Ni soy un experto en política norteamericana ni un entendido en su sistema electoral, ni siquiera estoy más al día de los entresijos de la actual campaña que cualquier ciudadano medio; por esta razón voy a hablar simplemente de impresiones, a dar una visión muy superficial de como veo este acontecimiento que si siempre reviste caracteres de especial, este año aún lo es más, si cabe: finaliza el polémico doble mandato de George Bush jr. , y aspiran a sustituirlo un veterano de guerra de su mismo partido y el primer candidato negro de la historia de los Estados Unidos.
A pesar de que parece que el modelo USA no está de moda, que queda bien criticar y cuestionar a los yankees, a sus modos de hacer y a su sistema democrático, sigue pareciéndome apasionante el estilo de la democracia "made in Tio Sam" y aun pienso que nos quedan cosas por aprender de los norteamericanos.
Aún recuerdo las campañas de mi infancia, con el asesinato de Bob Kennedy, el posterior triunfo de Richard Nixon frente al senador Humphrey; el propio Nixon revalidaría su victoria cuatro años después, imponiéndose con rotundidad al izquierdista George McGovern, que se había impuesto en las primarias demócratas frente al propio Humphrey y a Edmuind Muskie, que sería secretario de estado con Carter y se había gastado media fortuna en una campaña que había tenido su momento dramático con el atentado que dejó en silla de ruedas George Wallace, candidato independiente y segregacionista. Luego vino el Watergate, que facilitó la victoria de Jimmy Carter sobre Gerard Ford en 1976, con su célebre lema de "yo no os engañaré".
El mandato de Carter tuvo las suficientes grietas -rescate fallido en Teherán, crisis económica,...- para propiciar el regreso de los republicanos al poder con un ex-actor de cine, Ronald Reagan quien venció a Carter en 1980 y revalidó triunfo frente a Walter Mondale en 1984. A Reagan se le puso mala fama en España, donde con el gobierno del cambio lo políticamente correcto era dar caña al yankee, máxime si era vaquero y republicano. George Bush recogió el testigo de Reagan en 1988, imponiéndose a Michael Dukakis, con quien hace poco más de un año coincidí desayunando en el Hotel Kempinski de Fuerteventura: no deja de ser especial observar a un aspirante a presidente USA comiendo huevos revueltos en mini-pantalón.
Pero Bush padre no aguantó las secuelas de su intervención en el golfo y cayó en su intento de reelección de 1992, cuando se impuso Bill Clinton, gobernador de Arkansas, con planta de atleta y apoyado por una mujer lista y hábil como pocas. Cuentan que cuando en unas vacaciones el matrimonio Clinton paró a repostar en una gasolinera, resultó que el empleado era un antiguo pretendiente de Híllary; al reemprender su viaje el presidente comentó a su esposa que si se hubiera casado con él ahora sería la mujer de un gasolinero, a lo que Híllary respondió que más bien el gasolinero sería presidente de los Estados Unidos. Clinton, a pesar de Mónica Lewinski, tuvo la sufiiente fuerza para reeditar su triunfo en 1998 frente al veterano senador republicano Bob Dole.
Tras ocho años de mandato demócrata los republicanos regresaron al poder con el ajustado triunfo de George Bush jr. frente Al Gore, que luego se convirtió en adalid del cambio climático y sorprendente Premio Nobel, en unas elecciones que pasarán a la historia por su polémico desenlace, con un empate entre candidatos que tuvieron que resolver los tribunales, y cuya decisión siempre quedó en entredicho. Contra todo pronóstico Bush, con un mandato bañado en la sangre de las víctimas del 11 de septiembre y marcado por las intervenciones en Afganistán e Irak, revalidó el sillón d ela Casablanca frente a John Kerry, de quien en algunos rincones mediterráneos se esperaba mucho pero que acabó siendo un poco bluff. Da que pensar este apoyo popular a un presidente tan cuestionado en occidente.
Ahorta parece que las espadas están en todo lo alto; la presencia de Barack Obama es todo un aldabonazo, nunca hasta ahora había aspirado un candidato de color a la Casablanca; la convención demócrata, en la que se proclamó la candidatura del senador por Illinois, fue todo un acontecimiento mediático. Para llegar a ser candidato Obama se tuvo que imponer a la mismisima Híllary Clinton, en una campaña muy reñida y que dejó restos de enfrentamiento y tensiones. Ha tenido que ser muy duro para la ex primera dama asumir el fracaso de una aspiración que ya se intuía cuando estaba a la sombra de su marido.
Obama es un personaje atractivo, interesante, aunque uno puede tener la sensación de que tiene más "fachada" que "interior"; parece que por un lado es el candidato de la esperanza, muchos confían que de un giro radical a la política internacional de los Estados Unidos y un impulso a las políticas sociales internas, pero quien sabe si tiene la capacidad para hacerlo, a la vez que a muchos nos gustaría saber qué piensa hacer ante determinadas cuestiones que ofrecen importantes dilemas morales. Por otra parte, su presencia en unas elecciones presidenciales serán toda una prueba de fuego para ver en que medida se han superado en el gran pais americano los prejuicios raciales.
Para la vicepresidenica Obama ha optado por el veterano senador por Delaware Joe Binden, un clásico del partido demócrata que ya acumulaba varios intentos fallidos de llegar a la Casablanca.
John McCain puede aparecer como el perdedor "in péctore" de estas elecciones, aunque todo hace pensar que el pescado aún no está vendido. La imagen de hombre mayor, marcado por las secuelas dejadas por la guerra del Vietnam, no deja de ser un dato favorable entre unos ciudadanos con tendencia al sentimentalismo como los americanos. Pero es evidente que ésto no bastará. McCain lucha contra la rémora de la mala prensa de Bush y el caos de Irak, algo que tiene que pesar mucho a la hora de la verdad y se supone que no para bien de sus intereses.
Se supone que para contrarrestar el efecto Obama, el candidato republicano eligió como vicepresidente a una mujer, la gobernadora por Alaska Sarah Palin; su intervención en la convención del partido fue brillante y se asegura que el efecto Palin ha puesto por delante en las encuestas al senador por Arizona.
Se ha criticado a Sarah Palin su falta de experiencia así como, desde los sectores más "frikis" de la progresía su incoherencia ante el embarazo de su hija soltera, en unos comentarios en los que se intuye cierto cinismo; yo valoro, y mucho, que Sarah Palin tenga un hijo con síndrome de down y una hija embarazada, algo que demuestra la grandeza que no tuvieron quienes en situaciones análogas decidieron abortar.
Quedan dos meses para la decisión final, me parece que nadie se atrevería a apostar con mínimas posibilidades de éxito, hasta entonces seguro que aún queda mucho de interesante por conocer.
Foto: current.com
2 comentarios:
A mí, esas muestras de amor conyugal y filial que los candidatos teatralizan en sus convenciones me parece una muestra de cinismo tan grande, que siento asco y vergüenza ajena, a la par.
¿Te has parado a pensar que ni tú ni yo podríamos ser nunca aspirantes a Presidente de USA? No ya porque (al menos, yo) carezcamos de la suficiente preparación y del dinero para ello, sino, sencillamente, porque somos 'impar' o 'singles'. Un soltero no puede ser candidato. Y si encima pretendiera serlo un homosexual, ni te cuento. Como quiera que no tenemos ni esposa, ni hijos, ni padres, ¿con quién subiríamos a la tarima para tratar de demostrar lo buenos esposos, padres o hijos que somos? Se me ocurre pensar que, en tal tesitura, subiría acompañado de mis amigotes, montando follón. ¡Cuánta hipocresía, hermano!.
Por otro lado, puestos a elegir, me quedo sin duda con Obama, aunque sólo sea porque es un hombre de mi (nuestra) generación (pero también por otros motivos menos banales que prefiero reservarme): un hombre de 72 años, por muy en forma que esté, debería retirarse a alguna de sus 24 ó 36 casas que al parecer posee el tipo (con sus nietos, a los que tanto dice querer), a dar largos paseos o, como mucho, a impartir clases en alguna universidad; pero no creo que, a esa edad, esté en condiciones de regir los destinos de ese país. Entre otras cosas, proque estoy seguro que en ancianidad, se pierde el contacto con la realidad, de manera que uno va por un lado y el mundo por otro.
CRV
P.D. Ya sé que, para contradecirme, vas a poner el ejemplo de Benedicto XVI, pero no me vale; así que búscate otro argumento.
Ni se me ha ocurrido poner el ejemplo de Benedicto XVI, tengo bien claro que su reino no es de este mundo.
A mí humanamente también me atrae más Obama, pero me parece una auténtica incógnita y me temo que sea una especie de poeta hueco ... como el otro ;). Si sale Obama, que no nos salga pufo, que también en occidente nos jugamos mucho.
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