17 de septiembre de 2013

El modelo y el diapasón

 
Como ya dije en alguna ocasión anterior, estoy leyendo las "Memorias" de Jean Francois Revel, y la verdad es que este hombre, quien a veces parece sensato y a veces libertino, me está enseñando bastante. En un momento determinado, refiriéndose a esa tendencia que todos tenemos a buscar personas a las que emular, asegura que "los modelos no tienen que ser imitados, sino utilizados como diapasón, como instrumento de audición y control". No podría asegurar lo que realmente quiso decir el pensador francés con esta frase, pero a mí me ha resultado sugestiva; me temo que a veces tenemos la tendencia a buscar dioses entre los humanos, y no nos damos cuenta de que por un lado, cualquier hombre o mujer a quien idolatremos terminará decepcionándonos, porque en la esencia de la persona está su propia imperfección y a lo mejor le exigimos más de lo necesario, mientras que por otro lado, si queremos hacer el bien, hemos de intentar hacerlo con nuestras propios caracteres y capacidades, por nosotros mismos y mirando al frente, aquéllos a los que admiramos son un reflejo, una línea de actuación, ... un diapasón que marca un ritmo, una tendencia, no una falsilla que nos hace perder personalidad y puede que hasta mérito.

Podemos admirar a mucha gente, y eso no es malo; la historia nos presenta a personas de todo tipo y condición que hicieron mucho por el mundo y por las personas: santos, conquistadores, científicos, artistas de todo tipo, ... pero en su gran mayoría no hemos conocido personalmente a ninguno, sabemos lo que nos cuentan los libros de historia, lo que ponen de manifiesto sus obras y lo que relata alguna que otra biografía que puede pecar de parcial, de fantasiosa o de excesivamente literaria; se nos ha privado de los matices, de las circunstancias y, generalmente, de los defectos, esos detalles que al final acaban haciendo más humano al personaje. Yo pienso que Madame Curie y el Doctor Fleming, San Pablo, el Cardenal Cisneros, Cristóbal Colón, David Livigstone, Chesterton o Concepción Arenal no serían seres perfectos, incapaces de meter la pata, impecables en su campo o en otro, inalterablemente valientes, virtuosos o trabajadores, sino que tendrían sus debilidades, sus flaquezas y sus torpezas, circunstancias que posiblemente no impedirían que los hubiésemos dejado de admirar en el caso de haberlos conocido en persona, y sus limitaciones no tendrían porqué dejar de convertirles en ese diapasón que nos sirve de indicio, de suave sonsonete para actuar.

Me parece que un buen ejemplo de lo que digo pueden ser nuestros padres; ya se sabe que en la infancia nos suelen parecer perfectos, en la adolescencia les comenzamos a cuestionar y hasta considerar que no dan la talla, mientras que con la madurez valoramos todo lo bueno que tienen, ni los idolatramos ni se nos escapan sus defectos, pero el cariño pasa por encima y, sobre todo, lo positivo, que suele ser abrumadoramente mayoritario, nos esconde lo negativo. Y puede que en nuestro caminar por la vida, no se trate de seguir en su caso al pie de la letra lo que ellos hicieron, sino que nos limitamos a escuchar el diapasón, a enfilar las decisiones siguiendo ese "aire" que ya nos sabemos casi de memoria, porque lo aprendimos en vivo y en directo y nos termina resultando bastante más convincente que otros modelos que tal vez aparenten -o pretendan aparentar- ser más cualificados y rimbombantes. Y por supuesto, cada cual tenemos nuestra seña de identidad, porque como los buenos músicos el diapasón es la "pista" y nosotros ponemos el resto ... siempre con la ayuda de Dios, eso sí, que más nos vale.

4 comentarios:

Susana dijo...

Qué buena es esta imagen del diapasón. Yo me temo que muchas de las personas a las que admiramos no son realmente admirables, pero visto como una guía está bien. Un beso.

Modestino dijo...

A lo mejor es que no hay nadie admirable ... o que lo admirable esta en la capacidad de sobreponerse a los propios defectos, o que en definitiva lo que a uno le gusta es elegir avsus modelos, o más en coherencia con el post elegir el diapasón.

Anónimo dijo...

Cuanto más años cumplo mas admiro a mis padres que hicieron tanto con tan poco.

Modestino dijo...

Con nuestros padres siempre solemos tener deudas pendientes.