado. Quedamos contentos.Seguramente no pudiste acudir ese día.
No, a ver si no falto a la próxima. Un abrazo¡.
Magnanimidad. De "magnanimus",ánimo grande o alma grande.
En el otro extremo, el del racaneo...he sido testigo de cómo algún comensal se ha llevado los sobrantes del vino de un restaurante con el argumento: "Lo he pagado".
Nunca he probado el pacharán. Seguro que cuando lo haga no será como el del Restaurante Alberto.
Un saludo, Modestino.
El pachar�n he Alberto es excelente, aunque no exclusivo ;).
Recuerdo a ciudadanos llenando sus bolsas y bolsos de canapes de un vino espa�ol oficial.
Aunque tambi�n es cierto que hoy en d�a se ha generalizado llevarse las sobras y no me parece mal, hay restaurantes donde te animanba hacerlo.
Ya... Modestino.Sé que te animan a hacerlo. Pero cuando la causa del hecho es "las perras"...
Bueno...
Parece que a todos nos ha gustado la misma palabra magnanimidad;
cuando estas en una comida y al final tienen el detalle de no cobrar la última botella de agua, o de regalar a los niños un helado... o sacar un detalle "hecho en casa para que lo probéis"
Ese valor añadido que no tiene precio para mi significa tanto...
Por supuesto Sunsi, le daré recuerdoa a Juan E., que esta semana le veo mucho.
Perdona las preguntas ¿ a palo seco, con hielo? ¿en vaso largo? ¿y cómo acabó esa Magna botella?
Saludos de sobremesa Modestinos, da recuerdos a JuanE de mi parte también.
En vaso largo, con hielo -creo recordar que alguno lo tomó sin hielo- ... y le dimos dos tientos.
SI QUIERES HACER TÚ PROPIO PACHARAN CASERO.
Octubre es un buen mes de endrinas. Las endrinas que puedo conseguirte son naturales, ecológicas, silvestres, recogidas y seleccionadas una a una sobre pedido para que lleguen frescasas
Publicar un comentario