Hacía bastante tiempo que no viajaba a Madrid; si no recuerdo mal desde el mes de octubre del año pasado. Por esta razón, uno de los reencuentros de jueves y viernes -viaje de ida y vuelta en el AVE Huesca-Madrid- lo ha sido con las azafatas que con su uniforme azul atienden durante el viaje a los pasajeros. A lo mejor es que soy un simple -me consta que hay quien lo piensa;)- pero a mí me gusta sentirme atendido por unas amables jovencitas -también hay algún "azafato" que te ofrecen el periódico, una toallita caliente, algún que otro caramelo y desayuno, almuerzo, merienda o cena según horario. Posiblemente se trate de servicios "prescindibles", pero a nadie le amarga un dulce y al menos yo estoy super-a-gusto contando con alguien que me dedica tiempo, me sonríe, en el 95% por cien de los casos con una sonrisa que parece sincera, y está dispuesta a satisfacer, dentro de sus posibilidades, mis necesidades, aunque sean supérfluas.
Pero hay gente para todo, y existe quien no se encuentra a gusto con semejantes atenciones; es una posición respetable y el personal está en su derecho en aspirar a que le dejen en paz, y es tal vez el trabajo de estas azafatas puede ser un obstáculo para un profundo trabajo en el portátil, una concienzuda conversación en el móvil, la lectura de un libro o, sin más, una reparadora cabezadita. Incluso he conocido gente que se agobia ante tanto servicio, porque siempre existen "ingenieros" con vocación de estoicos, dichos tales términos en sentido metafórico y en "estrictos términos de defensa", como si la buena disposición a ayudar de las mencionadas empeladas del AVE se convirtiera en obstáculo para su fría sobriedad o su marcado ascetismo.
Dándole cuerda al pensamiento, he llegado a la conclusión que trabajos como éste tiene otro efecto positivo: fomentar el agradecimiento; evidentemente ante las azafatas del AVE cabe la posición del más déspota "señoritismo", convertir el servicio en derecho, desbordarse en exigencias ridículas y hacer caer sobre quienes intentan hacerte el viaje agradable el peso de la menos elegante arbitrariedad. Por eso, uno puede disfrutar también, "a sensu contrario", ejercitando el agradecimiento, procurando devolver "cariño por cariño" y tratando de mostrar, con toda la sinceridad posible que es capaz de reconocer la amabilidad y corresponderla. Siempre he admirado a los que trabajan cara al público: detrás de un mostrador, al otro lado de una ventanilla, en la barra de un bar o en la recepción de una clínica u hotel, personas que no pocas veces son víctimas de nuestro egoísmo y nuestros caprichos, por esta razón no está de más esforzarse por hacerles todo más fácil y saber darles las gracias.
Pero hay gente para todo, y existe quien no se encuentra a gusto con semejantes atenciones; es una posición respetable y el personal está en su derecho en aspirar a que le dejen en paz, y es tal vez el trabajo de estas azafatas puede ser un obstáculo para un profundo trabajo en el portátil, una concienzuda conversación en el móvil, la lectura de un libro o, sin más, una reparadora cabezadita. Incluso he conocido gente que se agobia ante tanto servicio, porque siempre existen "ingenieros" con vocación de estoicos, dichos tales términos en sentido metafórico y en "estrictos términos de defensa", como si la buena disposición a ayudar de las mencionadas empeladas del AVE se convirtiera en obstáculo para su fría sobriedad o su marcado ascetismo.
Dándole cuerda al pensamiento, he llegado a la conclusión que trabajos como éste tiene otro efecto positivo: fomentar el agradecimiento; evidentemente ante las azafatas del AVE cabe la posición del más déspota "señoritismo", convertir el servicio en derecho, desbordarse en exigencias ridículas y hacer caer sobre quienes intentan hacerte el viaje agradable el peso de la menos elegante arbitrariedad. Por eso, uno puede disfrutar también, "a sensu contrario", ejercitando el agradecimiento, procurando devolver "cariño por cariño" y tratando de mostrar, con toda la sinceridad posible que es capaz de reconocer la amabilidad y corresponderla. Siempre he admirado a los que trabajan cara al público: detrás de un mostrador, al otro lado de una ventanilla, en la barra de un bar o en la recepción de una clínica u hotel, personas que no pocas veces son víctimas de nuestro egoísmo y nuestros caprichos, por esta razón no está de más esforzarse por hacerles todo más fácil y saber darles las gracias.
15 comentarios:
Ojalá hubiera más gente como tú, Modestino.
Fdo. Una que estuvo unos años detrás del mostrador de una papelería.
Yo creo que en el fondo todos -o casi todos- somos capaces de ponernos en el lugar del que atiende al público, de la misma manera que también todos podemos tener el día malo o tonto en el que nos consideremos la caraba y andemos insoportables.
Te agradezco el piropo pero ya sabes eso de que quién esté libre de pecado ...
Tus "ingenieros estoicos" daban para un guión de cine. Qué cocktail! Conoces una película con la plasticosa Nicole Kidman, llamada Los Otros? Universos paralelos, una cosa lamentable, en mi opinión: guiones baratos. Los estoicos originales tenían gracia, porque fueron los primeros. Hecha la experiencia, quien quiere repetirla? Además escribian bastante bien, está todo perfectamente documentado, que no sea por desconocimiento, :)) no hace falta caer en ello otra vez, no sé. La falta de sentido del humor de todo aquello, qué claustrofobia! Y el resultado fallaba estrondosamente, porque convertían la ausencia de superfluo en necesidad absoluta: perdían en todos los frentes. Y además, que es el superfluo? Casi todo, por no decir todo, aquello a que llamamos civilización, no? El superfluo, esa cosa tan necesaria, decía Voltaire, que no era ingeniero, ni estoico, :))) ni mucho menos plasticoso, pero que sabia como nadie llamar los bueyes por sus nombres, y que nombres! :)) Un abrazo!
Tal vez no soy justo con los ingenieros, una profesión no sólo respetable sino también admirable, yo uso la palabra sin ánimo de generalizar.
Mí crítica se dirige a aquéllos que lo ven todo por el canuto de lo práctico y lo reglamentario ... y hay muchos ingenieros bien flexibles y divertidos.
¿Nicole Kidman plasticosa? ... tuvo si momento de enorme elegancia y belleza.
No quería naaaaada desdecir de la elegancia y belleza de Nicole Kidman, Modestino, pero me parece la figura de ella misma en el museo de cera - en mi modestísima opinión, claro. :))
Sí, .aquí hablamos de tener expresividad de esfinge...
Para mi las azafatas son el icono del glamour...
Desde mi mente infantil eran como "modelos" y la primera vez en mi vida que las vi me parecian tan guapas... y que suerte! me querian ayudar! mi cara de asombro y felicidad era/es completa tal vez por eso siempre y este donde este, avion, tren, me tratan fenomenal (Creo que no hay viaje con azafata que no termie con un regalo por su parte)
Desde aqui mi homenaje a todas las azafatas del mundo!
Un abrazo Modestino!
Tú en lo tuyo, Verobnicia, también eres una azafata;).
...ah, y el bicho salió bueno:):)
Si que es agradable, como tú dices, una sonrisa, hecho que las azafatas (ellos también) llevan casi implícito en su trabajo. Si todos en nuestro trabajo mostráramos esa sonrisa...
Tienes toda la razón, ... aunque haya días en que sea tan difícil sacar esa sonrisa.
Un saludo.
Soy azafata de ave, simplemente gracias por valorar a los que queremos hacer bien nuestro trabajo, gracias! Un saludo!
Fue un post sincero, y a cabo de año y medio mi opinión es la misma. Animo!
Lo que no es normal es que sólo exista una frecuencia diaria para conectar con trenes AVE Madrid con Huesca.
Imagino que será cuestión de oferta y demanda.
Yo me conformaría con que saliera un poco antes: llegas a Madrid demasiado tarde.
Muchas gracias por tus palabras. Soy tripulante (azafata) del AVE, y me he sentido bastante identificada. Lo cierto es que la mayoría de los pasajeros, tanto los que viajan en turista como los que lo hacen en preferente, suelen ser educados y civilizados; pero también es verdad que hay algunos otros que parece que estén deseando que pase cualquier cosa para aprovechar y "echar la bronca" de algún modo, o soltar una gracieta. Es muy frecuente que a las azafatas se nos culpe de que no va el aire acondicionado de algún coche, que no funciona algún monitor e incluso de que el tren vaya con retraso.
Aún así, la gran mayoría es gente muy amable.
Muchas gracias de nuevo por tu publicación.
:)
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