18 de septiembre de 2008

Un chófer gallego



He estado martes y miércoles en Galicia, un lugar precioso por el que siento debilidad, una pequeña tierra húmeda como les gusta decir a los gallegos. El viaje era por motivos profesionales, pero los complicados horarios del transporte provocaron que llegara a Coruña a primera hora de la mañana, con casi todo el día para ver la ciudad., para callejear, una costumbre que me encanta y procuro practicar en cuanto puedo.

A media mañana hube de coger un autobús a Santiago, dode había quedado para comer con algunos colegas de profesión. La estación de autobús de A Coruña no es precisamente un modelo de modernidad, como muestra un botón: aún se utiliza a modo de consigna el viejo método de guardar las maletas en una habitación tras colocarles una etiqueta. Si a esto añadimos que no se indica el anden donde se ubican los autocares y que la amable señora de la taquilla se limitó a decirme que el bus a Santiago estaba "abajo a la izquierda" se entenderá que llegase a dicho anden bastante quemado, máxime cuando comprobé que "abajo a la izquierda" había dos filas de andenes y unos 11 o 12 autobuses. Como el acceso al autobus, que se colocó tarde en su sitio, tampoco fue ágil y pacífico, cuando me acomodé en el asiento ya me encontraba jurando en hebreo y rumiando, con esa suficiencia ridícula excesiva que nos entra a veces a las personas, que todo el panorama era tercermundista.

Pero en ese momento sucedió lo inesperado, algo completamente intrascendente y anecdótico pero que cambió por completo mi estado de ánimo y borró las complicaciones que perturbaban mi interior. Cuando todos los pasajeros estábamos ya ubicados, el conductor del vehículo, un hombre de una edad aparente próxima a los 60 años, con la frente despejada y el pelo cano se dirigió a nosotros y en un -imagino- perfecto gallego nos dio los buenos días, nos comunicó que era el chófer del autobus, "el encargado de llevarnos con bien a nuestro destino", nos deseó un feliz viaje en el que todos "llegaramos con bien" y afirmó que en ese momento el autobús era "una gran familia". La verdad es que me quedé sorprendido, nunca había escuchado un saludo de esta naturaleza, más bien estaba acostumbrado a la frialdad, el automatismo y la rutina, incluso a alguna reacción de incomprensión, brusquedad o aspereza.

El detalle por supuesto, no tiene mayor trascendencia, pero no dejó de dar al viaje un toque de sensibilidad, de afecto, .... una manifestación de humanidad que aporta luz en tiempos en que todos nos hemos vuelto individualistas y distantes en exceso. Agradecí mucho al chófer su comentario, me sentí de otra manera y, desde luego, aprendí que cualquier manifestación de sensibilidad humana está siempre por encima de la excelencia organizativa y los adelantos técnicos.

Foto: http://www.galizacig.com/



7 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Te imaginas ese comentario por parte del comandante de un avión de esos de aerolínea barata? Lo de llegar bien al destino y todo eso casi cobraría una significación especial.

Modestino dijo...

Resultaría chocante: podría añadir una petición al personal de que se pusiera el DNI en la boca .....

La verdad es que cuando dijo eso de llegar bien al destino no te creas que se no se me pasaron por la cabeza mil ideas.

Suso dijo...

El martes estuve en Santiago. El post pedía una canción de Andrés do Barro, o de Juan Pardo, por ceñirme a tus gustos retromelancólicos

Modestino dijo...

Pues es verdad, tal vez "Corpiño Xeitoso" o "La Charanga". Yo en Santiago estuve fugazmente: de 13.00 a 17.00.

Anónimo dijo...

O quizá, me atrevo a añadir, alguna canción de Palito Ortega: "Tengo el corazón contento, el corazón contento, lleno de alegría....". Ahora que lo pienso, creo que Palito no era gallego, sino argentino. Bueno, en realidad, 'medio' gallego, entonces.

P.D. Qué viejos somos, leñe.

Modestino dijo...

Palito Ortega -el nombre ya es toda una declaración de intenciones- es efectivamente argentino; luego se dedicó a la política y creo que llegó a ser gobernador de alguna ciudad importante de allí. Solía salir a cantar con un traje blanco inmaculado y además del Corazón contento, otros éxitos suyos fueron "La felicidad", "La chevecha" y "Yo se que este verano te vas a enamorar", como ver pura filosofía todo.

sunsi dijo...

Retomo tu post. Lo he leído por la mañana... Hasta ahora no he tenido tiempo de decir algo.
Me gusta que escribas que esto te hace ver las cosas de forma distinta o, por lo menos, con un mejor ánimo. Me gusta porque, en el fondo, a todos nos pasa lo mismo... creo. Que al oír a alguien que no te trata como a un sujeto sino como a una persona te devuelve la confianza en el ser humano. Y con lo que cae, hace falta.

Si me lo permites, es un escrito sencillo y elegante... que te hace sentir bien.