He de reconocer que me da cierto reparo contar esta aventurilla, pero como a mí me ha hecho pensar la traigo por aquí para compartirla con quien tenga la ocurrencia de aparecer por este rincón de internet. A veces hablamos mucho de la crisis económica, nos compadecemos de quienes en los escalones sociales más bajos la están sufriendo en circunstancias más dramáticas, pero no somos conscientes hasta que punto nos está devolviendo a tiempos y a situaciones que parecían superados hace quinquenios.
El sábado pasado andaba yo a primera hora de la tarde por la calle Unceta de Zaragoza, ubicada en las inmediaciones del tradicional Barrio de las Delicias; caía un sol de justicia, seco, a pelo sobre el asfalto como suele ocurrir en los agostos zaragozanos. Había caído en la debilidad de comprarme un cucurucho de helado -de turrón, en concreto- y andaba con esa especie de combinado de vergüenza y clandestinidad que al menos a mí me entra cuando como por la calle. Al pasar por los contenedores de basura ubicados en torno a un establecimiento "Simply", comprobé que una señora ya entrada en años se encontraba hurgando entre los restos depositados en aquéllos, llamativamente apurada por no conseguir acceder a algo que pretendía recoger.
Me chocó la situación, pues la señora iba bastante bien vestida y peinada, y no respondía en absoluto al tipo de persona que uno espera ver en esa situación; la mujer repetía que no podía conseguir su objetivo sin la ayuda de nadie y en torno suyo no había más que otra señora mayor con poca capacidad de echar una mano y quien suscribe, por lo que ante el dilema de ofrecer mis servicios u optar por hacer mutis por el foro y no darme por aludido, hice de tripas corazón y le pregunté cual era su problema. Me explicó que había visto en el fondo del contenedor una sandía entera, y andaba desesperada por hacerse con ella; me líe la manta a la cabeza y ayudé a la buena mujer a tumbar el recipiente, y mientras ella lo sujetaba introduje medio cuerpo en el mismo e intenté sacar la sandía, cosa que al final no hice al comprobar, para desilusión de mi nueva amiga, que la sandía no estaba entera, sino que la otra mitad tenía muy mala pinta.
La señora me agradeció el servicio y me dijo que si quería llevarme alguno de los otros productos que había recuperado del contenedor, regalo que evidentemente no acepté a la vez que le animaba a tirar unos huevos que me parecía podían ser peligrosos para su salud y la de su familia. Me explicó que toda su familia estaba en paro y que al mediodía se dedicaba a recoger lo que encontraba en los contenedores cercanos a los supermercados de la zona y nos despedimos, yo rumbo a la estación de autobuses y ella a ver que encontraba en las inmediaciones de "Galería Primero".
Insisto en que la mujer era educada, iba limpia y aseada y no tenía aspecto marginal alguno; simplemente fue una enseñanza inesperada, una lección gratuita del fin de semana.
10 comentarios:
Hace ocho años y medio, lo recuerdo porque estaba gestando a mi hijo mayor, llegó a España una prima de la Argentina. Bueno, en realidad nuestros abuelos habían sido hermanos.
Contaba entonces que en su país, la gente comía de lo que encontraban en los basureros y me estremeció...
Me has tocado cerquita de la diana, Modestino, mis hermanos trabajan en Delicias, 1, ese es un poquito mi barrio, también.
Hasta el sábado eso de remover contenedores me parecía cuestión exclusiva de gitanos rumanos ... ahora comprendo que el problema es mucho más amplio.
Supongo que sería en el Simply de la C/ Unceta que hace esquina con la C/ Graus, ¿no?. Allí se suele encontrar a personas buscando entre los deshechos del Simply, y sí, desgraciadamente ese acto ya no es competencia exclusiva de los gitanos rumanos.
Efectivamente ahí sucedió la cosa.
Por aquí, muchas parroquias ya tienen un departamento dedicado especialmente a estos pobres que tienen verguenza de su pobreza, a veces verdadera indigencia, y que no piden, simplemente no piden - se suicidan muchas veces, eso sí. Es horrible. Existe Banco Alimentar en Zaragoza?
A mi me sucedió algo parecido en Pontevedra.
La señora era joven y rebuscaba en un contenedor, al verme me pidió dinero. Le dije, "mira, allí hay un supermercado, te compro lo que quieras, pero no te doy dinero.
Y me dijo "pues unos pañales".
¿Pañales?...y vi que estaba necesitada, pues no estaba claro que no pedía para ella.
Entramos en el super y me quedé alucinado por dos cosas. Una es lo caros que son los pañales, compramos varios, y yo, que no tengo niños, pues me sorprendió lo que cuesta tener el culo limpio de un chavalín.
La otra cosa fue la cara de la cajera y compañeras mártires de la cola al ver que un tipo con corbata y una vagabunda a su lado se compraban los pañales como si fuesen un matrimonio feliz.
La próxima vez que alguien me pida algo, antes, pregunto...¡joder con los pañales!
En mi día a día escucho a muchas personas, muchas han perdido tanto que sólo les queda la dignidad.
Por eso parte de mi trabajo es impedir que en un mundo que los va reduciendo a eres lo que tienes, y te dan por lo que pagas terminen perdiendo la poca confianza en la humanidad que les queda.
Modestino esas señoras siempre han estado pero eran menos y podían esperar a la noche y con ese "permiso de noche" recoger del contenedor, ahora hay tantas y tantos en competencia que en cuanto sacan los desechos no se puede esperar a la noche por eso son más visibles.
Un abrazo por la entrada
No quería pasar de largo por esta entrada.
Me conmueve lo que podemos llegar a hacer en caso de necesidad e incluso guardando la compostura. ¡Bien por no pasar de largo por ese lugar!
Me ha recordado lo que me ronda últimamente, Modestino. Nunca ha servido, pero hoy día menos. A la persona no se la conoce en un flash... Demasiada gente con hambre, sin cintura de tanto apretarse el cinturón pero con una dignidad que ni se te ocurre pensar que pasan penurias de contenedor.
Me descubro ante el gesto de introducirte literalmente dentro de uno de ellos. Suelen oler a... eso.
Un saludo y gracias, jurisconsulto
Annemarie, en Zaragoza y en Huesca funciona el Banco de Alimentos. Hace unos meses hablaba con la prima de un amigo mío, que colabora con una Parroquia de Zaragoza y me contaba que se ha generalizado el que gente de clase media también acuda a pedir ayuda, porque la necesitan evidentemente.
Uno va conociendo a gente que echa una mano desinteresadamente en estas cosas, sin alharacas, sin ponerse medallas.
Publicar un comentario