20 de marzo de 2012

Una niña que me reconcilió con la humanidad



El 3 de noviembre de 2010 dediqué mi post a una pequeña niña de color con la que me había tropezado una mañana en la que me dirigía al trabajo y ella iba, junto a su madre, al colegio; desde entonces -ya ha pasado casi año y medio- he seguido coincidiendo con ese ser adorable que, aunque lógicamente ha crecido, continúa viviendo los primeros años de su vida. Supongo que cuando paso a su lado seguirá ignorante de la admiración y la ternura que palpitan en mi interior ante una figura diminuta que anda por la vida con la sencillez y el entusiasmo que parecen ser posibles tan sólo en la primera infancia. El pasado sábado viví una segunda parte de mi experiencia de entonces y comprobé que la niña, además de guapa, alegre y entusiasta, es bastante lista.

Dicho sábado, como ya conté del anterior, cogí el autobús que me iba a devolver a Huesca en la parada ubicada frente a la vieja fundición de Averly, eran las 21.10 horas y el destino -bendito sea en esta ocasión- quiso que me fuera a sentar justo en el asiento de al lado al que la niña referida ocupaba junto a su madre; desde el principio comprobé cómo la criatura se encontraba en plena forma y en qué medida le encanta practicar con continuidad el sano ejercicio de hablar. Hay veces en las que un niño -o niña- puede darte el viaje hasta volverte comprensivo con el mismísimo Herodes, pero en esta ocasión la ruta acabó siendo una delicia y contemplé durante todo el camino que a través de la autovía te lleva hasta la Olla de Huesca una escena maravillosa en la que madre e hija dieron una lección de alegría y naturalidad, y es que descubrí que el secreto de una niña que ya conocía feliz estribaba en tener una madre que sabe tratarla simplemente con amor. La niña -averigue su nombre, pero tampoco vamos a dar pistas- tenía el día cantarin, y así me resultó consolador comprobar cómo al cabo de más de cuarenta años los niños siguen repitiendo los mismos cánticos de mis tiempos, de manera que sin solución de continuidad fui escuchando uno tras otro aquello de "En la casa de Pepito, IAIAO ...", "la Gallina Turuleta", "Estaba el señor Don Gato, marramamiau ...", "El patio de mis casa es particular", amen de otra que hablaba de una brujita, una protagonizada por las pajaritas del parque y que al parecer la niña se había inventado, una tercera, novedosa para mí y titulada "La vaca Lola", que según decía la letra "tiene cuernos, cabeza y cola" ... ¡faltaría más! e incluso una simpática versión de "Pinocho". Y ante una situación tan sencilla, tan poco sofisticada, que su madre sabía ir llevando al combinar con habilidad notable entusiasmo y discreción, a un servidor se le caía la baba mientras tenía que hacer esfuerzos por no incorporarse al concierto y se preguntaba a sí mismo ¿por qué coño -con perdón- tenemos que crecer?.

No obstante, el momento culminante del viaje se produjo cuando mi amiga, vamos a llamarla ya así, inició el mítico "Vamos a la cama", tema que agradecí oír, pues significa que aún quedan esencias de infancias más simples y que tras cantar en castellano madre e hija repitieron en un idioma desconocido para mí y que imaginé sería el de su tierra de origen. A continuación la canción que tocaba fue el célebre "¡Viva la gente!", esa especie de primeros compases del new age que un numeroso grupo de jóvenes norteamericanos interpretaban con sonrisa profiden allá por 1969. Fue entonces cuando se agudizó en mi persona la tentación de obligar a todos los pasajeros a seguir la letra incoada y lanzar vivas especiales a la gente que en ese momento viajaba en los asientos de mi izquierda. Posteriormente, además de cierta muestra de tener carácter, la negrita relató una superresumida versión de los cuentos de "Blancanieves y los 7 enanitos" y "Los tres cerditos y el lobo feroz". En mi asiento hacía como que dormitaba, consciente de que un viaje que prometía ser cansado y aburrido se convertía, gracias a que quedan seres buenos y sencillos, en un himno a la felicidad más simple y menos costosa.

Me bajé, como madre e hija, en la parada de Martínez de Velasco; me temo que para ellos no fui más que un señor serio y distraído con el que habían coincidido, porque, gracias a Dios, hay personas que para hacer el bien sólo tienen que mostrarse al mundo tal como son y buena parte de su virtud radica posiblemente en su inconsciencia de poseerla. Pero los demás no podemos permitirnos vivir como si no existieran, porque entonces nos perderíamos el espectáculo de la bondad humana. Definía Chesterton a la mediocridad como "la capacidad de convivir con la grandeza y no darse cuenta" ... quiera Dios que no caigamos, al menos en demasía, en dicha mediocridad.

19 comentarios:

paterfamilias dijo...

¡Gran entrada!

Me habría gustado verte departiendo con esa niña, aunque por lo que cuentas hacías como que dormitabas. ¡Cómo te entiendo! ;-)

Modestino dijo...

La timidez me impidió decirle nada a la criatura, además de que en estos tiempos hay que ser prudente al tratar a los niños, que hay cierta suscepctibilidad.

Susana dijo...

Me alegro de que tuvieras un viaje tan agradable. Aún quedan niños inocentes gracias a Dios. El otro día en un bar entraron dos hermanitos a pagar que eran un verdadero encanto. Así se recupera la fe en la humanidad. Un beso.

Modestino dijo...

Yo pienso que la inocencia es característica propia de la niñez, lo que pasa es que hay padres que fabrican monstruitos.

Modestino dijo...

Ah, Dolores, lo de la "Vaca Lola" a mí me sonaba a nuevo ... está bien eso de que haga "muuuu". :)

Mariapi dijo...

Preciosa entrada, Modestino...hubiese estado muy bien que te hubieses "desmelenao", y te hubieses lanzado a dirigir el autobús en pleno, cantando "viva la gente"...es que me lo estaba imaginando al leerte...(es broma) Gracias por este relato, Modestino, nada como los niños y quienes saben comprenderlos para aprender a mirar con misericordia a la humanidad, gracias.

meloenvuelvepararegalo dijo...

Da gusto leer este tipo de entradas.
Pienso que aún hay bondad a nuestro alrededor sólo que hay que saber verla y valorarla.
Seguro que para otr@, escuchar a la niña cantar todo el trayecto habría sido un ******, pero no para ti.
Yo sí que te hubiera imaginado cantando con la niña, seguro que a madre e hija les hubiera gustado, y al resto del autobús? Pues por pudor no se hubieran sumado...
Saludos primaverales,

Modestino dijo...

:), no amiga, si me conocieras bien sabrías qué me faltan tablas, descaro y soltura para una incorporación espontanea al "dueto".
No todos los niños son iguales, algunos se muestran impertinentes, ésta estuvo simplemente encantadora ... nadie mínimamente sensible podía haberse enfadado con ella.
Aunque también es cierto que siempre tienes momentos mejores y peores y no siempre enfocas igual las cosas.

Driver dijo...

En la Procesión del Viernes Santo en Murcia, tenemos costumbre los nazarenos de regalar caramelos a la chiquilería.
Y hete aquí que entre el público, hay niños en primera fila con varias toneladas de caramelos.
Pero si osas mirar a la fila diez o doce, verás a un niño con cara de cabreo supino, sin caramelos y viendo como los de las primeras filas se inflan.
Su cara refleja la injusticia en estado puro.
Así que vas tú y decides hacer algo por ESE niño. Agarras la cruz y te abalanzas peligrosamente hacia las filas de asistentes, le pegas sin querer un cruzazo a un buen señor, apoyas tus sandalias entre la fila tres y la cuatro, en una pirueta que llama la atención del mayordomo que te dice que te dejes de tonterías, le pides a un señor de la fila seis que agarre un puñado de caramelos y se los pase al niño de la fila diez; en esos momentos el lumbago te pega un poderosos e inoportuno tirón que se extiende por la zona inglinar con gran dolor;
desciendes de las filas de sillas mientras que el mayordomo te apercibe con una expulsión inmediata de la procesión.
...
El sol pica.
El mundo el básicamente injusto.
La cruz de madera te destroza el hombro.
Tu salida para el año que viene depende un expediente sancionador.
Por no hablar de tu dolorida zona inglinar.
...
La fila de penitentes avanza.
Giras el cuello y lo ves.
El niño de la décima fila, con un puñado de caramelos en la mano, te mira con una enorme sonrisa de agradecimiento.
...
Y en ese momento, el resto del mundo te importa una higa.

Una gran higa.

Anónimo dijo...

Un poco egoista por tu parte.
La niña te alegra el día y tu eres incapaz de decirle, con una sonrisa, por ejemplo "Cantas muy bien" Seguro que ella se hubiera sentido feliz.
La próxima vez no te cortes.

Modestino dijo...

Pues sí, basta esa sonrisa. Aún por España, Driver?

Modestino dijo...

No creo qué la palabra egoísta sea la adecuada; uno a veces no sabe si un intento de ser cariñoso y amable va a ser bien entendido.

Driver dijo...

Ando a medio camino de ninguna parte.
...
Bonita entrada.
Ciertamente bonita.

tomae dijo...

A mí como a mi hermano nos ha gustado esta entrada, supongo que nos ha recordado a nuestras benjaminas, y entiendo perfectamente que te haya resultado delicioso ese viaje en autobús en comparación de aquellos en los que te encuentras aqullos adolescentes con el "chunga-chunga".

Pd. Este Viernes noche habíamos organizado una juerga con Driver y Brunneti (me dijo que te avisarían) ya tengo las entradas para el conciert pero solo tengo 3. Si no te importa, y dado que mi mujer y la mayor no estarás ¿podrías quedarte con mi Laurita de Canguro? Mis suegros no pueden, y necesito alguien de confianza, te aseguro que lo pasarás bien con ella, tenemos "La Bruja Novata" y ella sabe un monton de canciones...te dejaré un par de birras en la nevera.

Modestino dijo...

Podríamos buscar otro canguro y me incorporo al festorro. ;)

tomae dijo...

¿estas diciendo que hacer de canguro a hija no te reconciliaría con la Humanidad? ¡cojoño Modestino no me esperaba esto de ti! ¡rayos y centenos! si es la viva imagen de su madre, con el espiritu de su padre ...o las dos cosas juntas!!! ¡¡¡y somos muy humanos!!!

Modestino dijo...

Rayos y centellas, amigo Tomae... Qué es eso de centenos?

sunsi dijo...

Ya te han liado , Modestino;-)))Este tarracofermo...
Qué post tan, tan.... que no encuentro el adjetivo. Niña amable, digna de ser amada. Y me alegro de que tengas la oportunidad de ir siguiéndole la pista.

Gracias por este post. A mí también me ha reconciliado con la hermana vida.

Modestino dijo...

Bueno, a Tomae le gustan los dobles sentidos y demás, y eso le da vida al blog.