22 de septiembre de 2016

Problemas de peatón


Desde pequeño me enseñaron que cuando uno camina por la acera debe de hacerlo siempre por su derecha. De esta manera, si cada cual respeta esta norma el tráfico "peatonal" discurre con normalidad y sin problemas: cada cual se cruza con quien anda en dirección contraria a la suya y aquí paz y después gloria. Pero me temo que bastantes han olvidado tal criterio, a los más jóvenes no se les ha enseñado y a estas alturas ya no sabría decir si el mismo sigue siendo regla, cuando menos consuetudinaria, vigente.

A mí, peatón irredento, se me presenta con frecuencia un problema cuando en dirección contraria a la mía me encuentro varias personas, generalmente jovencitos y jovencitas, que ocupan todo el ancho de la acera y no encuentro recoveco alguno por el que seguir mi ruta. Parece que resolver el tema no debería ser complicado: alguien se hace a un lado, el beneficiado lo agradece y cada cual sigue su camino. Pero no es raro que conforme te acercas al grupo que cierra tu paso, compruebas como nadie inicia movimiento alguno para hacerte hueco y sin comerlo ni beberlo aparece el dilema de cómo seguir tu paso frente a quienes no sólo no se apartan, sino que a su modo incluso pueden atropellarte.

He de reconocer que resolver el problema se ha convertido en un buen debate interno y personal. Una posible solución sería comprarme un silbato para hacerme paso a modo de bocina automovilística, aunque me da cierta verguenza llamar de ese modo la atención. Otra alternativa sería  caminar provisto de una pértiga con la que superar la barrera humana que se me pone por delante, pero debo confesar que no me veo en forma física adecuada para semejantes intentos. También me he planteado la táctica del enfrentamiento, embistiendo contra el muro obstaculizador a modo de los míticos catafractos del ejército de Anibal, blandir amenazante la espada como el Capitán Trueno -"abrir paso sarracenos a un caballero español"- e incluso proponer al contrario jugarnos a los dados o a los chinos quien pasa primero.

Queda claro que ninguna de las citadas son soluciones prácticas, que de ejercitarlas no te convierten precisamente en un buen ciudadano, más bien al contrario y que cuando ya andas en el umbral de la sexta década de tu vida no convienen las emociones fuertes. Por eso, como en tantas cosas, la mejor solución es el acuerdo, el respeto y la educación ciudadana. Y si te encuentras con personajes reticentes que se piensan que la calle es suya -Fraga Iribarne dixit- te buscas la vida y pelillos a la mar.

3 comentarios:

Susana dijo...

Qué molesto tener que andar así. Un beso.

Modestino dijo...

Otro beso Susana ... de cualquier forma, mi post tiene más de broma que de queja ... ;)

Contadora de Libros. dijo...


Muy simpático post. Lo de la pértiga quedó dando vueltas en mi cabeza como posibilidad real y práctica :-)