Tomar el aperitivo, compartir un rato con los amigos con un vino o una caña por medio, matar el gusanillo con alguna tapita o convidar a los más allegados con motivo de cualquier celebración o aniversario son costumbres bien sanas; corren momentos de crisis y no están los tiempos para exhibirse demasiado en este tipo de actividades, pero de vez en cuando siempre uno puede encontrar la razón oportuna para justificar unos cuantos euros para estos argumentos gastronómicos. El mero hecho de tragar no tiene en sí excesivo valor, es el momento y la compañía lo que pueden convertir un ratillo en torno a una buena barra de bar en una ocasión especial, en el modo de recomponer la figura, que con frecuencia determinadas circunstancias de la vida pueden desestabilizar. En Aragón siempre hemos presumido de saber aprovechar las ocasiones que nos depara la vida y de poder encontrar los lugares en donde dar satisfacción a nuestro gusto por estos pequeños placeres. En Zaragoza también hay muchos lugares para ello, y sería imposible traerlos todos por aquí, por ésto he seleccionado cuatro que ni tienen que ser los mejores ni que gustar a todos, pero de los que puedo dar fe de que sirven y mucho para disfrutar de la vida, en el mejor sentido de la palabra.
Hace poco tiempo descubrí el "Marpy", un bar de ambiente taurino ubicado en la céntrica calle de Santa Marta; si mi conocimiento de este auténtico templo de la buena tapa es reciente sólo puede explicarse por mi propia torpeza, pues el lugar tiene, entre otras virtudes, la calidad y el prestigio que otorgan el paso del tiempo. Me encanta cualquier establecimiento de esta naturaleza con sabor taurino, y en el "Marpy" uno puede pasarse horas tratando de averiguar la identidad de los cientos de toreros cuya foto aparece en sus paredes. Todas las viandas que uno contempla en el mostrador tienen una pinta excelente, pero en este lugar siempre me apetece pedir lo tradicional, lo que no lleva excesivos adornos: boquerones, pescadito frito, anchoas, escabeche, ... y, por supuesto, hay que destacar esa profesionalidad que se masca en el ambiente desde que entras, porque en esto de la hostelería hay mucho pardillo que no sabe donde se ha metido, y en el "Marpy" a uno no le cabe duda de que allí saben muy bien lo que hacen.
En la calle Jerónimo Blancas, ubicada en una zona tan propia para tapear como la que gira en torno a la Plaza de San Miguel, se encuentra el Bar "El Circo", un lugar del que primero conocí su excelente fama para posteriormente comprobar que era completamente merecida. "El Circo" es, ante todo, un bar de los de siempre, un establecimiento donde se impone la tradición: los camareros visten la clásica chaqueta blanca, las tapas lucen en la barra y se actualizan continuamente y el público puede manejarse en su interior con esa mezcla de confianza y casticismo de los bares de las novelas. La ensaladilla rusa, las banderillas con olivas y anchoas y bolas de patata tienen el aire de lo clásico y la calidad de los mejores, pero por encima de todo en este bar destaca la tortilla de patata: hay quien dice que es la mejor de Zaragoza, y aunque estas afirmaciones son muy arriesgadas, puedo asegurar que de cualquier manera es muy difícil de superar: uno no debería morirse sin probarla.
Posiblemente sea "Palomeque" el más moderno de los cuatro; esta situado en el callejoncillo del mismo nombre que va del Colegio de las Escolapias a la Avenida César Augusto y es uno de los mejores sitios a los que se puede recurrir cuando se quiere comer bien a un precio no excesivo; el único problema suele ser que no es fácil encontrar sitio libre. Si de comidas hablamos cabe citar el cocido, los huevos rotos y el solomillo de buey; pero hoy hablamos de tapas, por lo que procede asegurar que las de "Palomeque" destacan por su calidad y su elaboración: son de esas que uno ve expuestas y al momento le entran por los ojos, sintiendo a la vez deseo de probarlas todas y desazón por saber que eso ni es posible ni es bueno. A simple vista recuerdo la buena pinta -y sabor- de los pimientos rellenos, las croquetas de diversos tipos, empanadillas y revueltos, así como las tablas de ibéricos y de quesos.
Para el final dejo el primero que conocí, el Bar "Marly", un tradicional establecimiento situado en plena Gran Vía, entre la Avenida de Goya y la calle Marcial; de este lugar lo que destacan, ¡y de qué manera!, son los fritos, una especialidad de la casa que a veces me sorprende que no la hayan hecho todavía "patrimonio de la humanidad"; tales fritos son muy variados: huevo y gamba, york y paté, chistorra con pimiento verde, huevos rellenos de carne ... el arte de la buena gastronomía elevado a la condición de frito. El lugar es pequeñísimo y suele estar abarrotado, pero vale la pena el esfuerzo y la paciencia, pues no siempre uno está en condiciones de comer cosas así y, además, siempre puedes optar por encargar un buen lote y disfrutarlos a domicilio.
Hace poco tiempo descubrí el "Marpy", un bar de ambiente taurino ubicado en la céntrica calle de Santa Marta; si mi conocimiento de este auténtico templo de la buena tapa es reciente sólo puede explicarse por mi propia torpeza, pues el lugar tiene, entre otras virtudes, la calidad y el prestigio que otorgan el paso del tiempo. Me encanta cualquier establecimiento de esta naturaleza con sabor taurino, y en el "Marpy" uno puede pasarse horas tratando de averiguar la identidad de los cientos de toreros cuya foto aparece en sus paredes. Todas las viandas que uno contempla en el mostrador tienen una pinta excelente, pero en este lugar siempre me apetece pedir lo tradicional, lo que no lleva excesivos adornos: boquerones, pescadito frito, anchoas, escabeche, ... y, por supuesto, hay que destacar esa profesionalidad que se masca en el ambiente desde que entras, porque en esto de la hostelería hay mucho pardillo que no sabe donde se ha metido, y en el "Marpy" a uno no le cabe duda de que allí saben muy bien lo que hacen.
En la calle Jerónimo Blancas, ubicada en una zona tan propia para tapear como la que gira en torno a la Plaza de San Miguel, se encuentra el Bar "El Circo", un lugar del que primero conocí su excelente fama para posteriormente comprobar que era completamente merecida. "El Circo" es, ante todo, un bar de los de siempre, un establecimiento donde se impone la tradición: los camareros visten la clásica chaqueta blanca, las tapas lucen en la barra y se actualizan continuamente y el público puede manejarse en su interior con esa mezcla de confianza y casticismo de los bares de las novelas. La ensaladilla rusa, las banderillas con olivas y anchoas y bolas de patata tienen el aire de lo clásico y la calidad de los mejores, pero por encima de todo en este bar destaca la tortilla de patata: hay quien dice que es la mejor de Zaragoza, y aunque estas afirmaciones son muy arriesgadas, puedo asegurar que de cualquier manera es muy difícil de superar: uno no debería morirse sin probarla.
Posiblemente sea "Palomeque" el más moderno de los cuatro; esta situado en el callejoncillo del mismo nombre que va del Colegio de las Escolapias a la Avenida César Augusto y es uno de los mejores sitios a los que se puede recurrir cuando se quiere comer bien a un precio no excesivo; el único problema suele ser que no es fácil encontrar sitio libre. Si de comidas hablamos cabe citar el cocido, los huevos rotos y el solomillo de buey; pero hoy hablamos de tapas, por lo que procede asegurar que las de "Palomeque" destacan por su calidad y su elaboración: son de esas que uno ve expuestas y al momento le entran por los ojos, sintiendo a la vez deseo de probarlas todas y desazón por saber que eso ni es posible ni es bueno. A simple vista recuerdo la buena pinta -y sabor- de los pimientos rellenos, las croquetas de diversos tipos, empanadillas y revueltos, así como las tablas de ibéricos y de quesos.
Para el final dejo el primero que conocí, el Bar "Marly", un tradicional establecimiento situado en plena Gran Vía, entre la Avenida de Goya y la calle Marcial; de este lugar lo que destacan, ¡y de qué manera!, son los fritos, una especialidad de la casa que a veces me sorprende que no la hayan hecho todavía "patrimonio de la humanidad"; tales fritos son muy variados: huevo y gamba, york y paté, chistorra con pimiento verde, huevos rellenos de carne ... el arte de la buena gastronomía elevado a la condición de frito. El lugar es pequeñísimo y suele estar abarrotado, pero vale la pena el esfuerzo y la paciencia, pues no siempre uno está en condiciones de comer cosas así y, además, siempre puedes optar por encargar un buen lote y disfrutarlos a domicilio.
10 comentarios:
...menudo desayuno Modestino! permiteme recordarte que me invitaste por tus 25 años de oficio.. a mi me apetece el Marly.
...me has recordado el Negresco de Tarragona.
El Marly no tiene mucho que ver con el Negresco, se le parecen más el Marpy y el Circo.
Y más que para desayuinos, son sitios para almuerzos y aperitivos. Para desayunos, ya hablaré de la "Granja Anita" y sus chocolates con nata y churros.
Aunque también hay desayunos a todo plan, recuerdo que en Tarragona había un sitio que creo recordar se llamaba -o llama- "Ferrovial" donde te ponías morado.
¡Hace tanto que no voy a Zaragoza...!Recuerdo el bar de Derecho, con su clásico "medio" de tortilla, y unas "enteritas" por la zona de Goya, además de las clásicas gambas con gabardina de los espumosos, con la clara de limón...¡qué nostalgia!
A estas horas, y yo sin comer...
Que meriendas de pensamiento!
Un abrazo Modestino!
Me permito intervenir "por alusiones", ya que vivo en Tarragona:
-A TOMAE: Comparar alguno de los sitios mencionados por Modestino con El Negresco se me antoja que es como comparar el juego que despliegan el Barça y el Real Zaragoh!za (dicho que sea ello con todo el cariño del mundo).
-A MODESTINO: Eso del Ferrovial nunca lo conocí; si es que existió, también desapareció.
-A TODOS: Tarragona es un auténtico yermo o desierto culinario: ni hay buenos restaurantes, ni establecimientos con encanto ni bares de tapas. Y lo poco que hay, con unos precios astronómicos.
Aquí hay muy buena gente, es una ciudad preciosa, muy paseable, cómoda, con un clima excelente, con un casco antiguo recuperado para la gente normal, con hermosos restos romanos y con unas vistas al mar extraordinarias. Y ahora, encima, con un Corte Inglés. Todo ello invita a ser visitada.
Pero si lo que quiere el visitante es disfrutar de la comida y del tapeo de calidad, tiene que buscarse otros lares o destinos. Más hacia el norte de España, por ejemplo.
Yo también recuerdo el medio de tortilla del bar de Derecho. Y no era "clara de limón", Mariapi: "caña con limón", todo un mito, historia pura.
Ahora que lo dices, Brunetti, creo que era "Ferromar" ... o algo así. Y el "Negresco" tampoco está tan mal.
Jolín Modestino, me has hecho un hueco en el estómago con los garitos que has mencionado... Al que más he acudido ha sido al Marly, por cercanía con la casa de mis padres. Es pequeño, pero tiene camareros muy competentes, algo de lo carecen muchos bares.
El Circo y el Marpy los he frecuentado menos, aunque en el primero de ellos estuve hace relativamente poco.
Tienes buen gusto, vive Dios.
A ver si quedamos a tapear en cualquiera de esos garitos.
Para tomar tapas siempre es buen momento.
Efectivamente, el Marly entre el poco espacio y que suele estar a tope puede ser algo agobiante.
Veo que todos tenéis estupendos recuerdos, y que lo culinario tira...
... pues nada. Será cuestión de ir planteando un paseito por esos lares. Hoy Suso seguro que ha disfrutado en directo tu entrada.
Y ya de salir... llegaría a Tarragona más que encantada de la vida.
Saludos!!!!
Ana, por ahí tenéis el Húmedo, qqie no tiene nada que envidiar a nadie.
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