27 de abril de 2015

SOS Nepal


Los últimos datos hablan de más de 3.600 muertos en Nepal; me temo que probablemente la cifra final sea muy superior. En la prensa escrita y digital se habla de caos y destrucción, de desolación, de gran dificultad para que lleguen las ayudas, ... Ante esta situación lo que procede es la solidaridad del resto del mundo, aunque sea una palabra aderezada con el peligro de sonar a tópico, de recurso que roza el sentimentalismo. Evidentemente, obras son amores ... y no se han de escatimar medios, esfuerzos y capitales para iniciar el camino de la reconstrucción del país.

Pero también es el tiempo de pensar en los demás, de que cada cual fomentemos en nuestro interior el dolor sincero, la solidaridad plena y auténtica, el mantenimiento de nuestra caridad a flor de piel ante el drama lejano y ajeno; porque si nos conformamos con la pose, con esa reacción sensible que puede ser tan superficial como efímera, el único resultado será que estos aldabonazos que tanto nos impresionan pasarán de largo, las víctimas cargarán con el peso de unas secuelas tremendas mientras en Occidente seguiremos cavilando en torno a contrariedades privadas y egoísmos personales.

Paralelo e inseparable de la tragedia del pueblo nepalí, aparece el drama de tanto montañero en torno al Everest, pero, sin perder la conciencia del dolor y la preocupación de quienes tienen personas cercanas en situación de incertidumbre, el núcleo de la noticia,  ... de la tragedia, debería centrarse en la desgracia y la ruina familiar y personal de los ciudadanos de allí.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

No se entiende el Nepal sin montañeros. El drama es de todos los que viven aman y están en esas montañas, no importa si es nepalés u occidental.

Modestino dijo...

No pretendía molestar a nadie, simplemente me ha parecido -es posible que erradamente- que se incidía más en los muertos del Everest que en los de la población.

El drama es de todos, no lo dudo.