Una magnífica película de juicios, de las mejores que he visto. Ya tenía en un excelente concepto a Otto Preminger tras ver "Laura", "Cara de ángel", "Vorágine" y "El cardenal", pero esta anda, por lo menos, a la altura de las citadas. El reparto es magnífico, aunque por encima de todos destaca James Stewart, que borda el papel de abogado poco activo que tiene que defender a un militar convicto y confeso de haber asesinado al presunto violador de su esposa. Uno se espera al típico trabajo de Stewart haciendo de hombre bueno, de abogado luchador por defender una causa perdida, y se encuentra con un James Stewart que, sin perder su aire ingenuo y suave, encarna a la perfección a un letrado dispuesto a hacer trampas y bordear la ilegalidad para sacar adelante a un cliente que no tiene nada de personaje desgraciado. El actor de Indiana se convierte en el auténtico protagonista de un film por el que obtuvo su quinta nominación para un Oscar, aunque en 1959 poco se podía hacer frente al fenómeno "Ben-Hur" y Charlton Heston le pisó la estatuilla: de hecho. mientras el fastuoso fil de Cecil B. de Mille se imponía en once de sus doce nominaciones, el de Premiger no obtenía ni uno de los siete a los que aspiraba.
Junto a Stewart trabajaban un excelente grupo de secundarios, empezando por Lee Remick, que estaba convincente y magnífica en su papel de esposa ligera de cascos, y siguiendo por el recientemente fallecido Ben Gazzara, que daba credibilidad al violento esposo de aquélla. Ahora bien, aún fueron mejores los trabajos de dos actores de reparto que también aspiraron al Oscar por este film: Arthur O'Conell, a quien recuerdo como viejo cura de la primera "Aventura del Poseidón" y George C. Scott, todo un carácter que acabaría obteniendo una estatuilla, que por cierto no quiso recoger, por su papel de "Patton"; Hugh Griffith, un magnífico Sheik Ilderim en "Ben-Hur". A O'Connell le corresponde el papel de viejo y borrachín abogado amigo del protagonista, mientras Scott se luce interpretando a un Fiscal rígido y agresivo, algo que le v´nía como anillo al dedo.
Creo que el film está perfectamente estructurado y Preminger va poniendo al espectador en situación hasta que comienza propiamente el juicio y el resto de la película se convierte en una magistral intercambio de mandobles -verbales y jurídicos, por supuesto- entre Stewart y Scott, con la excelente colaboración de sus compañeros de reparto. Tal vez una de las mayores virtudes de la película de Otto Preminger viene constituida por la naturalidad con que sucede todo, es un film sin climax, sorpresas ni suspenses, simplemente se relata el juicio en torno a un suceso dramático, y ésto es precisamente su gran ventaja, el que se vea toda la cinta -más de dos horas de duración- son agrado y sin sobresaltos, disfrutando sencillamente de una historia bien contada, sin buenos ni malos sino tan sólo con seres humanos.
7 comentarios:
Esta es una de mis películas favoritas sobre juicios y justicia.
No recuerdo que James Stewar bordeara la ilegalidad pero si recuerdo lo que hace o mejor lo que no hace su cliente al final del juicio; real como la vida misma.
Vamos a dejarlo en maniobrero. El final del que hablas se veía venir ;).
Hay un refrán que dice "Así paga el diablo a quien bien le sirve":))))
Es un peliculón. No me canso nunca de verla. Un beso.
Buen refrán!
No he visto la película y me cuesta imaginarme a James Stwart haciendo trampas, como también a John Wayne haciendo de malo ... Ahora bien quien las hacía a la perfección y bordaba la "pillería" de los "justos" era Charles Laughton en Testigo de Cargo...
En cualquier caso, el papel de James Stewart es un papel simpático.
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