15 de diciembre de 2010

Una cruda disección de la sociedad actual














"La cena"
Herman Koch
Salamandra. Barcelona (2010)
288 páginas



¿Hasta dónde es capaz de llegar un padre para encubrir a un hijo que comete un delito injustificable? ¿Debe prevalecer el instinto de protección paterna, o la lealtad a unas normas sociales que garantizan la coherencia y la fortaleza del grupo? Estas y otras preguntas de igual calibre surgen como dardos durante la lectura de La cena, una novela ácida y provocadora que apunta sin miramientos a toda una clase social acomodada de los Países Bajos y, por extensión, de toda Europa, instalada en una inercia de autosatisfacción y complacencia, e indiferente hacia el devenir de la generación que ha de sucederla. Dos parejas se han citado a cenar en un moderno y exclusivo restaurante de Ámsterdam.
Mientras saborean el aperitivo y charlan con aparente despreocupación sobre la última película de moda y sus planes para las vacaciones, son conscientes de que, tarde o temprano, deberán abordar el incierto y acuciante asunto que los ha llevado a reunirse: el futuro de Michel y Rick, sus hijos de quince años, que según algunos indicios podrían estar envueltos en un caso de violencia grave. Así pues, tras los postres, cuando la cena llegue a sus últimos compases, la tensión entre los comensales habrá alcanzado su punto culminante y la cadena de secretos y revelaciones confluirán en un final dramático en el que nadie podrá esgrimir su inocencia.


La primera noticia que tuve de esta novela fue en uno de esos blogs dedicados en exclusiva al mundo de los libros; y como pasa en tantas ocasiones, tras el primer eco comienzan a repetirse otros nuevos; en este caso todos eran tremendamente positivos y puse su lectura entre mis prioridades en el tema. La novela ha tenido un record de ventas en Holanda y trata un tema tan absolutamente actual como es la educación de los hijos. Hace unos años la opinión pública española quedó consternada ante la muerte de un indigente que dormía en un cajero tras ser quemado por dos adolescentes que pertenecían a familias acomodadas de Barcelona; Herman Koch ha trasladado los hechos a Holanda y ha construido un libro formidablemente escrito en el que enfrenta a dos matrimonios a una realidad tan grave como la implicación de sus hijos en un hecho tan graves como el citado.

El planteamiento no se centra en el hecho violento en sí, que no es más que la causa primera de las reacciones que nos describe el autor; la novela es ácida y cruda, muestra descarnadamente las debilidades de la sociedad occidental, ataca con dureza el consumismo, la falta de fortaleza en la educación de los hijos, el desinterés por la vida de éstos, la superficialidad. Y al final, lo que Koch acaba tratando es la historia personal de esos padres, muy por encima de la de sus propios hijos; la cobardía, el egoísmo, la falta de comunicación y la búsqueda de los propios intereses por encima de los de los demás son descritos sin ninguna atenuante por Koch.

La narración está ubicada en un restaurante de lujo, de esos de diseño y cocina moderna; el snobismo al uso es atrozmente ridiculizado por el escritor, que no se para en barras en describir situaciones que nos suenan a conocidas, a la vez que nos pueden avergonzar si alguna vez hemos caído en la tontería de dejarnos engañar con estas bobadas; a la vez Koch aprovecha para ir desgranando la historia principal y la de los progenitores, en especial la del padre de uno de ellos, que relata en primera persona. Es escritor holandés muestra una gran agilidad a la hora de ir saltando del presente al pasado, intercalando sucesos ya vividos con los acontecimientos de la misma noche de la cena. Los dos padres son hermanos, no se llevan bien y uno de ellos se postula como próximo primer ministro, circunstancia que aprovecha Herman Koch para incrementar su ácido tono crítico.

Pienso que "La cena" es una novela excelente, pero no me quedé plenamente satisfecho con el final; es posible que no haya sabido comprender plenamente la intención del autor, pero no he visto ni soluciones ni salidas airosas a la situación, ni siquiera salidas dramáticas. Cuando terminé me quedé con la sensación de que faltaba algo; a pesar de ésto, disfrute y mucho con esta novela.


10 comentarios:

Brunetti dijo...

Excelente novela, Modestino, no tanto por su calidad literaria (que también) como por la manera en que aborda y resuelve un asunto tan delicado.

Dices que no acabas de entender el final, que echas en falta alguna solución. En cambio, a mí me pareció que el libro quedaba perfectamente "cerrado" y que el mensaje último del autor era clarísimo: salvar al hijo biológico por encima de todo; salvarle a él aunque ello suponga condenar injustamente al hijo adoptivo. Algo que quizá nos cueste entender a quienes no nos hemos reproducido....

Si fuera comercial de la editorial, diría aquello tan manido de "Un gran regalo para estas Navidades" (a pesar de que ese bogavante que aparece en la portada no invite precisamente a su lectura).

Modestino dijo...

No quiero aguar a nadie la lectura, por lo que no voy a entrar en detalles, pero esa solución me parece injusta y egoista.

annemarie dijo...

Pocas dudas quedan sobre lo que harían llegada la ocasión de elegir entre su propia piel y la del hijo biológico. Si vale todo, todo vale. La educación de la sensibilidad, o como se diga, es cosa muy complicada: dicho así parece complicado y desinteresante, pero no, al revés, el suspense es máximo siempre: las novelas son inventos palidos. :))

Modestino dijo...

Huy, Annemarie, me gustaría una explicación de lo que es un invento pálido .... ¿tal vez que la realidad supera siempre la ficción?

Tommy dijo...

No he leído la novela, pero el comentario de Brunetti me ha hecho recordar el final de la película "El buen hijo", con guión original del excelente escritor británico Ian McEwan, quien resolvía la situación de una forma algo distinta, porque el que era sacrificado, en el sentido más estricto del término, era el hijo biológico -que lo hacía Macaulay Culkin-, pero es el que el niño era, como suele decirse, más malo que arrancao: hasta había intentado matar a su hermanita pequeña -que creo recordar que la hacía una hermana de verdad del "solo en casa"-, lance del guión que me sorprendió viniendo de McEwan, de cuya fértil imaginación, vertida en otras obras suyas, cabía esperar que el niño malísimo intentara algún tipo de agresión sexual o algo así.

annemarie dijo...

Huy, :)) sí, y tu sugerencia parece excelente!

Modestino dijo...

Ian McEwan es uno de esos autores del que debería empezar a leer algo.

Brunetti dijo...

Ian McEwan es uno de los grandes de la literatura británica, sin duda. Pero no sé si "te conviene" mucho leerlo, amigo Modestino.

Lo digo porque si algunos de los pasajes de Auster ya te parecieron escabrosos, no quiero ni imaginar qué pensarías leyendo según qué libros de McEwan: Tommy tiene toda la razón al insinuar en su comentario que le gusta (yo añadiría que disfruta y se recrea) en el morbo y en las escenas fuertes. Así que, tú mismo.....

veronicia dijo...

Se ha tocado un tema, el de diferenciar a los hijos y crear injusticias unido a los lazos de sangre.
Tener un favorito.
Sacrificar a uno para salvar a otro.
Menudos temas... tengo que leer el libro.
Pero ya lo digo, los padres injustos no me gustan ni en la ficcion ni en la realidad.
Un abrazo Modestino:))

Modestino dijo...

El libro, que conste, es más que eso: la crítica social ed demoledora, desde mí punto de vista.