3 de agosto de 2011

Conciertos en Rua del Villar




Los jueves y domingos del verano suele haber concierto de la Banda de Música de Santiago de Compostela en la Rúa del Villar; los jueves acostumbran a ser a media tarde y los domingos a las 12.00 de la mañana. Durante mi estancia en dicha ciudad me acostumbré a acudir con frecuencia a dichas actuaciones que, muy lejos de tener el empaque de las grandes orquestas y sin el especial toque mágico de los conciertos de música clásica o barroca que se celebran en algunas iglesias, tienen su encanto y, en menos de una hora, la orquestina obsequia a los asistentes con cinco interpretaciones y una propina llenas de gracia y muy bien tocadas. Diversas piezas de música gallega -muñeiras, rapsodias, ...- y composiciones tan conocidas como "Las bodas de Luis Alonso", "Maruxa", "Gigantes y cabezudos" o "Paquito Chocolatero" fueron sonando ante el interés de un público bastante numeroso, entregado a quienes tocaban y dispuestos a aplaudir con la fuerza y durante el tiempo que hiciera falta.

Se creaba un ambiente delicioso, con un pequeño grupo de espectadores sentados -casi el 100% abuelos y abuelas que imagino acudirían un buen rato antes para coger sitio- y vecinos y turistas escuchando desde ventanas y soportales, casi siempre con cara de felicidad y satisfacción, porque este tipo de música popular y sencilla suele ser recibida con generosidad y poca exigencia. De cualquier manera, puedo asegurar que los músicos lo hacían francamente bien, con un joven director de orquesta que dominaba absolutamente su decisiva función. Los músicos iban equipados con uniforme azul marino y había una importante representación femenina; mi lamentable ignorancia musical me impide referir todos los instrumentos existentes, pero había trompetas, trombones, saxofón, clarinete, flauta, platillos, tubas, ... y unos cuantos más. Al final de cada interpretación y ante los aplausos de la gente el director invitaba a saludar a quienes habían tenido una intervención principal y, posteriormente, a la totalidad de la orquesta.

Además de disfrutar con la música, resultaba interesante dar un repaso a las caras y actitudes de los espectadores, que en general manifestaban despreocupación, serenidad, sana alegría y satisfacción, como si existiera una identificación total con los músicos y con lo que éstos tocaban, posiblemente porque las personas en un momento dado somos capaces de mostrar nuestra solidaridad y nuestro agradecimiento a quienes nos están ofreciendo, gratuitamente por cierto, un servicio artístico y grato. Si al final del concierto alguien propusiera que músicos y espectadores se fueran juntos a tomar unos vinos intuyo que el éxito estaría asegurado, y es que hay situaciones en las que se produce una especie de vínculo de cariño entre personas inicialmente desconocidas.

También es un entretenimiento interesante, casi un ejercicio de sociología, contemplar a los músicos durante la actuación, con los cinco sentidos puestos en su papel, algunos volcados en el instrumento que usan y otros a la espera de su turno; especialmente llamativos los momentos en los que toca pasar página de partitura, ejercicio en el que se les ves perfectamente entrenados. Y una especial mención para la chica del clarinete; su papel debe de ser importante, pues casi siempre era elegida por el director para saludar individualmente tras la canción; se le veía una especialísima concentración en su trabajo y, en ocasiones, tocaba con tal intensidad que se hinchaba y ponía roja hasta que uno sentía miedo de que acabara dándole un "yuyu". Tengo que reconocer que me quedé prendado de la chica del clarinete, me convertí en su anónimo admirador y decidí quedarme con la copla de que entre tanto experto era la mejor.


12 comentarios:

dolores se llama lola dijo...

Si algo me gusta de viajar son esos encuentros inesperados con el folclore, en plena calle.
Yo me quedo como turista extrañada sorprendida y agradecida preguntando al final que se celebra... y con la sensación de que me han invitado como a una privilegiada a contemplar algo asombroso.

Modestino dijo...

Lo mejor de los viajes es muchas veces lo que no está organizado.

dolores se llama lola dijo...

En España lo de los San Fermines me pilla ya un poco cansada de las piernas y lo tengo medio descartado... pero ahora hay como una manía de menternos a todos en viajes organizados y llevarnos como si fueramos ganado de un lado a otro, como si hubieramos nacido ayer.

Modestino dijo...

Tengo poca experiencia de esos viajes organizados, pero tiendo a pensar que la gente puede sentir que es conducida cual borregos.

Driver dijo...

ODA A LA CHICA DEL CLARINETE

Mi nombre poco o nada importa
¿para qué entonces indagar?
soy la que te sorprende tocando, tus oídos presto voy a regalar.

Bien podría contarte mi historia,
hablar de mi lento caminar,
por caminos y andurriales,
¡pero mira!
hoy prefiero soplar.

Llenar el espacio de música,
de notas, acordes y demás,
enamorarte con mil silbidos,
con cadencias al compás.

Te vi entre el público distinguido,
observé tu atento mirar,
supe al punto que era primitivo,
el ser mirado y el observar.

Tomé cartas en el asunto,
me concentré como hada celestial,
soplé como nunca lo había hecho,
llené de aire mi pecho,
y lo expulsé,
con impulso musical.

Toqué para tí, desconocido,
visitante de mi ciudad,
llené tu cerebro de armonías,
sin arrogancia, ni maldad.

Sé que te quedaste absorto,
relajado y circunflejo,
mirando a la orquestina,
reflejando el alma en espejos.

Modestino dijo...

Muy bien Driver ... a lo mejor hubiera facilitado tu trabajo de poeta sí hubiera sido más explícito y te hubiera contado que unos días llevaba coleta y otros no, que su pelo era rizado, que tal vez le sobrara algún kilo -no muchos-, ...

Driver dijo...

Con tu pelo tan rizado,
y esa coleta tan bella,
más que el clarinete tú tañes,
los sonidos celestiales,
ésos que dejan mella.

Verte tocar ha sido,
una experiencia religiosa,
pues vi a todo el cielo gritar,
¡sigue, sigue, victoriosa!

¡Quien fuera clarinete!
Ser acariciado por tus dedos,
sentirse en paz con Dios,
¡y volverse medio lelos!

¡Toca, tañe, sopla, hermosa!
Que aunque mi oído...
de hormigón armado es,
yo te aplaudiré,
del derecho y del revés.

Con sonidos muy hermosos,
te digo lo que decía,
aquel juglar famoso:

"¡Nena,¿quedamos un día?"

Modestino dijo...

Eres una mina ... ;)

se me ha perdido un kilo y lo ha encontrado mi amiga dijo...

Mi queridísimo Modestino;
Nota aclaratoria a las mujeres nunca les sobran kilos, lo que pasa es que algunas guardan los que pierden sus amigas.

Modestino dijo...

Puede ser que no haya sido galante insinuar algún kilo sobrante en la chica del clarinete, pero le puedo dar la vuelta al argumento y reseñar que lo que quise decir es que a la mociña hasta los kilos la embellecian.

susana dijo...

Me encantan las bandas de música. Un beso

Brunetti dijo...

¿Qué sería de Santiago sin esas calles mojadas (con o sin clarinetistas opulentas)?