1 de mayo de 2010

Dos viejas novedades en novela negra


Conocida es mi afición por todo tipo de novela negra y policíaca; por esta razón me gusta trastear por librerías, publicaciones y webs especializadas para descubrir nuevos autores y novelas que tengan algún tipo de peculiariedad que las haga atractivas. De esta manera descubrí en su día dos autores hasta ese momento desconocidos para mí: Roger L. Simon, del que oí hablar por vez primera a Tommy en esta misma sede y que fue quien me prestó "El pato de Pekín" y Stuart M. Kaminsky, un veterano autor nacido en Chicago del que me llaó la atención "Camaleón rojo", una novela que se encontraba en el apartado de "rescatables" de "negraycriminal", la web de la Librería barcelonesa de la que hablé un día y que es visita frecuente obligatoria para cualquier aficionado al tema.











"El pato de Pekín"
Roger L. Simon
Ediciones B. Barcelona (1988)
271 páginas

Le presentamos al detective judio Moses Wine. Un personaje verosimil, nada épico, que se casó, tuvo hijos, se divorció, se psicoanalizó y que viajó a China "para comprar unos dólares de revolución".

Con la lectura de este libro he entrado en relación con un nuevo personaje, Moses Wine, un detective judeo-americano al que Roger L. Simon, quien también se dedica a hacer guiones de cine, presenta con tintes progresistas y de persona audaz. Las novelas policíacas "de personaje" tienen la ventaja de que una vez leída la primera da la impresión de que el individuo en cuestión pasa a engrosar la lista de tus conocidos, siempre por supuesto, como es el caso, que se trate de un protagonista bien elaborado y con personalidad.

"El pato de Pekín" es una historia entretenida y bien estructurada que tiene la virtud de hacerte pasar un buen rato, aunque hay que decir que la primera parte del libro peca de poca acción; la intriga, efectivamente, tarda en aparecer, aunque Simon consigue, y es un acierto que ha de ponerse en su haber, que la última fase de la novela se acabe leyendo de un tirón.

No estamos ni ante un thriller ni ante un drama policial, sino que toda la novela, incluyendo los personajes más tensos, está escrita en un tono de ironía y fino sentido del humor que convierte en muy grata su lectura. Por otra parte, estamos ante un autor, Roger L. Simon, que no evita transmitir en sus libros cierto mensaje ideológico subliminal, algo que puede disgustar a algunos pero que pienso no descentra la naturaleza esencial del libro, que no es otra que su condición de policíaca.

Al desarrollar la trama en China continental, Simon aprovecha para facilitar al lector cierto baño histórico-cultural en torno a la revolución china, la situación del enorme país al tiempo en que se escribió -1988- y las costumbres e instituciones del lugar -tribunales populares, servicios secretos, ...-, con una muy especial referencia al problema surgido a la muerte del líder Mao Tse Tung a causa de la llamada "Banda de los cuatro", sobre todo en relación a la esposa de aquél, Chiang Ching.

En definitiva, una novela entretenida, bien escrita y con matices enriquecedores.












"Camaleón rojo"
Stuart M. Kaminsky
Ediciones B. Barcelona (1987)
302 páginas

Una investigación del inspector Rostnikov, el policía que lee a Ed McBain en Moscú.



Si Simon nos lleva a Pekín, Kaminsky desarrolla su historia en el Moscú soviético, antes de que la caída del muro precipitase el fin del mundo blochevique; la diferencia estriba que mientras el primero traslada su detective americano a la capital China, Kaminski, que nació en Chicago en 1935 y falleció el pasado mes de octubre, crea específicamente un inspector moscovita, Porfiry Petrovich Rostnikov, un personaje de una fuerza especial. "Camaleón rojo" me ha parecido una novela estupenda, llena de contenido, de esas que no se limita a narrar diálogos y sucesos, sino que profundiza, y mucho, en cada personaje.

Y es que los personajes de este libro tienen, salvando las distancias y sin ánimo de decir barbaridades, un aire a los de Dostoyewski. El guión presenta tres casos paralelos: el asesinato de un viejo judío mientras se encontraba en la bañera de su casa, la existencia de un franco-tirador que se dedica a matar policías desde los tejados de Moscú y el robo de un vehículo a un alto mando de la KGB, aunque es sin duda el primero de ellos el que sirve de hilo conductor y justifica, algo que no se descubre hasta el final, el título de la novela. Kaminsky consigue mantener atento al lector y desarrolla muy bien la psicología de los protagonistas, que tienen el denominador común de su vida poco atractiva en una Rusia donde se empezaba a notar la decadencia de un régimen sostenido por unos gobernantes ancianos y corrompidos.

Como en el caso del pato pekinés, el autor aprovecha para describir con precisión e interés el ambiente del Moscú bolchevique, con todas las miserias y defectos patentes. Llamativo es por ejemplo el episodio donde se relata la atención de uno de los policías en un Hospital, de donde tiene que huir para que no se le ampute precipitadamente un brazo, o las descripciones de los míseros habitáculos donde viven los protagonistas. También es llamativo como Kaminsky convierte a su protagonista en un apasionado lector de Ed Mcbain, citando igualmente a lo largo del libro a otros colegas como Lawrence Block y Joseph Wambaugh.

Puedo asegurar que se trata de una de las novelas de este género con la que más he disfrutado últimamente; al parecer Kaminsky tiene más libros con este protagonista, si bien solamente ésta está traducida a nuestro idioma. El autor tiene otra serie, protagonizada por Toby Peters, un detective dedicado a solucionar los problemas de los más famosos de Hóllywood, así existen libros en cuyos títulos aparecen Errol Flyn o los Hermanos Marx, aunque son lecturas pendientes de las que habrá que extenderse en otra ocasión.


6 comentarios:

Mariapi dijo...

Me he autoimpuesto el castigo de no comprar más libros hasta que me haya puesto al día...pero con estas reseñas me lo pones muyyyy difícil.
Los apunto para el verano, gracias.

Modestino dijo...

Hay que saber buscar las formas de leer sin gastar en exceso; las bibliotecas públicas y los intercambios con amigos facilitan superar ese vicio que tenemos algunos de llenar nuestras estanterías de libros que ni sabemos cuando podremos leer.

veronicia dijo...

Ya estoy disfrutando por anticipado de éstas exóticas lecturas de novela negra...Yo tomo nota... Un Camaleón y un Pato!!!
(Pero comprar libros no es gastar es invertir... a veces el único problema puede ser el espacio)

Modestino dijo...

Por supuesto que es invertir; pero hay libros que son más de aluvión y a lo mejo0r compensa sacarlos de la Biblioteca porque no son indispensables en la tuya.

veronicia dijo...

Cuando sacaba libros de la biblioteca siempre me prometía a mí misma comprarlo cuando tuviese dinero... pero luego cuando lo compraba no era el mismo, el que yo quería era el que me acompañó a los lugares en que lo leí.
Los libros me han permitido ir donde mi mundo no llegaba, dejarlos en la biblioteca era como abandonarlos, y mirarlos en mi biblioteca como regresar a sus historias.
En los míos puedo dejar una flor o una hojita como un símbolo de mi aprecio por los buenos ratos que me han hecho pasar...

Anónimo dijo...

Una pequeña corrección: "el pato de Pekín" fue escrita en 1979.

Saludos.