Hace días escribía en tono crítico acerca del nuevo Consejo General de Poder Judicial, hoy tengo que admitir que he recuperado la esperanza en que algo empiece a funcionar en la Justicia al conocer quien va a ser el nuevo Presidente de dicho Consejo y, por tanto, del Tribunal Supremo.
No conozco personalmente a Carlos Dívar, pero tanto lo que he escuchado -no ahora, sino reiteradamente desde hace bastantes años- a personas en las que confío y lo que he visto de su trabajo en la Audiencia Nacional, primero como Juez de Instrucción y luego como Presidente, me lleva a la seguridad de que se trata de una persona absolutamente capacitada y, sobre todo, que puede ofrecer algo de lo que el órgano gubernativo de los jueces esta urgentemente necesitado: independencia y criterio.
En primer lugar, considero un dato a favor el carácter profesional de la elección; se trata de un magistrado conocido fundamentalmente por su trabajo, que aparece claramente al margen de cualquier perfil político, lo que es una garantía de independencia, la cual viene avalada no solamente por no aparecer como candidato de un partido, sino también por estar al margen de determinadas contiendas profesionales que le excluyen de cualquier sospecha de corporativismo.
Dívar es conocido como un gran trabajador, y esto no es poca cosa en este mundo de la Justicia; no olvidemos todo el trabajo que debe desarrollar el Consejo en tantos ámbitos, toda la tarea que queda pendiente para realizar. Es llamativo que a Carlos Dívar se le conozca por su labor y no por ningún tipo de veleidad mediática, y convengamos que ésto es algo novedoso -y loable- en el órgano donde ha trabajado desde hace tantos años: la Audiencia Nacional. Considero que la discrección, la prudencia que ha caracterizado a Dívar es virtud indispensable para ejercer como la máxima autoridad del tercer poder del Estado.
Me parece que también hay que poner en el haber del nuevo Presidente del Supremo todo el duro trabajo que ha acreditado haber realizado en la lucha contra el terrorismo de ETA; en el momento que estamos viviendo es precisa en la cabeza del Poder Judicial una posición de firmeza y, no lo considero menos importante, un profundo conocimiento de la situación.
Por supuesto, no todo el mundo está contento con el nombramiento; según "El Confidencial" hay quienes han tachado a Dívar de "más bien conservador y muy beato"; respecto de lo primero, ya va siendo hora de que se otorgue a alguién, que hasta ahora ha destacado por su independencia y criterio, el beneficio de la duda, al margen de que habría que superar esta dicotomía "conservador/progresista" si queremos despolitizar de una vez a la Justicia; en cuanto a las convicciones religiosas del nuevo presidente, parece mentira que en tiempos en los que se hace ostentación de superar tabúes y discriminaciones, ahora se pretenda etiquetar a una persona por sus creencias religiosas y sus costumbres piadosas. A mí, en este último tema, lo único que me preocupa es que Carlos Dívar sea consecuente con sus creencias, algo que seguro redundará en beneficio de su acierto profesional, a la vez que le moverá actuar con independencia y criterio imparcial. Verdaderamente a todos nos tendría que dar igual el sexo, la raza, la fe, la orientación sexual o las opiniones personales de las personas, vamos a dejarnos guiar por criterios profesionales.
No me parece la primera vez que el perfil del presidente del Tribunal Supremo responde a parámetros objetivos, pues pienso que presidentes como Federico Carlos Sainz de Robles, Antonio Hernández Gil o Javier Delgado Barrio no ofrecieron tacha alguna en este sentido, pero tras los últimos tiempos convulsos, el nombramiento de Carlos Dívar abre la puerta a una nueva época: ojalá sea así.
Foto: ecodiario.eleconomista.es
3 comentarios:
Tiene cojones El País en primera página hablando de su condición de hombre muy religioso....¡Joder!,¿escribirían de Conde Pumpido,por ejemplo, " es un hombre muy ateo", o "bastante ateo". ¿Lo harían?.
Yo creo que es la LOGSE, porque en realidad lo que quieren decir es que es un hombre piadoso, que no es lo mismo que muy religioso. Y, la verdad, la piedad no es para ponerla en un curriculum.
Y todo porque el tal Dívar es un fan de los viajes a Jerusalem,de los que presume y proclama su devoción donde quiera que va.
Pues lo mismo,¿se podría escribir en prensa un currículum que dijera, en 1ª página, " A Conde Pumpido le gustan las judías con chorizo ( que no deja de ser otra manía como visitar Jerusalem, aunque existan puntos en común);¡pues tampoco!
Desde luego hay gente escocida porque no han elegido a alguien de "la cuerda"; los seguidores del uso alternativo del derecho se han quedado sin caramelo. También he de decir que no me disgustaban otros nombres que sonaban y sí son de la cuerda, como Juanes Peces o Xiol Rius.
Pues si es como cuentas, me alegro. Ya casi nadie confía en la justicia. Por lo menos, que la cabeza visible sea alguien digno del cargo que ocupa.
Gracias por la información.
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