Ayer se anunció que el Premio Cervantes, el mayor galardón de las letras españolas, se concedía a Ana María Matute, la veteranísima escritora barcelonesa que ya tenía en su currículum el Premio Planeta, el Nadal, el Nacional de Literatura y el Nacional de las Letras Españolas. Pienso que con esta decisión se está haciendo un acto de auténtica justicia; con frecuencia me planteo la paradoja de que se esté dando vaselina a escritoras de calidad media mientras permanecen casi en el olvido una serie de mujeres que han sido santo y seña de la literatura moderna española, con el mérito añadido de haber salido adelante y triunfado en lo suyo en épocas donde ser mujer era un obstáculo sobreañadido al que tenía toda persona que quería triunfar en un mundo tan complicado como el de la literatura, en un espacio donde solamente llegan a la cima unos pocos. Matute es la tercera mujer en recibir el galardón, antes lo habían hecho María Zambrano (1988) y la cubana Dulce María Loynaz (1992). Los nombres de Carmen Martín Gaite, Elena Quiroga, Carmen Laforet, ... quedan en el recuerdo como escritoras que posiblemente merecieron más el premio que otros que lo recibieron, mientras que otro como el de Mercedes Salisachs aún siguen ahí pendiente de ser tenido en cuenta a la espera de una oportunidad sin duda merecida.
Leyendo las noticias que reflejan en la red la concesión del premio a Ana María Matute encuentro comentarios tan bonitos como éste "Para mí la vida y la literatura es lo mismo"; Matute ve el mundo "a través de los ojos de la escritora", porque "puede surgir un libro de la cosa más inesperada". Su obra pone de manifiesto la verdad de lo que dice. Recuerdo que el primer libro de esta autora que pasó por mis manos fue "Los Abel" (1948), un drama familiar de un crudeza y un realismo tremendos, pero sobre todo una novela escrita con una perfección abrumadora. No obstante, si tengo que quedarme con algún de sus obras, no me cabe la menor duda de que optaría por "Primera Memoria" (1959), una novela ambientada en los años posteriores a la guerra civil, que habla de adolescentes, de pérdida de la inocencia, de sinceridades y fidelidades y del egoísmo que puede habitar también en un corazón joven; el libro es una auténtica joya literaria. "Pequeño teatro" (1954), "Los hijos muertos" (1958) y "Algunos muchachos" (1964) son otros títulos que vienen a mi cabeza y que también me parecieron en su día de primera fila. Recientemente leí "Paraíso inhabitado", una deliciosa obra de la que dí cuenta en esta misma sede el pasado 7 de enero.
Ana María Matute es también una maestra en los relatos cortos, sus cuentos nos muestran una visión realista de la vida, aunque siempre encuentra un rincón para la ternura y la visión poética de la vida; en la escritora aparece también la visión de la Guerra Civil y la posguerra desde una perspectiva infantil y adolescente, como parte que fue de la denominada generación de los niños asombrados que vivieron y quedaron marcados profundamente por ese triste periodo histórico. Precisamente el otro día, curioseando por la "Casa del Libro" de Zaragoza comprobé que se había publicado, bajo el título de "La puerta de la luna" se ha publicado la recopilación completa de sus cuentos, una obra que ya antes de conocerse el premio que ahora se le otorga, ya era una auténtica joya.
Cualquier devoto de la literatura española de la segunda mitad del siglo pasado -una auténtica mina de autores sencillamente maravillosos- está de enhorabuena, porque el nombre de Ana María Matute es el de una de la más excelsas representantes de aquélla. Por estos lares hay quien nos podrá hablar más y mejor de las excelencias de esta escritora que hoy ha alcanzado la plena gloria literaria.
Leyendo las noticias que reflejan en la red la concesión del premio a Ana María Matute encuentro comentarios tan bonitos como éste "Para mí la vida y la literatura es lo mismo"; Matute ve el mundo "a través de los ojos de la escritora", porque "puede surgir un libro de la cosa más inesperada". Su obra pone de manifiesto la verdad de lo que dice. Recuerdo que el primer libro de esta autora que pasó por mis manos fue "Los Abel" (1948), un drama familiar de un crudeza y un realismo tremendos, pero sobre todo una novela escrita con una perfección abrumadora. No obstante, si tengo que quedarme con algún de sus obras, no me cabe la menor duda de que optaría por "Primera Memoria" (1959), una novela ambientada en los años posteriores a la guerra civil, que habla de adolescentes, de pérdida de la inocencia, de sinceridades y fidelidades y del egoísmo que puede habitar también en un corazón joven; el libro es una auténtica joya literaria. "Pequeño teatro" (1954), "Los hijos muertos" (1958) y "Algunos muchachos" (1964) son otros títulos que vienen a mi cabeza y que también me parecieron en su día de primera fila. Recientemente leí "Paraíso inhabitado", una deliciosa obra de la que dí cuenta en esta misma sede el pasado 7 de enero.
Ana María Matute es también una maestra en los relatos cortos, sus cuentos nos muestran una visión realista de la vida, aunque siempre encuentra un rincón para la ternura y la visión poética de la vida; en la escritora aparece también la visión de la Guerra Civil y la posguerra desde una perspectiva infantil y adolescente, como parte que fue de la denominada generación de los niños asombrados que vivieron y quedaron marcados profundamente por ese triste periodo histórico. Precisamente el otro día, curioseando por la "Casa del Libro" de Zaragoza comprobé que se había publicado, bajo el título de "La puerta de la luna" se ha publicado la recopilación completa de sus cuentos, una obra que ya antes de conocerse el premio que ahora se le otorga, ya era una auténtica joya.
Cualquier devoto de la literatura española de la segunda mitad del siglo pasado -una auténtica mina de autores sencillamente maravillosos- está de enhorabuena, porque el nombre de Ana María Matute es el de una de la más excelsas representantes de aquélla. Por estos lares hay quien nos podrá hablar más y mejor de las excelencias de esta escritora que hoy ha alcanzado la plena gloria literaria.
8 comentarios:
Hacía tiempo que no me alegraba tanto por la concesión de un premio a alguien (ya sea literario, deportivo o numimástico). Ayer la oí hablar en directo y se me caía la baba: 85 años y la mente más clara que la de una adolescente. Y qué sentido del humor el suyo. ¡Larga vida a la gente formidable!
Por cierto, me llamó muchísimo la atención oírle decir que, en la actualidad, lo que más lee es ..... ¡¡novela negra!!. Sí, sí, la Matute leyendo las mismas novelas que leemos nosotros. Aunque sólo fuera por un instante, tuve la osadía de sentirme a su mismo nivel (sic).
Lógicamente, no pude evitar acordarme de ti, Modestino.
Bruneti, Modestino, voy a ver si veo esas las imágenes de esa entrevista en youtube... porque tambien me alegro mucho por ella.
Un abrazo!
No hay forma de que encuentre esa entrevista... pero he visto otras y la he escuchado decir
"puedo decir en éste momento, sin ninguna duda, que soy feliz"
Con una cara de alegría y satisfacción!
La verdad, da gusto escuchar a ésta señora, por cierto dice que su libro favorito es "Olvidado Rey Gudú" tendré que saber porqué.
Más abrazos!
Yo no puedo decir porque me quedaría corta; es una de mis escritoras favoritas. Y aunque suene osado; una persona a la que siento muy cerca aunque no la conozca personalmente. Este Cervantes me emociona, tanto, como me emocionó cuando se lo concedieron a María Zambrano.
Mi corazón sonríe, y mi cabeza se alegra de que por fín, lo que es justo brille. Que salga a la luz.
Y sí, al igual que dice Brunetti, cuando ella comentaba de lo fascinada que estaba por la novela negra, me acordé de tí. Estáis a la altura, chicos!!!
Yo tendré que esperar también hasta los 85 como ella???... jajajajaja. Aún me pilla a medias... :))))
Un abrazo Modestino.
Creo que habéis dado en el clavo al decir que el premio ha sido un acto de justicia, es de agradecer que en este caso se haya llegado a tiempo. Además la novedad que supone todo premio, la fama que reporta, facilitará que se lea mucho más a Ana María Matute, y eso es una gran noticia.
Ya ves Ana que tenía razón al insinúar que hoy tenías algo que aportar, ... y por lo que a mí respecta no tienes que esperar a los 85, mí Cervantes ya lo tienes concedido.
Noooo... jajajajaja. Yo no espero ningún Cervantes... jajajaja. A qué se le condecería... jajajaja. ¿Si yo no escribo!
Me he expresado mal... decía que a lo mejor empiezo a sentirme atraída por la novela negra allá por entonces, cuando yo cumpla 85 años... y es que es uno de mis vacíos... eso sí, pienso llegar... a la novela negra, y a los 85... porque pienso llegar... jajajaja.
Si has pensado que yo quería un Cervantes... ainsssss... qué mal concepto has tenido que tener de mí misma... jajaja. Ainssss.
Me alegro mucho... Un premio justo a una forma de vivir , como ella dice. Y a celebrarlo con cava (con champán ha dicho ella) y preparando un nuevo libro.
Inevitablemente me he acordado de Ana.
Un saludo, Modestino. Hoy la literatura está de fiesta.
Ana, pues yo creo que tienes condiciones ;).
El cava es muy bueno, pero donde esté un buen champágne francés ...
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