9 de diciembre de 2010

Aumenta mi deuda con Vargas Llosa

Cuando hace un tiempo saltó a los teletipos la noticia de la concesión del Premio "Nobel" de literatura a Mario Vargas Llosa mi primera idea fue abrir una entrada glosando las excelencias del autor peruano, como de hecho lo hice posteriormente cuando el "Planeta" se lo llevó Eduardo Mendoza y al ganar Ana María Matute el "Cervantes"; pero enseguida me dí cuenta que no tenía ni fundamento ni datos para elaborar un post medianamente digno, a la altura del personaje: no había leído ningún libro de Vargas Llosa y ¿de qué iba a hablar entonces?; ya me he puesto manos a la obra y me he hecho con "La fiesta del Chivo", que empezaré en cuanto encuentre un hueco, además de haberme informado de que, sin menospreciar otros, también "La guerra del fin del mundo", "La ciudad y los perros" y, en menor medida, "Lituma en los Andes" son novelas de calidad notable. En el momento en que terminara el primero de los citados pensaba saldar mi deuda con el escritor, pero tras leer el discurso que ha pronunciado durante la entrega del citado galardón mi reacción es doble: por un lado siento como se incrementa mi sensación de débito, a la vez que encuentro una excusa para empezar a saldarla.

El discurso de Mario Vargas Llosa me ha parecido, sencillamente, una auténtica joya; leerlo, además de disfrutar y asentir, me ha producido una cierta sensación de complejo, de pequeñez ante tanta maestría, ante la perfección formal puesta de manifiesto por el premiado en sus palabras. Creo que no es posible ni hacer un resumen, pues pienso que lo único que merece la pena es su lectura íntegra, ni entrar en valoraciones, porque en este caso no se trata de coincidir o discrepar, sino simplemente de admirar.

El discurso es un maravilloso elogio de la literatura: la pasión por la lectura, el interés por conocer nuevos autores, por descubrir nuevos caminos literarios, la creación y la innovación literaria, ... la literatura se convierte para Vargas Llosa en una vía de escape, en lugar donde vivir los sueños, en fuente de rebeldías, en modo de vida y origen de su felicidad. “Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida”, una frase que lleva, necesariamente, al recuerdo personal, a rememorar cuando, donde y con quien aprendimos a leer, dispuestos tal vez a recuperar oportunidades no aprovechadas, a recomenzar caminos iniciados e interrumpidos.

Me ha encantado la universalidad que destilan las palabras de Vargas Llosa; así habla de la literatura como vía de unión entre los pueblos: "La buena literatura tiende puentes entre gentes distintas y, haciéndonos gozar, sufrir o sorprendernos, nos une por debajo de las lenguas, creencias, usos, costumbres y prejuicios que nos separan."; magistral como citando obras maestras como "Moby Dick", "Anna Karenuina" o "Madame Bovary" es capaz de plasmar esa idea común de unión: "La literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen entre hombres y mujeres la ignorancia, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez". Esa universalidad se manifiesta también en el rechazo a los nacionalismos, con un valiente y sincero enfrentamiento contra la cerrazón que lleva a enrocarse en lo propio de manera excluyente; crítica que sabe conciliar con un evidente elogio del amor a la patria, descrito con primor: "La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa donde estemos, existe un hogar al que podemos volver."

Y me ha encantado también cuando habla de la literatura como medio para transformar la sociedad, sus referencias al inconformismo, la insumisión, su visión del trabajo del escritor como forma de mejorar el mundo, reivindicando los logros de la buena literatura en los avances sociales e históricos. Y he admirado su valentía, el hablar sin reservas mentales, a pecho descubierto, sin miedo a ser declarado políticamente incorrecto; y su sinceridad, esa nobleza con la que reconoce errores del pasado y defectos de carácter, sin escurrir el bulto a la hora de ejercitar esa costumbre tan inusual como es la de rectificar.

El discurso de Vargas Llosa, que es mucho más amplio y mucho más rico que lo que puedo reflejar en cuatro trazos, se convierte en una auténtica y maravillosa guía para el amante de la lectura; va citando autores, obras, épocas, escenas relevantes, ... ofreciendo alternativas, ideas sugerentes, elevando, por su propia autoridad tanto como por la del citado, a lo altares de la literatura a nombres tan plurales como Cervantes, Stendhal, Albert Camus, Andre Malraux, Marcel Proust, Julio Cortázar o Bertol Brecht. Una auténtica invitación a leer, a conocer y a disfrutar.




11 comentarios:

Jorge Orús dijo...

Añade "Conversación en La Catedral". Que los disfrutes

ana dijo...

A mí me pareció sublime; emocionante y emocionado. Lo escuché en directo, y me quedé pegadita a su palabra; a la cadencia de su voz, a la capacidad de comunicar ese todo que es siempre la literatura. En silencio, me quedé al lado de su palabra. Fue un momento especial.

Yo he leído "La guerra del fin del mundo"; lo hice hace tiempo, y he de reconocesr que me costó terminarla. Siento mi deficiencia para poder entrar en la palabra de su obra y entender el todo que en ella habita, lo sé. Sé que no me siento atraída por la literatura sudamericana, y como sé que siento esta incapacidaz como tal, como una deficiencia. Sin embargo, el lunes, D. Mario Vargas LLosa, me regaló con su palabra, todo eso que siento y que quizá no sabía, todo eso que es para mí la literatura, que lo es para todos. Y me sentí muy cerca, de su palabra, de su modo de mirar la vida... y me sentí muy pequeña, por no haber alcanzado ese todo, mientras leía "La guerra del fin del mundo".

Nos damos cuenta de nuestras limitaciones al lado de los grandes, y les agradecemos su presencia. Ese modo que tienen de regarlarnos la palabra para poder dejar de ser tan pequeños.

Me ha encantado tu entrada de hoy Modestino. Gracias.
;)

Brunetti dijo...

El discurso no debe de ocupar más de 30 ó 40 páginas, a lo sumo, pero si tú o yo fueramos capaces de escribir algo semejante, ya podríamos retirarnos tranquilos, amigo Modestino. Aunque me temo que para ello necesitaríamos vivir cinco o seis vidas enteras; y ni aun así.

Salud!

P.D. Eso sí: no deja títere con cabeza y reparte estopa a diestro y siniestro; casi nadie se salva de su fina espada: dictaduras, nacionalismos "de barretina", poderosos, militares y hasta religiosos. Sólo absuelve a la literatura.

Modestino dijo...

Los literatos sudamericanos también me resultan difíciles de leer; tienen una forma de plantear las cosas que los hace complicados; pero parece claro que vale la pena intentarlo.

Suso dijo...

Vas a disfrutar de verdad. Escribe maravillosamente bien. No es farragoso, ni barroco, como muchos de allende los mares.

A mi me dejó fuera de combate el Chivo y la guerra del fin del mundo.

Y el discurso, perfecto, sin estridencias, sin encaramarse.

Para mi Vargas ha sido un descubrimiento.

No te pierdas el último de Mendoza. Ayer lo comencé a las siete de la mañana y hasta la noche no lo dejé.

Más Mendoza que nunca, para lo bueno y para lo malo, pues parece escrito para llegar a tiempo al Planeta. Si hubiese tenido más tiempo le hubiera podido salir un ciudad de los prodigios, pero está bien.

Modestino dijo...

Los premios Planeta tienen eso, que hay parte de "libro por encargo", aunque un Mendoza trasladado a Madrid tiene mucho atractivo, así de entrada.

annemarie dijo...

Tiene gracia eso que dices sobre el modo complicado como los autores sudamericanos plantean las cosas. La autobiografia de Vargas Llosa, El pez en el agua, tiene también alguna gracia, a mi ver. El discurso es super.

Modestino dijo...

Garc�a M�rquez, Isabel Allende, Carlos Fuentes, ... no me resultaron nada f�ciles de leer; hay excepciones como los relatos cortos de Cort�zar.
El discurso es lo mejor que he le�do en mucho tiempo.

veronicia dijo...

De Mario Vargas Llosa me gustan algunos libros pero me ha gustado que lo premiasen y me alegro de haber leido su discurso.

Me ha llevado de aventura por Perú varias veces desde la selva del amazonas , al Pacifico de Lima, cerca de Chan-Chan y a los Andes.

Leer es viajar y conocer mundo, es vivir muchas vidas, es el último reducto de la fantasia.

Un saludo Modestino!

Modestino dijo...

Veo que me llevas mucha ventaja.

Otro saludo.

tomae dijo...

...el otro día leía "yo no vengo a decir un discurso" de García Márquez, y con el de Vargas LLosa, He descubierto un auténtico filón de Nobeles Literarios, intuyo que hay coincidencias; aunque resalto lo fascinante que me ha parecido como en primera persona relatan su encuentro con las palabras y el viaje de la Literatura.

Me ha gustado lo de "La literatura la representación falaz de la vida, que sin embargo nos ayuda a entenderla mejor"

Estoy convencido que todos esos Nobeles Discursos deben ser una auténtica enciclopédia...