7 de junio de 2013

La cordialidad como técnica

 
Es un tema donde me temo que nadie podemos decir aquello de que "de este agua no he de beber"; ¿quién no se ha mostrado cortés, atento y hasta simpático con alguno a quien en realidad no traga?, ¿quién no ha caído en la debilidad de hacer un día la rosca por puro interés?, ¿quién no se ha visto obligado a plantar una sonrisa "Profident" para conseguir trabajo, un crédito o la mano de una chica ante unos padres chapados a la antigua? ... Posiblemente son "cosas de la vida", el precio que ha de pagarse por estar en el mundo, en la época y en la sociedad en que nos ha tocado vivir. Pero hay un tipo de cordialidad que me produce especial "dentera", es la puramente fingida, la de quien se muestra amable contigo, generalmente desde una teórica superioridad jerárquica o moral, no se sabe si porque piensa que tiene la obligación de serlo, si por ser condescendiente, porque se siente adalid de la cordialidad o por una especie de mezcla de todo lo anterior.

Esto es como las meigas: "haberlas, haylas", ... personas que asoman encantadoras, que te exponen su sonrisa de oreja a oreja, conocen tus dedicaciones, gustos y aficiones, te dan palmaditas en la espalda y golpecitos en el hombro, te sueltan frases como esas de "llámame", "ven a verme" o "eres estupendo", pero terminas enterándote que según te das la vuelta comienzan los "peros", las inquisiciones y los cuchicheos. Otras veces lo que ocurre es otra cosa, el individuo, ausente el recipiendario de la amabilidad, generalmente más joven, más inexperto o subordinado, pasa de la mansedumbre a la exigencia, se encumbra en su poder o en su pretendido prestigio y habla del que ya no está con dureza, con hiriente condescendencia incluso con frases que encierran cierto desprecio. Son personajes encantados de conocerse, con una trabajada conciencia de una trascendencia que creen acreditada, con ínfulas no se sabe si de madre superiora o de Ministro de Información y Turismo.

Me da miedo que los años y las experiencias puedan volverme demasiado suspicaz y desconfiado, pero hace ya tiempo que no me fío de algunos que te ponen buena cara.

8 comentarios:

sunsi dijo...

Si la cordialidad no tiene su raíz en el corazón, deja de serlo... No hay nada más hipócrita que la técnica aplicada a las relaciones humanas. En la mujer, esa superioridad moral tiene "gestos". Notas que te observan sin disimulo, las palabras son maternalistas pero huecas... Y ese "ven a verme"o "llámame" delata las intenciones. Te quedas pensando "¿y por qué no llamas tú?"
Demasiado dolor acumulado tras estas actitudes altivas.

Buen post, Modestino.

Driver dijo...

En una sociedad básicamente hipócrita como la que hemos construido, la cordialidad, la afabilidad y la educación, han sido capturdas como prisioneras en la guerra de las relaciones laborales, institucionales y personales.
¿Qué hacer?
Sólo se me ocurre establecer como criterio el llamado "de hechos consumados", es decir, fijarme en lo que mis ojos ven y no en lo que mis oidos perciben.
No me fío del empresario que exige sin más, pero si me fío del que da ejemplo.
No me fío de la mujer que dice que me ama, sino de la que con sus hechos (e independientemente de su estado civil y circunstancias) lo demuestra en la medida que le es posible.
No me fío del hijo que me dice que va a hacer sus tareas, sino del que recoge la cocina después de comer.
No me fío de mis propios pensamientos; pero observo mis acciones y sobre ellas me hago mi propia composición.
...
Tal vez los sordos, tengan mucho que aportarnos.
Tal vez Dios nos regaló el sentido de la vista, con más de un fin.
Cuidemos pues la vista.

Modestino dijo...

Ay los gestos, Sunsi, dicen que hay miradas que matan, tambien las hay que deprimen ...

Modestino dijo...

Esta claro Driver que dar ejemplo es lo adecuado, y darlo sin hacer ejercicios ni exhibiciones de ejemplaridad.

veronicia dijo...

Estos días me plantaba retirarle el saludo a una compañera (por h d p) pero luego pienso más en frio y me digo que esforzarme en negar el saludo para mi es una tortura así que me limitaré a ignorarla.
Por otra parte pienso que una cosa es guardar las formas porque no queda otro remedio para que haya paz y otra aprovechar las formas para acuchillarte por la espalda

Modestino dijo...

Completamente de acuerdo, amiga.

Susana dijo...

La hipocresía es algo que no soporto. Un beso.

Modestino dijo...

A veces puede ser hipocresia y a veces es tactica, modo de funcionar.