Desde el jueves por la tarde hasta el día de difuntos he estado en Tarragona; necesitaba aire y descanso y la capital romana del Mediterráneo es una de las soluciones mejores que conozco para ello; todo marchó muy bien y podría hablar de nombres, personas y lugares que han ayudado -¡y mucho!- a oxigenar mi cabeza y mis tensiones, pero no se trata hoy de aliviar intimidades y como entre ellos hay algún lector del blog, no hace falta que les diga lo agradecido que estoy a todos. Pero sí quiero reflejar un suceso, que no es ni el único ni el más trascendente de los ocurridos, pero que no dejó de tener su significado.
El bar "Moto club" es uno de los más típicos de la ciudad, auténtico lugar de encuentro, de citas y reuniones, un establecimiento emblemático ubicado en la Rambla Nova, genuino centro neurálgico de la ciudad, largo paseo embellecido con los años y que culmina -o empieza, por hablar con más precisión- en el mítico Balcón del Mediterráneo. A los tarraconins más significados, los que lo son de toda la vida, les he oído hablar montones de veces del "Moto" -así se le llama- como el punto de encuentro, la sede en torno a la cual se producen eventos, sucesos, ... un verdadero centro de recuerdos y evocaciones. Y la verdad es que el sitio no tiene nada de particular, se trata sin más de un bar como otro cualquiera ubicado en la esquina de la Rambla con la calle Conde de Rius y que responde al más clásico concepto de cafetería, con camareros de camisa blanca, barra tradicional, veladores metálicos y clientes habituales que no hace falta que digan lo que quieren consumir.
Pero curiosamente, tras haber vivido 22 años, con sus días y con sus noches, en la Imperial Tarraco, nunca había entrado en el interior del establecimiento, es más, no podría jurar haberme sentado en alguna ocasión en la terraza exterior. Por eso tuvo esencias de acontecimiento especial cuando el día 1, festividad de Todos los Santos, y tras haber escuchado Misa en la iglesia de los Carmelitas de la calle Asalto, me senté con un viejo amigo en un velador del "Moto", y al tener el hombre algo de frío, terminamos entrando dentro y consumiendo un café y una caña en el interior. Nada especial descubrí allí, simplemente un establecimiento sencillo, más bien vetusto, eso sí con casi todos los periódicos del "Principat" a disposición de quien los deseara leer y con un camarero cuya profesionalidad se notaba y tres o cuatro clientes con cierto aspecto trasnochado, casi como si estuvieran permanentemente ubicados en la cafetería, como un mueble más.
Así, por virtud de un amigo más bien friolero, ejerciendo esa vieja costumbre de tomar algo tras cumplir con el precepto, cubrí una laguna que poco añadirá a mi currículum, pero que en cierta manera me une más, si cabe, a la ciudad de Tarragona, y es que bastantes de sus habitantes tal vez no me hubieran perdonado esta carencia.
6 comentarios:
¡Cómo agradezco esta entrada Modestino!...y no sabría por donde empezar, si porque el "Motos" ha sido icono de mis cafes, de alguna que otra copa y muchos desayunos (con periódico)
En mi caso siempre le hemos llamado "motos" ... y redundo este mote porque por Tarragona siempre he oído ¿quedamos en el motos?
Hubo un tiempo en que le llamaban el "motorojo" yo creo que para difernciar del Leman que era más burgués, pero con el tiempo ya sabes ...todo se ha igualado un poco.
Si aguantas el post un par de días seguro que vuelvo.
Anecdota: Quien lo regenta es un auténtico Tarraconí, su hijo se llama Magi ...y su hija se llama? :)
El Leman también se merecería un post a pesar de los carteles con dibujitos de comida tampoco elegantes. Es un auténtico superviviente
Apunta modestino, del Leman : La brocheta de cordero con salsa curry y arroz pilaf. Si Brunetti no lo corrabora es que no ha saboreado la felicidad.
Otro apunte, La farmacia de lado del "Motos" ...campeona en escaparatismo. De lo más original que se puede ver en una farmacia. Seguro que no hay otra en ..."el Principat"
De esa farmacia lo que recuerdo es que en ella trabajaba un jugador del Nástic llamado Menchi, confieso avergonzado que jamás me fijé en el escaparate. En cuanto al Lemán, tomo nota del plato en cuestión.
Lo corroboro enteramente, Tomae. La verdad es que en el Leman (que no es motivo de este post, pero que tiene derecho a réplica, siquiera sea por proximidad al "Moto") siempre he comido muy bien y he recibido un trato muy profesional. Acudir allí es un recurso casi infalible. Pero me consta que lo están pasando fatal.
La farmacia a la que se refiere Tomae es la antigua y clásica "Farmacia Delclòs", actualmente regentada por un tipo muy moderno y estiloso y simpático llamado Fermín Sanz. Siendo él así, no es de extrañar que su escaparate sea siempre tan espectacular y curioso.
En cuanto al mítico "Moto", suelo frecuentarlo poco; entre otras razones, porque no tienen ni una triste cocina donde hacer una tortilla; y también, todo hay que decirlo, porque no han cambiado la vajilla desde la Guerra Civil (sic).
Abrazos,
Pues sería un drama la desaparición del Leman. Exageras con lo de la vajilla...
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