10 de diciembre de 2010

El fenómeno Auster

Salta a la vista que Paul Auster es uno de los autores de mayor éxito de la actualidad. Conozco a unas cuantas personas que sienten auténtica devoción por el escritor de New Jersey, de esos que cuando sale un libro nuevo de Auster lo primero que hacen, el mismo día de su puesta a la venta si es posible, es comprarlo y lo siguiente, de manera inmediata, leerlo ... luego ya entrarán en consideraciones sobre su mayor o menor calidad literaria. Y no son, ni mucho menos, unos snob, ni unos pardillos literarios, para ellos Paul Auster se ha ganado a pulso el prestigio y están hasta dispuestos a perdonarle que alguna vez les salga rana. Vamos, que los libros de Auster son como la boda de un hermano, uno asiste "de todas todas", aunque intuya en algún caso que la novia no le vaya a caer excesivamente bien.

Mi primer contacto con Auster fue a través del cine, pues ví "Smoke", la película dirigida por Wayne Wang en 1995 que protagonizaron Harvey Keitel, William Hurt, Ashley Judd y Forrest Whitacker sobre un guión de Auster; un film que me pareció distinto, tremendamente humano, perfectamente definido en su día por el propio Harvey Keitel: “Esta película habla de la esquina que cada ser humano tiene en el mundo”. ; eso sí, tengo bien claro que se trata de un film que debo volver a ver, que me queda aún mucho por sacar de él. "Smoke" gira en torno a un estanco, un establecimiento en el que se van encontrando personas de carne y hueso que ni son unos héroes ni aspiran a serlo. la película es la primera aventura cinematográfica del escritor; todo empezó en 1990, cuando Paul Auster publicó en el "New York Times" un relato titulado "Cuento de Navidad de Auggie Wren"; en éste narraba la historia de un dependiente que cada mañana a las ocho en punto hacía una fotografía de su pequeño rincón en el mundo, un estanco situado entre la Calle 3 y la Octava Avenida de Brooklyn; aquí surge el germen del guión de "Smoke", film cuyo principal mérito fue conseguir recrear en imágenes el espíritu de las novelas de Paul Auster.

En 2006 el escritor recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras; fue otro momento en el que mi interés por Auster se renovó; recuerdo que, incitado por un buen amigo y aprovechando que me encontraba de baja por enfermedad, presencié la entrega del premio a cargo de los Príncipes de España; me fijé en su llegada al Teatro Campoamor de Oviedo, con un aparente aspecto de timidez que hacía intuir cierta reserva ante acontecimientos sociales de esta índole; su discurso prudente e impecable, una actitud discreta y comedida que chocaba con el dominio de la escena y el populismo de Almodóvar y Penélope Cruz. Auster no disfrutaba especialmente del momento, pero ahí estaba dando la cara, como persona que sabe donde ha de estar en cada momento, como hombre agradecido.

Mi experiencia lectora con Auster es corta, solamente han pasado por mis manos tres libros suyos; dicen que es el escritor del azar, de la contingencia; tal vez sus planteamientos me causan respeto, me falta soltura para lanzarme a fondo a empapuzarme de un autor tan especial. Lo que no me ofrece ninguna duda es que Paul Auster escribe maravillosamente; sus libros están redactadops con sencillez, pero a la vez hay que hablar de una compleja estructura narrativa: hay quien habla de la "metaliteratura", de una estilo de narración compuesto de digresiones, de metaficción, de historias en la historia y de espejismos. "Brooklyn Follies" fue la primera novela de Auster que leí; me pareció formidable; la búsqueda de la identidad, la amistad, el azar, y el poder de la literatura. son los temas que plantea el escritor. El protagonista es Nathan Glass, un hombre de 60 años que acaba de superar el abandono de su mujer y un cáncer de pulmón, y es que la desgracia humana es principio frecuente de los libros del escritor. En segundo lugar pasó por mis manos "Leviatán", una novela que relata la vida de un misterioso hombre, Benjamin Sachs, contada por su mejor amigo, Peter Aaron -una suerte de alter ego del mismo Paul-; se trata de una historia en la que se entrelazan destinos, algo común en las historias de Auster, y también comienza con un drama, la muerte de una persona al estallarle una bomba en sus manos.

He terminado recientemente "El libro de las ilusiones"; el listón lo tenía alto, pues uno de esos austerianos irredentos de los que he hablado asegura que es el mejor de todos ... tal vez por eso lo he tenido esperando en la librería unos cuantos años, como si tuviera miedo a la decepción. No se si es o no el number one -me faltan aún referencias-, pero puedo asegurar que no me ha decepcionado: se trata de una novela que se lee muy bien, con gusto, disfrutando, y creo que la razón de ello estriba en algo tan elemental como estar maravillosamente escrita. Confirmé lo mucho de cierto que tenía el comentario de mi amigo, quien afirmaba que el libro era como una de esas muñecas rusas, pues va apareciendo una historia detrás de otra conforme avanzas en la lectura. El argumento tiene mucho de original, y en él se superponen dos historias: la del narrador, el escritor David Zimmer, un hombre que también está marcado por el drama: su mujer y sus dos hijos han fallecido en un accidente de aviación y la del viejo actor de cine mudo Héctor Mann, un personaje misteriosos desaparecido hace decenas de años sin dejar rastro. La lectura del libro tiene también sus contrastes, pues uno no puede prescindir de la acidez del autor, ese cierto cinismo al que se unen ciertos tonos escabrosos que al menos a mí no me agradan. Pero nada de ello puede perturbar una novela escrita de forma magistral.

Me queda mucho para hacer diagnósticos definitivos: "La trilogía de Nueva York", "El Palacio de la luna", "La noche del oráculo", "Tombuctú", "Viajes por el scriptorium", "Sunset park", ... demasiados libros pendientes como para lanzar opiniones rotundas sobre Paul Auster. Uno se plantea si tendrán razón quienes hablan de fama excesiva, de escritor hinchado, de snobismo literario, ... pero mi breve experiencia me lleva a la opinión contraria, veo un escritor pulcro, profundo y brillante, alguien para pasar a la historia.


12 comentarios:

paterfamilias dijo...

Si sigo leyéndote conseguirás lo que hasta ahora nadie ha conseguido, ni siquiera mi mujer: que lea.

Ya te contaré

Modestino dijo...

Creo que leer es no solamente bueno, sino utilísimo para muchas cosas. Ahora bien, pienso que no se trata de que leas lo que yo cuento que leo, sino que busques lo que te guste a tí.

sunsi dijo...

Va siendo hora de que le pegue un bocado a la obra de este autor. De Aster sé más sobre lo que ha escrito sobre lo que significa escribir que de su propia escritura. ¿Cómo haces para abarcar tanto... para escribir un post cada día...?

El post de ayer, que no llegué a tiempo, fantástico. Fantástico Vargas Llosa. ¿Sabes que lo conocí en el Paraninfo de la Central? Todos los alumnos de letras embobados.

Un saludo y gracias, Modestino.

Modestino dijo...

Desde que he aprendido a programar, Sunsi, me resulta más fácil hacer un pòst diario: los fines de semana dejo programada la semana entera, a la espera de novedades que pueden alterar el orden.

Brunetti dijo...

Memorable tu post de hoy, Modestino, aunque ya sabes que con “el gran Paul” no soy nada objetivo: de él me gustan desde su casa de tres pisos en pleno Brooklyn, pasando por su esposa (Siri Hustvedt, que escribe tan bien que algún malévolo ha dicho que ella es “la negra” de Auster, cosa que me niego a creer), hasta llegar a su guapísima hija Sofhie, que aunque no canta muy bien, tuvo la ocurrencia de irse a París a estudiar poesía francesa en la Sorbona, como quien se va a pescar truchas (siendo hija de quien es, la chica puede estudiar, cantar, pintar o hacer lo que le plazca, claro; igualito que nosotros).

Todos tenemos una canción, una película o un libro que consideramos nuestros favoritos, a veces sin razón lógica alguna. Eso me sucede con “El Libro de las Ilusiones”, que he leído ya tantas veces. Sin duda que hay por ahí obras maestras de la literatura que jamás llegaré a leer, pero, hasta ahora, la novela de mi vida es esa obra de Auster, la que me habría gustado escribir de haber sido yo escritor o algo parecido: perfecta en el ritmo, con esa fuerza trepidante, cardiaca, que tiene la prosa de Auster cuando está en plena forma, esos personajes desahuciados, maltrechos, desquiciados, que nada esperan del mundo y, sobre todo, esa estructura argumental tan original en la que al final, aunque parezca imposible, todo acaba por encajar como muñecas rusas (sí, aunque resulta muy manida, no se me ocurre otra metáfora mejor para definir esa forma de armar una novela).

Y un consejo: si alguien pretende encontrar en las historias o en los personajes de Auster un halo de esperanza, una ventana abierta, un futuro, que se olvide; no hay margen alguno para ello: todo arrasado, todo quemado.

Salud y mil gracias, amigo.

P.D. No te lo creerás, pero tengo un cliente que es el vivo retrato de Auster. Cada vez que lo veo me estremezco un poco, la verdad, aunque él no sabe quién es Auster (ni falta que le hace, supongo).

Tommy dijo...

Brunetti, que conozcas a alguien que se parece a Auster casi podría ser el comienzo de una novela de Auster. Estoy pensando, concretamente, en el arranque de "Ciudad de cristal". Por otra parte, me ha sorprendido tu comentario sobre renunciar a un halo de esperanza en las novelas de Auster, precisamente cuando "El libro de las ilusiones" termina, y no por casualidad, con la frase "Vivo con esa esperanza". En cualquier caso, yo también pienso que es una de las grandes novelas de Auster, y me precio de haberlas leído todas, aunque yo la colocaría ex-aequo en el número uno con "El palacio de la luna".

Eso sí, quienes no hayan visto la película "La vida interior de Martin Frost", dirigida por el propio Auster (es su segundo film como director en solitario después de "Lulu on the bridge"), que se basa en cincuenta páginas de "El libro de las ilusiones", que sepan que la historia de Martin Frost se disfruta muchísimo más leída que vista, lo que evidencia que P.A. no le acaba de encontrar el puntillo a la cámara. Eso sí, en la peli sale Sophie Auster, que realmente es tan guapa como dice Brunetti. De la que aún no he leído nada es de su esposa Siri. ¿Dicen que es la negra de Auster? Bueno, también decían de Auster que era el negro de algún otro escritor famoso. Dicen tantas cosas...

Modestino dijo...

Buen debate entre dos austerianos irredentos. A mí me faltan datos para asegurar si hay o no puerta abierta a la esperanza, lo que echo de menos es una ventana a la trascendencia, pero no se puede conseguir todo.

Brunetti dijo...

(Por alusiones, Modestino).

Querido Tommy:

1º. En efecto, Siri Hustvedt es un hallazgo. Te (os) aconsejo muy vivamente "Elegía para un americano". Si no miras las tapas del libro no sabes si estás leyendo a Siri o a su esposo. O viceversa. Derrocha puro talento narrativo.

2º. Leí el guión de "La vida interior de Martin Frost" y disfruté mucho más que viendo la película. No soy cinéfilo, pero me alegra saber que el destino llevó a Auster por el camino de la literatura y no del cine.

3º. Sophie, en efecto, es guapísima.

4º. Me reafirmo en que los protagonistas de las novelas de Auster, en general, no tienen futuro ni esperanza: el protagonista de Leviatán salta por los aires; el de La Noche del Oráculo se queda para siempre encerrado en una especie de bunker; ¿qué decir de los protagonistas de Un hombre en la Oscuridad o Invisible?: son muertos en vida, o bien viven la vida de los muertos. Por no hablar del último, Sunset Park, a cuyo protagonista (a quien los lectores ya habíamos empezado a querer a esas alturas de la novela) condena sin remisión al ostracismo, al fracaso vital más absoluto (a la cárcel, de hecho). No, definitivamente, creo que Auster no tiene compasión de sus personajes; pudiendo salvarlos, los deja que se destruyan (denegación de auxilio, creo que se le llama a esa figura, ¿no?). Por eso quizá nos gusta tanto.

En todo caso, ojalá podamos seguir discrepando durante muchos años acerca de la obra de Paul.

Abrazos austerianos para todos.

P.D. ¡Ja! Sí, cuando vi a mi cliente con sus ojos saltones, su cuerpo algo enjuto y su cara morena y alargada (Auster en Tarragona) pensé que allí había una buena historia. Aunque para ser una historia realmente austeriana, debería estar padeciendo una enfermedad terminal, o haber salido de prisión, o haber perdido todo su patrimonio y familia, por ejemplo. Y tampoco le deseo tanto mal al pobre "doble".

Anna Blume dijo...

El primer libro que leí de Paul Auster fué Leviatán y ha sido junto con el Libro de las Ilusiones los que más me han gustado de Auster.
Tengo que agradecer a un buen amigo que me iniciara en su obra, igual que le agradezco la idea del nombre con el que entro hoy.
Poco puedo añadir de la obra de Auster a los comentarios de Brunetti y de Tommy. Me ha encantado la comparación entre las vidas de los personajes de Auster y las matrioskas rusas, quizá por eso me gustan tanto sus historias, no sólo por como las desarrolla sino por como encajan.
Estoy de acuerdo con vosotros en que Sophie es guapa, en que no pasa nada porque no cante como los ángeles, ¿a quién le hace falta cantar pudiendo ir a Paris cuando le apetece?, pero desde aquí quiero transmitir mi "admiración" por su padre que además, escribe bien.
Buenas noches

Tommy dijo...

Yo también me inicié en P.A. con "Leviatán", igual que le pasó a Anna Blume. Pardiez, vaya nick austeriano donde los haya. Quizá escribes desde el país de las últimas cosas...

A ver, estoy sustancialmente de acuerdo con Brunetti en todos los ejemplos que ha puesto, pero sigo pensando que todo admite matices. Marco Stanley Fogg (vuelvo a mi admirada "El palacio de la luna") pierde todas sus posesiones en la penúltima página, pero sabe que ahí comienza su nueva vida, y desde luego no la afronta desde el fracaso o la derrota. Y, en palabras del propio P.A. (entrevista publicada en "Experimentos con la verdad"), el Jim Nashe de "La música del azar" encuentra definitivamente su libertad al final, después de haberse pasado casi todo el libro prisionero; tanto es así que ni al autor ni al lector nos importa excesivamente si muere o no al volante de su coche en la última página. Por cierto, en la adaptación cinematográfica que el director Philip Haas perpetró a partir de esta novela (no recomiendo esta peli, que quede claro) Jim Nashe, interpretado por Mandy Patinkin, no sólo no muere sino que recoge a otro autoestopista (así es como había conocido al coprotagonista del libro, Jack Pozzi) que resulta ser... el mismísimo P.A., nada menos. No, no le tengo por un escritor fatalista. Indudablemente sus criaturas se mueven dentro del azar, pero no determinados por un destino del que no pueden escapar y que les lleva a su destrucción. Bueno, o no siempre. En fin, que no sé si realmente discrepamos tanto, amigo Brunetti, pero Dios guarde muchos años la vida y la imaginación de este hombre. Aunque si ya no vuelve a dirigir películas tampoco pasa nada.

Modestino dijo...

Bienvenida a Ana Blume y bienvenido un intercambio de pareceres tan interesante.

veronicia dijo...

Veo que aqui hay varios seguidores de PA, saludos!
Estoy agotada, pero los buenos ratos leyéndolo no me permiten irme a dormir sin comentar en su entrada.
Lo "conocí" justo despues de leer "A sangre fría" de Capote; lo recuerdo porque tras esa lectura no pensé que pudiese haber nada "mejor", pero mi librera me presento a PA con el primer libro de Trilogia en NY y despues todo, casi todo lo que editó Anagrama.
Yo creo en la música del azar y en sus libros, giros y giros... los finales ya no los recuerdo bien pero no los interpreto como negativos porque no me gustan los finales "tristes" para mi los protagonistas encuentran la salida.

Saludos Modestino!