Ser ordenado equivale, en principio, a ser virtuoso; por esta razón quienes somos más bien caóticos, tenemos la mesa de trabajo echa un desastre, con papeles, expedientes y libros apelotonados de cualquier manera, y tenemos una irremediable tendencia a acumular objetos sin ton ni son tenemos que bajar la cabeza, reconocer nuestras culpas e intentar enmendarnos en la medida de lo posible. Pero, a estas alturas de la vida, he llegado a la conclusión de que la aspiración no ha de ser convertirme en un individuo pulcro y metódico -aspiración sencillamente imposible de lograr- sino saber gobernar mi caos de la mejor manera posible.
Queda dicho que no niego la bondad de quienes tienen cada cosa en su sitio y muestran una habitación o despacho que aparecen como una patena, pero no me parece menos cierto que hay ocasiones en las que se convierte la virtud en manía, el orden se consigue a base de minar la paciencia y los nervios del prójimo y lo que era virtud se convierte, en definitiva, en motivo de tensiones. Creo que no es la primera vez que pongo en cuestión toda virtud que no asoma como algo amable al resto del mundo.
No seré yo quien alardee de algo que no es virtuoso, pero hace ya tiempo que tomé la decisión de asumir que lo mío no es la pulcritud y la corrección, y solamente trato de que ese cierto desorden ni entorpezca a mi trabajo y a mi vida y que no perjudique a nadie. Y, sinceramente, he dejado de sufrir cuando veo mi mesa de trabajo como un "safareig", que dicen en el principado, que bastantes problemas nos da la vida y no nací con vocación de ingeniero.
18 comentarios:
Sí, efectivamente, lo de principado es el término que mejor se debe adaptar al orden constitucional vigente...
Digamos Principado por imperativo legal ;)
Mi caos interno recomienda orden a mi alrededor para poder llevar ese orden a mi interior.
vivo en lucha...
Soy tan caótica que a la hora de seguir un patron sobre como ordenar las cosas me pierdo; así que de un día para otro olvido el criterio con que las guardé... si alfabéticamente, si por utilidad, si por colores...
El único remedio ha sido la autoimposición de un minimalismo extremo que me lleva a tener pocos objetos para verlos en su sitio.
Lo único bueno es que abro un cajón y es como descubrir un tesoro "pero mira cuanto tiempo que no veía ésto, ni me acortaba que lo tenía"
..yo lo del caos lo asimilo mucho a lo aleatorio porque de alguna forma no conoces la razón o la regla con la que puedes encontrar algo o realizar cualquier procedimiento.
En este sentido recuerdo cuando realizaba mi servicio militar en la P.M (Policía Militar) donde uno de nuestros cometidos era realizar patrullas de reconocimiento por la ciudad (podían aparecer enemigos del Estado) También hacíamos alguna que otra escolta a alguna Autoridad sobre todo en los desplazamientos; la regla de Oro era no seguir un orden Nunca!, ni un mismo itinerario ni siquiera horarios para ese cometido... teníamos que despistar al enemigo porque siempre puede estar vigilante de nuestros pasos y no hay mejor regla para la seguridad que ese "desorden"...de lo no planificado.
A Carrero Blanco lo mataron por seguir cada día el mismo plan y el mismo recorrido.
Pero uno puede ser caótico/a y no por ello menos católico/a.
:)
El orden ayuda a llevar una vida tranquila, donde la paz, el sosiego y la previsión, hacen de cada acción una agradable...
¡¡QUE NO SE DÓNDE ESTÁ EL PASAPOOOOOOORTE!!, ¡¡MIRA EN LA LATA DEL CAFÉEEE!!
...¡ejem!, decía, agradable convivencia.
Lo peor es cuando te fias de la memoria, un compañero de viaje que cada etapa del mismo anda más cansado.
Hace ya algunos años escribí un post parecido, con una fotografía de mi mesa de trabajo. Me comentaron que era una exagerada, porque muchos darían cualquier cosa por tener su mesa así.
Supongo que tienen razón. Soy muy ordenada para todo, bastante menos para mi mesa de trabajo. No sé el por qué de esa diferencia.
En cuanto a mi vida, desde hace años tuve que instaurar una rutina tan exacta por motivos de enfermedad, que cualquiera podría adivininar en cualquier momento lo que estoy haciendo. En mi caso es cuestión de pura "supervivencia"-
Modestino, no te acuerdas de aquello de... "virtud sin orden: rara virtud". Pues eso.
Otra cosa: la foto de la biblioteca que acompaña la entrada de hoy es muy guay. ¿Qué biblioteca es?
¡PERO CÓMO PODÍA SABER QUE EL PASAPORTE ESTABA EN LA BOLSA DE LA COMPRA!
...
¡YO NO VOY A COMPRAR AL EXTRANJERO!
;))
Sí, Anónimo, la frase la he escuchado muchas veces, y no le niego virtualidad, pero añadiría que virtud convertida en manía, rara virtud y que la virtud cara al prójimo ha de ser amable, sino mala cosa.
Mi mesa de trabajo es la antítesis de mi yo. solo hay tres cosas, el ordenador, exclusivamente lo que estoy haciendo y un boli y creedme si os digo que a ratos busco el boli que suele aparecer enganchado en el pelo...
Driver; esa ese es mi lado oscuro ¿cual es el criterio que me lleva a guardar quien dice el pasaporte dice otra cosa en la lata del café? digno de estudio!
Soy maniática del orden, tengo que reconocerlo. Me gusta encontrar las cosas en la oscuridad sin tener que dar la luz y saber donde está todo.
Es mi gran defecto o mi gran virtud, no lo sé, pero me lo planteo muchas veces....
Es peor, mucho peor.
Ya no se trata de encontrar el pasaporte; la cuestión estriba en que ahora...
¡NO ENCUENTRO LA LATA DEL CAFE!
;))
Pilar no es un defecto, muchas veces hace falta un contrapunto, a que sí?
Pues yo sin orden no podría vivir.BAstantes imprevistos te depara la vida,como para no tener un poco de control
Mi caso es peculiar. No soporto el desorden (de los demás), pero más nervioso me pone el meticuloso.
In medio virtud ... Para quien preguntaba por la foto del post, la saqué de Google.
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