30 de julio de 2012

En las garras de la telefonía móvil


La semana pasada tuve la debilidad de aceptar una de esas ofertas para cambiar de empresa de telefonía móvil; una agresiva e implacable operadora con sede en Sevilla me convenció para cambiar de compañía, vendiéndome con habilidad, perseverancia y, por encima de todo, poderío todo tipo de ventajas si le hacía caso. La oferta verdaderamente estaba bien y acepté lo que me proponía. Como era de esperar, al día siguiente la entidad que me factura cada mes mis gastos de teléfono móvil se puso en contacto conmigo para realizar una contraoferta, que al final consideré mejor que la recibida, decidiendo mantener en definitiva la fidelidad a ésta.

Aquí empezó mi verdadero calvario, pues resulta que las leyes han cambiado y tienes que ser tú y no tu compañía quien se ponga en contacto con la otra para deshacer lo andado, algo que en esos términos que nunca aprenderé se llama "cancelar la portabilidad". A un personaje suspicaz y poco paciente como quien esto escribe lo peor que le puede pasar es que termine moviéndose, literalmente y en términos castizos, "como p... por rastrojo" para conseguir conectar con una empresa a la que tras ponerle la miel en los labios pretendes decirle que de lo dicho nada y que te quedas con la "vieja".

El miércoles de 20.00 a 21.00 horas y el jueves de 10.00 a 11.30 los hube de dedicar a comunicarme con ese móvil que se disputaban dos tiburones del sector con diversas señoritas que me atendieron en su gran mayoría -todo hay que decirlo- con una delicadeza y paciencia exquisita. Al parecer la compañía que pensaba haberse llevado el gato al agua se resistía a renunciar a lo logrado, para lo cual me sometía a unas largas esperas telefónicas con una especie de música que intuyo debe ser la misma que utilizan en la antesala del infierno, mientras sin solución de continuidad escuchaba una voz enlatada que me decía "su espera es superior a 5 minutos, ruego permanezca atento al auricular". Mi estado de excitación fue creciendo, llegando en algún momento a perder los papeles, pues a las 13.30 terminaba el plazo para cancelar y me mantenía en unos intentos inútiles más propios del "Vuelva usted mañana" de Larra que de una empresa que se supone privada. En un momento llegué a mandar estrictamente a escaparrar a una operadora algo más impertinente que el resto, pero que de cualquier manera no tenía la culpa de nada y a quien me gustaría pedir disculpas. Al final conseguí mi objetivo tras lograr, al cabo de más de hora y media, hablar con dos empleadas de la compañía reticente, aunque tuve la impresión de que para ello habían elegido a las más torpes. Eso sí, viví interiormente la misma sensación que deben de tener las víctimas de un secuestro, los porteros que encaja una goleada o los exploradores que se ven metidos de la olla de una tribu caníbal.

La odisea me permitió visitar una tienda de la empresa en cuestión, donde fui estupendamente atendido por una trabajadora amable y simpática, y donde al presenciar las gestiones de las dos clientes que me precedieron pude comprobar como a pesar de llevar ya tiempo viviendo una crisis que ha llevado a empresas y familias a la ruina, seguimos viviendo en un mundo de yuppi y buscando continuamente perfeccionar nuestro móvil personal, al que solamente falta que le pidamos que nos afeite cada mañana, nos pinte el rímel, nos acune a la hora de dormir y nos azuce a la de levantarnos. Pero que vanos que llegamos a ser, ... con lo bonito que era el zapato de Maxwell Smart.

7 comentarios:

Tommy dijo...

O sea, que te quedaste con la misma sensación que tuvieron ayer los chicos del paisano Luis Milla al ser apeados de la Olimpiada. Eso sí, no recuerdo que con el joven guardameta De Gea se hayan ensañado tanto como algunos han llegado a hacerlo con San Iker, y todo por el hecho, absolutamente extradeportivo, de tener una novia guapísima y famosa (para los que no sean fans de Operación Triunfo, me refiero a la cantante Edurne).

dolega dijo...

Eso es entrar en otra dimensión. Yo hace años que me negué en redondo a cambiar porque las dos experiencias que tuve fueron de pesadilla de zombies y a una de ellas, concretamenter a Telefónica la tuvew que llevar a consumo, cierto que le gané el caso pero no veas que calvario. Así que cuando llaman ni contesto y si contesto, cuelgo.
Saludos

Modestino dijo...

Tommy: deberia dedicar un post al fracaso olímpico de nuestra selección, y hablar de que tal vez fueron un poco de sobrados, de que necesitábamos una cura de humildad, de que hay que saber ganar y saber perder, ... pero lo dejo para otra ocasión.

Modestino dijo...

Dolega: tu postura es la más inteligente, pero yo ya he caído tres veces: he hecho el propósito de que no vuelvfa a pasar.

opinadora dijo...

Las compañías telefónicas son como los bancos que te dan un paraguas cuando .o lo necesitas y te lo quitan cuando empieza a llover

Modestino dijo...

Buena metáfora!

Anónimo dijo...

Normalmente es dificil veг articulos cohеrentemente expuestos, poor lo que aрrovecho para reconoceгtelo.Un saludo.


Para mas informacҺion ; Jose