Como cada año, asistí ayer a la procesión organizada por la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, de Huesca, que cada miércoles santo, si el tiempo lo permite, sale a las once de la noche de la Catedral de la capital del Alto Aragón. Constituye una antigua tradición oscense y, sobre todo, una ocasión para comenzar con sentido profundo la Semana Santa. Su nombre oficial es el de "Procesión del Silencio".
La salida, como he comentado, se produce desde el interior de la Catedral y es un momento solemne y emotivo. La fachada de la Catedral oscense aparece iluminada, dotando a la noche de un encanto especial y bajo el ruido de los tambores y las trompetas, a un ritmo lento y armonioso, el paso que representa a Jesús con la cruz a cuestas va saliendo poco a poco del recinto catedralicio a hombros de los costaleros. Los alrededores de la Catedral están llenos de gente que presencia admirada la salida del paso y el inicio de la procesión. son unos minutos intensos en los que se mezclan la trascendencia religiosa e histórica de lo que se conmemora, intensidad emotiva que aporta toda tradición y la fe y el sentimiento de los asistentes.
Tras la salida, los participantes en la procesión se dirigen por la empinada cuesta de la Costanilla de Santiago hacia la Plaza Lizana y el Coso Alto, en dirección al momento más emotivo de todo el recorrido, cuando a la altura de la Plaza de la Inmaculada el paso de Cristo con la Cruz tuerce a la derecha para encontrarse con la Virgen que se halla en en monumento de dicha plaza. Al repique de los tambores y con el silencio impactante de los ciudadanos que abarrotan la plaza, Jesús se encuentra con su madre en fiel rememoración de lo ocurrido camino del Calvario hace dos mil años.
La procesión continúa por el Coso Alto hasta la altura de las cuatro esquinas, donde tuerce por Duquesa Villahermosa en dirección a la Plaza Mayor y a la de San Pedro, subiendo por la calle de las Cortes de regreso a la Catedral, previa parada en el Convento de l Asunción, en la Catedral, todas las secciones que conforman la procesión esperan la llegada del Cristo en un nuevo momento de gran intensidad.
Huesca, como imagino que muchos otros lugares de España, es una ciudad donde se viven con todo el sentido y la intensidad las tradiciones; hay muchas, aunque posiblemente yo me quedaría con las Completas de la víspera de San Lorenzo y en encuentro de Jesús con la Inmaculada que centraliza esta procesión. Pero, mas allá de la tradición, unida a ella, está toda la enorme manifestación de fe y convicciones religiosas que perviven en estos acontecimientos.
He dicho que la procesión era la del silencio: por encima de tradiciones y convicciones, cada uno en silencio, hemos de ser capaces de sacar concusiones de lo preenciado, de asumir que esto no puede quedar en un tiempo concreto, en un día señalado.
6 comentarios:
Debe de ser una cosa impresionante. Demasiado emotiva, tal vez, no sé.
A veces la emotividad depende de cada uno: del estado de ánimo, de la sensibilidad, del sentimentalismo ... lo importante, pienso, es que no se quede en mera superficiaidad, pose o sensación fugaz y sepamos darle sentido.
En los asistentes veo a veces mera postura que podríamos llamar turístico-tradicional, pero también ves gente frncamente conmovida, que vive intensamente el momento y no se queda en lo externo.
Sí, absolutamente, y tu dices que te sirve para empezar bien la Semana Santa. Tiene un nombre curioso.
Llego tarde. Ya no es ayer. Observo que también has colgado "La saeta". Leo la entrada y me doy cuenta de que he sido dura en la mía, a propósito del entramado cultural y pseudoreligioso que se arremolina alrededor de las procesiones.
"El encuentro" en silencio. Tantos años en Huesca por estas fechas y me entero de muchas cosas por este blog.
Muchas gracias y un saludo
No tienes porque haber sido dura, es cierto que existe ese entramado, aunque tal vez sea más fácil reconstruir desde eso que desde la nada, ... no se.
Y al igual que la belleza está en el interior, todo dependerá de la fe, la piedad, el fervor,... de cada asistente o participante.
He pasado varios días sin poder leer tu blog por haber estado fuera como ya sabes y me ha encantado leer este artículo, me ha hecho mucha ilusión porque lo has descrito tan bien que ha sido como estar allí, y todos los lugares por los que pasa la procesión me sonaban, creo que debería ir algún año a verla.
A mi, en particular los tambores, me parecen sobrecogedores y siempre pienso que representan esa tormenta, el cielo que se abre cuando muere Jesucristo.
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