8 de enero de 2014

Un mister de una pieza


José María Maguregui falleció en Bilbao el pasado 30 de diciembre a la edad de 79 años. Todavía era joven, pero andaba flojo de salud: ya en la inauguración del nuevo San Mamés se le vio con muletas, mayor y limitado. Maguregui formó en el Athletic de los años 50 una media de ensueño junto a Mauri; la primera vez que oí mencionar esta pareja de volantes fue a un profesor de lengua española que tenía la habilidad de intercalar en sus excelentes clases alguna que otra morcilla futbolística: a él le escuché por primera vez mencionar la clase del volante Ramiro del Atlético de Madrid o del extremo barcelonés Basora. Eran tiempos en los que el centro del campo era sostenido por dos únicos jugadores, en el caso de los leones por uno más "técnico" y ofensivo, que era Mauri -Mauricio Ugartemendia Lauzirika- y otro más físico y defensivo, Maguregui. Con ellos en liza el Athletic conquistó una Liga y tres Copas. Entre su adiós al Athletic (1961) y su retirada del fútbol (1965), Maguregui, quien había dado sus primeros pasos futbolísticos en el Villosa de Llodio y el Arenas de Guecho, aún jugó en el Sevilla, Español y Recreativo de Huelva.

Para los de mi generación Maguregui fue, fundamentalmente, un entrenador de leyenda, uno de esos trabajadores del fútbol que garantizaba a la directiva que le fichara trabajo, humildad y eficacia. No se podría entender el fútbol de los 70 y los 80 sin el nombre de José María Maguregui, un auténtico especialista en subir equipos a primera y mantenerlos con cuatro retales. Fue célebre su frase de que en este equipo "quien no corra tiene menos futuro que un espía sordo". El otro día Eduardo Rodrigálvarez en El País contaba una anécdota de una de sus épocas en el Racing que le define: "en un partido trascendente del Racing, quizás contra el Madrid, quizás contra el Barça, Maguregui, corría la temporada 1984-85, durante la charla previa en el vestuario, aleccionó a los futbolistas con una táctica sencilla: “Si hay un saque de banda, se la damos a Setién; el portero saca y se la da a Setién; si hay una falta lejana al área rival, se la damos a Setién; si hay una falta directa, la tira Setién; si hay un córner, lo saca Setién y se la pone a Setién para que remate”. “Míster”, dijo Setién, “yo no puedo hacer las dos cosas”. “Mire, si usted no se siente preparado para este partido, no juega”. Sus primeros éxitos notables llegaron precisamente en el equipo de "El Sardinero", al que en 1973 llevó a la primera división tras coger un club inmerso en una crisis que había estado a punto de llevarle a tercera, y lo levantó con gente de la casa: el meta Santamaría, los defensas Chinchón y Portu, los medios Santi y Díaz, el atacante Sebas ..., jugadores desechados por el Real Madrid como Espíldora, De la Fuente y Barba, algún veterano "recauchutado" como Sistiaga, Arrieta o Pedro Amado y el prometedor Aitor Aguirre. Aunque la estancia en la máxima categoría fue breve, la directiva siguió confiando en él y en 1975 lo devolvió a la cima con una plantilla reforzada con Camus, Zuviría, Geñupi, el exvalencianista Sergio  y el extremo internacional José Armando Ufarte, esta vez con una estabilidad de varios años.

En 1977 abandonó Santander y se fue a Vigo. El Celta había descendido a segunda y tenía un equipo muy limitado: Fenoy, Villar, Santomé, Juan, Castro, Félix, ... tras doce jornadas en la zona baja de la categoría, la directiva celeste confío en el vasco, quien terminó consiguiendo el ascenso, a pesar de lo cual al año siguiente se marchó al Almería, llegando a Vigo Laureano Ruiz. En Almería Maguregui consiguió una de sus hazañas más espectaculares, pues ascendió a primera a un club sin historia en la división de honor que acababa de llegar de tercera; como siempre la plantilla tenía más "hombres" que "nombres": César y Maxi, llegados del Oviedo, Garay, del Athletic, Zunzunegui del Barça, Jeromo y Paniagua del Recre, los paraguayos Oscar López y Rolón, ..., manteniéndolo en primera, incluso con posibilidades en algún momento de clasificarse para jugar en Europa. También Rodrigálvarez tiene "sucedido" para esta época: "Curioso fue cuando el Almería, tras haberlo ascendido a Primera División en 1979, le ofreció seguir como entrenador y al negociar las cláusulas le dejó que exigiera la cantidad que quisiese por objetivos. Él dijo que no sé cuántos millones por meterlo en Europa y el presidente con una sonrisa sardónica aceptó de buen grado. Mediada la segunda vuelta fue palideciendo porque el Almería crecía y crecía, ganaba y ganaba, y las arcas se hacían estrechas para el objetivo pactado. Al final el equipo andaluz no entró en Europa por seis puntos y más de uno (no la afición) respiró aliviado."

En 1980 el entrenador fallecido tuvo la oportunidad de tomar las riendas de un equipo ya asentado en primera como era el Español, un club que tenía en su plantilla nombres tan ilustres como Urruti, Molinos, Roberto Martínez y Marañón, futbolistas junto a los que comenzaban a destacar jóvenes como Urbano, Zúñiga, el danés Lauridsen y Diego Orejuela. No obstante, en ese Español rocoso y regular Maguregui tuvo la valentía de hacer debutar a auténticos desconocidos que terminaron cuajando en buenos jugadores: el lateral Job, los centrales Canito, Gallart y Miguel Ángel, el fino interior "Tintín" Marquez y el extremo Mauri. Fue el de Maguregui un Español dinámico, que siempre tanteaba los lugares altos de la clasificación y que terminó siendo el origen de ese Español que llegaría a la Final de la UEFA bajo las órdenes de Javier Clemente. Tras su pase por el viejo Sarriá, Maguregui regresó a Santander, donde estuvo cuatro años con un Racing de primera donde el mejor era Quique Setién y en el que también brillaban Castaños, Bernal, Alba, Sañudo, Gelucho, ... un Racing con su sello, en el que sus aficionados sabían que el banquillo era un seguro de vida.

En 1987 Maguregui vuelve a Vigo. El Celta ya no era el equipo sin más aspiración que la permanencia de las otras veces, acababa de subir de segunda y la directiva le buscó buenos refuerzos. Recuerdo perfectamente el "Estudio-Estadio" de una de las primeras jornadas, los de Vigo iban embalados y alguien entrevistaba a Maguregui, quien con voz emocionada y entusiasta afirmaba con firmeza: "¡tengo mimbres!, ¡tengo mimbres!", y efectivamente el equipo era sólido: a jugadores que habían sido clave en el ascenso como Maté, Atilano, el inglés Hagan, Camilo, Vicente, Arteaga y, por encima de todos, los goleadores Baltazar y "Pichi" Lucas, se habían sumado en verano dos veteranos centrocampistas de garantía como eran el ex atlético Julio Prieto y el ex sevillista Zambrano, a los que había que sumar el regreso de Noly y la revelación de la temporada, Jorge Otero, quien luego sería internacional y debutó con el mister vasco. La temporada fue sensacional, y Maguregui se convirtió en el entrenador de moda, tanto que despertó el interés de Jesús Gil, dueño y señor de un Atlético de Madrid  que cada año renovaba sus caprichos; Gil llegó a un acuerdo con "Magu", quien no terminó el curso con el Celta fruto del enfado de sus directivos.

Sentarse en el banquillo del Vicente Calderón era la oportunidad de su vida; nunca hasta entonces había estado al mando de un equipo con las máximas aspiraciones, aunque también era cierto que ese mismo banquillo tan goloso era llenado cada temporada de pólvora y Maguregui no iba a ser la excepción. El año anterior había fracasado el mismísimo César Luis Menotti y Gil alardeaba de que por fin había conseguido contratar a un entrenador serio, trabajador y que no vendía humo. Maguregui se pasó el verano repitiendo con emoción una frase muy suya: "tengo un equipo a mi medida", vete a saber que querría decir el hombre con tal afirmación, aunque imagino que se refería a que sus jugadores eran gente trabajadora y eficaz, que no había "figuritas. De hecho, como cada año, Gil no se había parado en barras para traer a su "mister" lo que le pidió: el carrilero del Valladolid Torrecilla, los centrocampistas mallorquines Orejuela y Luis García, los brasileños Donato y Baltazar, el extremo del Murcia Manolo, el goleador del Oviedo Carlos y el defensa canario Sergio Marrero. A pesar de todo, los resultados no llegaron, el inicio de temporada del equipo fue desastroso y Maguregui duró cinco jornadas. Eso sí, con una directiva más común y sensata, posiblemente las cosas hubieran ido de otra manera. Tras su paso por Madrid estuvo media temporada en el Real Murcia, un par más de nuevo en el Celta y terminó su carrera en 1993 en Almería, donde seguro aún recordaban sus hazañas de diez años antes.

El currículum de José María Maguregui es difícil de igualar, le colgaron el "sambenito" de inventar la táctica del autobús, le acusaron de defensivo, pero ahí está: un montón de ascensos, un trabajo inconmensurable semana tras semana con equipos de esos que no gastan en fichajes y una honestidad con la que se ha ido a la tumba y que habrá sido un buen carnet de presentación allí arriba. descanse en paz.

10 comentarios:

Tintin dijo...

Siempre recordaré la última época de Maguregui cuando entrenaba al Atlético de Madrid y se le acusaba de que Jesús Gil le ponía las alineaciones.Recuerdo que en aquellos días un entonces famosísimo José María Garcîa lo abochornó en público por el hecho de no tener personalidad para que fuera èl el que escogiera la alineación.
En fin eran cosas de aquel súper García.....oye por cierto en paradero desconocido

Anónimo dijo...

Descanse en paz amén.

Modestino dijo...

De José María García sé que superó un cáncer y me suena que ahora está metido en negocios de comunicación.

tomae dijo...


Aprovecho que mencionas al Español de mis amores, para sugerirte alguna entrada de cancerberos (poco te prodigas en ellos)

Ej. Tommy N'Kono Aquel portero que nunca vistió de corto Seguro despertará las simpatías de los comentaristas habituales (al menos la mía)

PD Disculpa no haber pasado por tu casa al menos para felicitarte las fiestas, si merezco "tarjeta Roja" ... hablamos :) -busca abogado-

Un abrazo!

Modestino dijo...

Puestos a hablar de Nkono, tambien lo puedo hacer del Gato Fernandez o de Theo Custers ...
Perdonado!, :)

Tommy (N'Kono) dijo...

...gracias, tomae !
Gracias Modestino ! ;)


Gurucetaaaaaaaaaaaa !!
Guárdate la tarjetaaaaaaaaaaaaa !!

paterfamilias dijo...

Con tu permiso, Modestino.

Tommy N'Kono lesionó, y de gravedad, a Santi, jugador del Sevilla que nunca más volvió a jugar.

Sé que fue involuntariamente, pero ése es el recuerdo que me queda de este portero. ¿Injusto? Quizá, pero ...

Modestino dijo...

Muchas veces la repercusión de una lesión tiene mucho que ver con la relevancia del lesionado. Hace unos diez años Luis Figo lesionó en la rodilla con una entrada fea a César Jiménez, prometedor central del Zaragoza. El chico tampoco volvió a jugar ... nadie dijo nada: imagínate si hubiera sido al revés.
También es cierto que las lesiones para un futbolista son gajes del oficio.

Brunetti dijo...

Grande, grande, Amarrategui, digo, Maguregui.

Recuerdo que en los últimos años de su vida como entrenador se lesionó o le operaron de una pierna o rodilla. El caso es que, al no poder doblarla, la llevaba siempre tiesa, permítaseme la expresión. Y era patético ver cómo trataba de entrar o salir de los banquillos, o de dar instrucciones en la banda, sin apenas poder caminar, ante el cachondeo de la muchedumbre, siempre dispuesta al agravio.

Forma ya parte de la historia de nuestro fútbol.

Modestino dijo...

No recordaba lo de la pierna ... francamente curioso.