Todos hemos escuchado en alguna ocasión ese dicho de que "la verdad no te estropee un titular", un planteamiento que por desgracia no es nada infrecuente entre quienes gestionan de una manera u otra los medios de comunicación en España. Tengo un gran respeto por la prensa, entre otras razones porque sin ella es muy difícil que la libertad sea criterio de funcionamiento en cualquier país y porque desde antiguo la prensa ha sido medio necesario para sacar a la luz asuntos oscuros que de otra manera es posible que hubieran permanecido ocultos por los siglos de los siglos, ... tal vez el "Caso Watergate" sea el ejemplo más patente de las últimas décadas.
Sin añoranzas ni comparaciones -siempre ha habido maldades- soy de los que se inclinan a pensar que se ha producido cierto desarme moral, ético en la sociedad actual, y eso es algo que se refleja en los modos y criterios a la hora de dar las noticias. Con frecuencia hay titulares cuyo contenido supone un daño importante para la fama de la persona o personas a las que se refiere, daño que luego va a ser muy difícil de reparar; evidentemente, si se trata de hechos ciertos y comprobados, el que se publiquen, el que salgan a la luz no es más que una consecuencia de la libertad de prensa, del derecho de los ciudadanos a la información, pero no son pocas veces las que uno tiene la sospecha de que hay noticias que se explican sesgadamente, con doble intención, incluso sin contrastar. Entiendo que la obligación moral de quien tiene como función contar lo que pasa es tanto comprobar la veracidad de lo que dice, asegurarse de todos los matices antes de sacarlo a la luz y también, tener la responsabilidad -y la honestidad- de formarse bien sobre los temas que trata, porque a veces intuyo que el problema no es de mala fe, sino de no asimilar bien un tema o un concepto.
Andamos en tiempos de sorpresas y escándalos, y como es lógico el ciudadano exige conocer al detalle lo que ocurre e identificar a quienes incurren en responsabilidades graves, la prensa -cada vez más la digital y menos la escrita- tiene la obligación de informarnos, no debería ser un exceso pedir rigor y veracidad en lo que nos cuentan, y ya no me refiero a demenciales programas televisivos que desacreditan a quien los hace, a quien acude a ellos y puede que hasta a quien los ve, ni a tanto "valiente" con vocación de "anónimo" que disfruta envenenando foros y redes sociales, sino a medios de comunicación mucho más rigurosos que deberían perder la cabeza por encontrar la verdad de cada caso, y una vez explicada esa verdad es cuando comenzará la hora de las valoraciones, momento en el que cada cual puede aportar sus subjetivas interpretaciones, que eso ya es otro cantar.
6 comentarios:
Totalmente de acuerdo. Hace falta una regeneración total de la profesión y quizá (lo digo con "atrevimiento" por mi desconocimiento de la materia) debería empezar en la propia Facultad
Yo pienso que la cuestión va más allá de planes de estudios y formas de enseñar.
La interpretación de la noticia se ha convertido en algo habitual por desgracia. Un beso.
Toda interpretación tiende a ser subjetiva, a veces conscientemente, a veces nos traiciona el subconsciente.
Es divertido ver de que modo tan distintos pueden tratar una noticia "El País", "ABC"; "El Mundo", "La 1" o "La Sexta", entre otros ...
"Hacienda devuelve 14 Millones de pesetas a Mario Conde" Creo que titulaba el desaparecido Diario 16 ...en la época en que Mario fue juzgado y llevado a prisión...
Es un título que recuerdo. A saber si quien lo leyó sabría como funciona la declaración de la renta...
PD. Aún conservo la colección de fichas de películas que regalaba ese periódico
Pues esta colección de fichas debe de tener unos cuantos años, ya veo que sabes conservar las cosas.
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