Cuando estudiaba bachiller me tragaba todo partido de fútbol que echaban por la tele, en blanco y negro por supuesto, pero no perdonaba uno. A lo largo del mes de mayo se solían juntar las finales de la Copa de la UEFA -que era a ida y vuelta-, la Recopa y la Copa de Europa. De esta manera uno estaba al día de las grandes figuras de la época, muy especialmente las de nuestro continente: Cruyff, Beckenbauer, Gianni Rivera, Djazic, George Best, Overath, ...
En 1975 la final de la Recopa (Copa Europa de Campeones de Copa) enfrentaba a dos equipos que hoy no juegan un papel excesivamente importante en el panorama deportivo europeo: el Dynamo de Kiev, encuadrado entonces en la liga soviética y el Ferencvaros de Budapest, cuando la gloria del fútbol húngaro comenzaba a pasar a mejor vida y ya estaban lejanos los tiempos de Puskas, Kocsis, Czibor, Hidegkuti , ... y terminándose los de Florian Albert, Bene o Fazekas. Mis simpatías corrían a favor de los magyares, pero pronto comprobé que el equipo verdaderamente bueno era el ucraniano.
De entre los jugadores que componían el once titular del Dynamo, que entrenaba una auténtica leyenda del fútbol de aquellas tierras como Valeriy Lobanovskiy, tenía oídos a tres: el meta Evgeniy Rudakov, de quien recordaba como había amargado a la selección española con una excepcional actuación en partido jugado en Sevilla y que supuso la eliminación del equipo español de la Copa de Europa de selecciones de 1972, el volante Vladimir Muntyan, auténtico cerebro del equipo y que con Bhisovets fue el jugador más relevante que integró la selección soviética que jugó el Mundial de México-1970 y Viktor Kolotov, un ariete con fama de goleador. A la hora de la verdad las figuras de los de Kiev fueron Vladimir Onishchenko, un genuino "10" y, por encima de todos, Oleg Blokhin, el extremo zurdo del equipo que hizo un partido memorable. El tercer gol de los ucranianos, marcado por Blokhin, fue un modelo de belleza, fuerza, velocidad y clase.
Hasta ese momento yo no tenía ni idea de quien era este jugador, quien a partir de entonces se convirtió en uno de mis ídolos indiscutibles en esto del deporte rey. Oleg Blokhin, que jugó nada menos que 18 temporadas en el Dynamo de Kiev, era un extremo rapidísimo, con una fuerza impresionante y con capacidad técnica notable, posiblemente el mejor 11 de su época. Eran magistrales las arrancadas en velocidad de Blokhin, realmente imparables, dejando sentado a su marcador y enfilando la zona izquierda del área rival con un peligro enorme.
Siempre me gustaron los extremos; el juego por las bandas en el fútbol posee un encanto especial, y no se porque extraña razón he tenido especial querencia por los extremos zurdos, tal vez porque un jugador zurdo suele ser un futbolista especial, nada fácil de encontrar. En mis primeros años de afición ya destacaban en España dos zurdos formidables, cada uno bien distinto: Paco Gento, la "galerna del cantábrico", un jugador rapidísimo que ganó seis Copas de Europa con el real Madrid, y el inolvidable Carlos Lapetra, un autentico adelantado a su época, poseedor de una técnica exquisita y uno de los primeros extremos zurdos que sabía bajar al centro del campo para iniciar la jugada. Sin salir de España, también admiré mucho a Chechu Rojo, legendario exterior izquierdo del Athletic. En Europa recuerdo a los alemanes Heyckens (Borussia Moenchengladbach), Emmerich (Borussia Dortmund)y Hoelzenbein (Eintracht de Franckfurt), a los italianos Corso (Inter), Gigi Riva (Cagliari) y Chiaruggi (Milan), al portugués Simoes (Benfica) y al holandés Kaizer (Ajax de Amsterdam).
Pero Blokhin fue posiblemente el más completo, un hombre capaz de subir y bajar continuamente, porque a la técnica y la velocidad unía una potencia fuera de lo común. En mayo de 1975 descubrí a alguien que muchos ya habían descubierto, pero valió la pena, aún estaba a tiempo de disfrutar de un fenómeno.
En 1975 la final de la Recopa (Copa Europa de Campeones de Copa) enfrentaba a dos equipos que hoy no juegan un papel excesivamente importante en el panorama deportivo europeo: el Dynamo de Kiev, encuadrado entonces en la liga soviética y el Ferencvaros de Budapest, cuando la gloria del fútbol húngaro comenzaba a pasar a mejor vida y ya estaban lejanos los tiempos de Puskas, Kocsis, Czibor, Hidegkuti , ... y terminándose los de Florian Albert, Bene o Fazekas. Mis simpatías corrían a favor de los magyares, pero pronto comprobé que el equipo verdaderamente bueno era el ucraniano.
De entre los jugadores que componían el once titular del Dynamo, que entrenaba una auténtica leyenda del fútbol de aquellas tierras como Valeriy Lobanovskiy, tenía oídos a tres: el meta Evgeniy Rudakov, de quien recordaba como había amargado a la selección española con una excepcional actuación en partido jugado en Sevilla y que supuso la eliminación del equipo español de la Copa de Europa de selecciones de 1972, el volante Vladimir Muntyan, auténtico cerebro del equipo y que con Bhisovets fue el jugador más relevante que integró la selección soviética que jugó el Mundial de México-1970 y Viktor Kolotov, un ariete con fama de goleador. A la hora de la verdad las figuras de los de Kiev fueron Vladimir Onishchenko, un genuino "10" y, por encima de todos, Oleg Blokhin, el extremo zurdo del equipo que hizo un partido memorable. El tercer gol de los ucranianos, marcado por Blokhin, fue un modelo de belleza, fuerza, velocidad y clase.
Hasta ese momento yo no tenía ni idea de quien era este jugador, quien a partir de entonces se convirtió en uno de mis ídolos indiscutibles en esto del deporte rey. Oleg Blokhin, que jugó nada menos que 18 temporadas en el Dynamo de Kiev, era un extremo rapidísimo, con una fuerza impresionante y con capacidad técnica notable, posiblemente el mejor 11 de su época. Eran magistrales las arrancadas en velocidad de Blokhin, realmente imparables, dejando sentado a su marcador y enfilando la zona izquierda del área rival con un peligro enorme.
Siempre me gustaron los extremos; el juego por las bandas en el fútbol posee un encanto especial, y no se porque extraña razón he tenido especial querencia por los extremos zurdos, tal vez porque un jugador zurdo suele ser un futbolista especial, nada fácil de encontrar. En mis primeros años de afición ya destacaban en España dos zurdos formidables, cada uno bien distinto: Paco Gento, la "galerna del cantábrico", un jugador rapidísimo que ganó seis Copas de Europa con el real Madrid, y el inolvidable Carlos Lapetra, un autentico adelantado a su época, poseedor de una técnica exquisita y uno de los primeros extremos zurdos que sabía bajar al centro del campo para iniciar la jugada. Sin salir de España, también admiré mucho a Chechu Rojo, legendario exterior izquierdo del Athletic. En Europa recuerdo a los alemanes Heyckens (Borussia Moenchengladbach), Emmerich (Borussia Dortmund)y Hoelzenbein (Eintracht de Franckfurt), a los italianos Corso (Inter), Gigi Riva (Cagliari) y Chiaruggi (Milan), al portugués Simoes (Benfica) y al holandés Kaizer (Ajax de Amsterdam).
Pero Blokhin fue posiblemente el más completo, un hombre capaz de subir y bajar continuamente, porque a la técnica y la velocidad unía una potencia fuera de lo común. En mayo de 1975 descubrí a alguien que muchos ya habían descubierto, pero valió la pena, aún estaba a tiempo de disfrutar de un fenómeno.
8 comentarios:
En mi ignorancia solo puedo decir lo único que se de Oleg Blokhin lo he aprendido hoy y es que era compatriota de Lev Yashin porque ucrania entonces era parte de la URSS... Y fin de mis conocimientos... a partir de aquí reflexiones... no es increible el parecido de la camiseta roja de Oleg Blokhin con la de Cantoná en el Manchester? y ya si antes de disparar a puerta hiciera ese gesto de subirse el cuello...
Como puedes comprobar mis conocimientos de futbol son vagos superficiales y anecdóticos.
(Por cierto el Dinamo juega con los mismos colores que el Zaragoza)
Un abrazo.
Huy, no veo muy comparables a Oleg Blokhin y Eric Cantoná ... se trata de dos futbolistas muy distintos.
De verdad Veronicia, mira que te digo que no opines en temas de fútbol que das vergüenza ajena... Modestino, te imaginas esto mismo durante todo el mundial? que suplicio!! que si el uniforme de tal equipo es horroroso, que los calcetines no están a juego con el pantalón, que por qué no llevan el cuello vuelto como lo llevaba Cantoná... un día me pidió que le buscara un sitio de internet con las fotos de todos los entrenadores para ver si había alguno más feo que Del Bosque!!
Modestino, yo de ti la banearía para que se preocupe un poco más por aprender de este deporte, que solo conoce a la araña negra y a cantoná y con eso se defiende en todas las conversaciones de fútbol.
Por cierto, hoy me decía que no se explicaba cómo no habías hecho aún una entrada de Cantoná...XD
Aunque no ví jugar en directo a Blokhin, me recuerda su manera de jugar a otro gran jugador soviético: Vasili Rats, que aunque no era extremo puro, era un carrilero que tenía muy buen disparo de media distancia. Formó parte de la gran unión soviética que llegó a la final de la euro 88, donde se toparon con los tulipanes del milan de sachi (Gullit, rijkaard, Van Basten) y no pudieron redondear un gran año para su país ya que meses más tarde ganarían la medalla de oro olímpica al Brasil de Bebeto y Romario. Del equipo subcampeon de la euro recuerdo a Dassaev en la portería, Khidiatullin,Kuznetsov, defendiendo, Mikhailichenko creando en el medio del campo y de enganche Belanov, con el letal Oleg Protassov recibiendo los centros de Rats. Equipazo.
¿Qué sería de este blog si baneara a Veronicia? ...
Recuerdo a un amigo mío que de los partidos televisadoa sólo le interesaban las marcas del uniforme, los anuncios publicitarios del estadio y, cuando se retransmitía desde el estadio Carranza, ver si pasaba el TALGO.
Queda pendiente lo de Cantoná.
Me encantaban especialmente Mijailichenko y Protassov, y creo recordar a un tal Zavarov que también destacaba.
¿Rats jugó en la Liga española, en concreto en el Español, o me traicióna la memoria?.
Gracias Modestino;
este anuncio para que disfrutes!
Cierto, olvidaba a Zavarov... rats se pasó más tiempo lesionado que jugando, pero sí, "jugó" en el Español.
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