El mes de noviembre se ha caracterizado por el ritmo lento de algunas lecturas que tenía comenzadas y aún no he terminado -ya llegará la hora de hablar de ellas- y del descubrimiento de dos autores excelentes: Alice Munro, a la que he llegado tras su conquista del Nobel y Fiedrich Dürrenmatt, que como explico conocí casi por accidente. Junto a ellos puedo hablar de la confirmación de dos escritores bien distintos de los que estoy dispuesto a leer todo: Ignacio Martínez de Pisón y Arnaldur Indridason, una autora de intriga que no me disgustó, un libro tan breve como maravilloso para buenos lectores y una cierta decepción con la última ganadora del Planeta.
El Premio Nobel de Literatura de 2013 le ha sido concedido a Alice Munro, una escritora canadiense de avanzada edad de quien había oído hablar muy bien, y como en mi biblioteca se encontraba "La vista desde Castle Rock", un libro con toques autobiográficos que publicó hace un par de años RBA, no dude en hacerme con él en cuanto supe la noticia. Munro ha ganado su merecido prestigio con los relatos cortos, y aunque este libro no es propiamente de cuentos, pues se trata de la historia familiar de la autora desde que sus antepasados a inicios del siglo XIX iniciaron desde Escocia su viaje en barco, con lo puesto y en busca de fortuna más allá del Atlántico, lo divide en diversos capítulos que tienen una unidad propia cada uno de ellos. Alice Munro no cuenta un argumento unitario, sino que va desgranando la vida de las distintas generaciones de su familia hasta llegar a su propia biografía. La mayor virtud de la autora galardonada está en su excelente prosa, estamos fundamentalmente ante buena literatura. Alice Munro nos cuenta los sucesos más ordinarios con toda naturalidad, no excluye fallecimientos, accidentes, ruinas, desamores, ... pero son hechos que quedan plasmados sin estridencias y una vez narrados, la historia sigue sin mayores dramas. En las historias que relata la escritora canadiense suelen destacar las mujeres, sus personajes más importantes son casi todos mujeres y la mayoría suelen ser fuertes, constantes y luchadoras. Una novela que se lee con agrado y una puerta abierta a seguir contando con el Nobel de este año.
Mi amigo Brunetti me prestó el otro día "Tocar los libros", un pequeñísimo trabajo de Jesús Marchamalo acerca de la afición a la lectura que me ha parecido entrañable y maravilloso. En 74 páginas, unas cuantas fotos incluidas, el autor nos desmenuza mil detalles relacionados con los libros, desde el tamaño de las estanterías hasta las distintas peculiariedades de diferentes escritores en su relación con los libros, pasando por un buen número de anécdotas, comentarios y valoraciones que un buen lector apreciará mucho. Como ejemplo un botón: Marchamalo nos cuenta como Julio Cortazar, cuando realizó una tourneé por Italia con su mujer en tren y con el fin de ahorrar equipaje, compraba ediciones rústicas de los libros que pretendían leer y una vez leía la página, la arrancaba y se la pasaba a su mujer, quien la tiraba por la ventana al terminarla ... toda una originalidad del autor de "Rayuela". Un libro encantador que cubre un viaje en AVE a Madrid, una noche de insomnio o una tarde lluviosa.
Como cada mes de octubre, en Barcelona se concede el Premio "Planeta", sin duda uno de los más importantes galardones españoles en materia literaria; este año la triunfadora fue Clara Sánchez, escritora de la que siempre he oído hablar bien y de la que nunca leí nada, por lo que opté por enfrentarme a la lectura de "Lo que oculta tu nombre", novela con la que ganó hace tres años el otro gran premio literario por excelencia, el "Nadal". El libro, que me ha durado más de lo previsto -425 páginas en letra grande y con espacios- y ya es una señal, me ha parecido flojo; Clara Sánchez escribe bien y construye adecuadamente su historia, pero, evidentemente desde mi subjetivo punto de vista, el relato adolece de tres inconvenientes: es un tema excesivamente manido -unos venerables ancianos noruegos que residen en un pueblo de la costa levantina y resultan ser unos antiguos y peligrosos criminales nazis-, a pesar de ello la autora no consigue trasmitir una historia creíble y a lo largo de una narración que parece pretender revestir el formato de "thriller" nunca logra cerrar un climax de intensidad suficiente. Así, la novela se termina convirtiendo en un relato entretenido, que mantiene cierta intriga sobre como la autora va a resolver la situación, pero que carece de calado suficiente para ser una buena novela, a lo que cabe añadir unos personajes, en mi opinión, poco hechos. En el mercado está ya "El cielo ha vuelto", la novela con la que Clara Sánchez ganó el Planeta, tal vez sea el momento de darle otra oportunidad.
Desde la última semana de octubre vengo leyendo "Falsa sirena", tercera entrega de la serie que protagonizada por la forense paleontóloga Nora Gavin ha escrito la norteamericana Erin M. Hart; se trata de una novela policíaca que se desarrolla entre Minnesota e Irlanda, pues la citada Dra. Gavin es de origen irlandés, aunque trabaja en USA; en cualquier caso, desde mi punto de vista el libro esta claramente marcado por los aires de la isla vecina de Inglaterra. Se trata de un buen relato de intriga, con un argumento bien construido, personajes solventes y un desarrollo que te coge; a esto cabe añadir el que junto al tema central -el asesinato de la hermana de la protagonista, ocurrido hace cinco años y sin resolver- la autora se descuelgue con toques de fantasía y leyenda muy propios del ambiente irlandés, así se insinúa cierta intervención más allá de lo natural de unos animales tan curiosos como las focas, aunque el relato nunca va más allá de los ordinario. La profesión de la protagonista otorga especial relevancia a la investigación del crimen a través de medios científicos como el análisis del ADN, la utilización de drogas, etc, aunque ello no quite elementos más habituales en el género. El gran inconveniente de la novela es su excesiva extensión, tiene cerca de 600 páginas y pienso que es algo en cierta manera perjudicial: se complica innecesariamente la trama y al final el lector puede terminar haciéndose un lío.
Ya he hablado en otras ocasiones de la calidad de los escritos de Ignacio Martínez de Pisón, un zaragozano que en mi opinión se encuentra entre lo mejor del actual panorama de la literatura española. Ya pasaron por mis manos "Enterrar a los muertos", "El día de mañana" y "Dientes de leche", y en noviembre leí en diez días "Carreteras secundarias", un relato que tuvo una exitosa versión cinematográfica que protagonizaron Antonio Resines y Maribel Verdú y que me ha parecido excelente. Me ha gustado cómo Martínez de Pisón nos describe el ambiente propio de la España de los 70 y a la vez la formidable introspección psicológica de unos personajes entrañables, un padre que se convierte en la genuina figura del perdedor, del hombre castigado por la vida y que termina convirtiéndose en un pícaro contemporáneo y un hijo, Felipe, que es el auténtico protagonista del libro y con quien terminas identificándote plenamente. El autor utiliza el recurso de escribir dirigiéndose a los lectores en segunda persona del plural, algo que, cuando menos a mí, me ha parecido un estilo novedoso y original. El relato es duro, pero a la vez no le falta ni el toque de ironía y humor ni cierta ternura, algo que se acentúa conforme llega el final.
Arnaldur Indridason ya es sin duda un valor seguro, no sólo en el mundo de la novela de intriga nórdica, sino incluso en el del género en Europa; "Invierno ártico" es la quinta novela protagonizada por el inspector Erlendur Sveinsson de la policía de Reijkiavik y no solamente el relato no ha disminuido la calidad de los anteriores, sino que se nota una clara consolidación literaria. El autor islandés elabora una historia muy bien configurada, ordenada y clara, consigue que no pierdas el interés en ningún momento y ambienta perfectamente la narración. Como siempre, Indridason aprovecha para tocar temas interesantes y actuales, en este caso el de la integración de los inmigrantes -la víctima es un adolescente tailandés- y los conatos de racismo que surgen en algunos lugares cuando proliferan las personas de otro lugar y otra raza. No ha perdido fuerza la figura del inspector Erlendur, un personaje complejo y con una vida dura y agitada, junto al que trabajan otros dos policías con "vida propia": Sigurdur Óli y Elínborg. Eso sí, quien quiera leer la novela tiene que saber que es dura desde el principio hasta el final, pero que no dude de que vale la pena.
Hay escritores y libros a los que llegas casi por casualidad; así me ha ocurrido con Friedrich Dürrenmatt, un suizo del que no había oído hablar nunca y cuya novela "Sospecha" apareció hace pocas semanas entre las novedades de la web de la librería "Negra y criminal". Me llamó la atención la portada de la novela y descubrí que Dürrenmatt fue un autor que tuvo un notable éxito por los años 50, comprobando que tenía un personaje protagonista habitual, el anciano comisario Bärlach, por lo que opté por empezar por la primera entrega "El juez y su verdugo", un relato ambientado en Berna y que ofrece un personaje, el citado, sencillamente genial, una novela breve -176 páginas- que lees de un tirón y un género que no es propiamente policial, pues a pesar de la intriga, de que hay crímenes y policías, el autor ofrece ciertas dosis filosóficas y un toque diferencial notable. La localización de la trama en Berna y la nacionalidad suiza de los personajes añade novedad en mi caso, que ya he cubierto otra zona del mapa en ese viaje "negro-criminal" que comencé hace tiempo. Un gran descubrimiento, sin duda.
11 comentarios:
Dürrenmatt me gustó mucho.
Sin duda habrá que seguir leyendo al suizo.
A Dürrenmatt lo recordamos los cinéfilos por una obra de teatro que se llama "La visita de la vieja dama" y que dio lugar, entre otras pelis, a una muy famosa de los años sesenta que en España se conoció como "La visita del rencor" y que protagonizaban Ingrid Bergman y Anthony Quinn. Es ésa sobre una mujer que vuelve a su pueblo natal tras haber hecho una gran fortuna y la ofrece al pueblo si alguien se carga al ex novio que la dejó embarazada y la humilló. Creo que incluso hicieron un Estudio 1 con Irene Gutiérrez Caba y no sé si también Ferrandis.
Vaya argumento tremendo ... veo que Durrenmatt da para mucho ... y lo descubrí por casualidad ...
Gracias por la referencia al "librito" de Jesús Marchamalo. Coincido contigo en que es una pequeña delicia para cualquier bibliófilo; con la ventaja de que, además, puede saborearse en solo dos o tres horas.
También coincido en que la carrera de Ignacio Martínez de Pisón (zaragozano y gran zaragocista y, por lo tanto, sufridor impenitente, como tú) se va agrandando por momentos.
Y eso que no lo tiene nada fácil, siendo un escritor que, viviendo en Barcelona, piensa y escribe en castellano.
Quizá por eso es buen amigo de otro de mis iconos literarios, el gran Enrique Vila-Matas, con quien frecuentaba hace años garitos en Barcelona hasta el amanecer (cuentan que se bebían hasta el agua de las jardineras, hasta que EVM enfermó y por poco la palma). Y ambos eran también buenos amigos, a su vez, del malogrado Roberto Bolaño y del todavía resistente mexicano Sergio Pitol.
En fin....
Los escritores han tenido históricamente cierta afición a las bebidas espirituosas no creo que sean inconveniente para el arte literario, aunque si para la buena salud.
Gracias por las reseñas.
Entre los escritores vivos, el que se lleva la palma en su afición al alpiste posiblemente sea el peruano Alfredo Bryce Echenique, autor, entre otras, de la genial novela "La vida exagerada de Martín Romaña".
Claro que, como bien sabes, a veces te cuelgan una etiqueta o un sambenito y a ver cómo demonios te desprendes de él.
Pero sí, el bueno de Bryce siempre ha reconocido que el whisky (a palo seco, sin aditamentos) le pierde.
Recuerdo que hace unos años, en un espacio de Tv sobre libros, cuando aún se ponía beber y fumar en el plató, el buen hombre se fulminó tres vasos (entiendo que era whisky) en lo que duró el programa. Y eso que no era en directo.
No dudo de la calidad literaria de Bryce Echenique, aunque cuando lo intenté no pude con él. De cualquier manera vete a saber si en su caso y en otros necesitan el alcohol para estar a la altura en su profesión.
Me estoy terminando el de Alice Munro y..., ¡me encanta!Volveré a ella. Seguro.
A Alice Munro es bueno volver. Un saludo!
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