30 de octubre de 2017

En torno a un relato de Ignacio Aldecoa


Ignacio Aldeoca es uno de los grandes escritores de esa corriente neorrealista española de la que es principal representante junto a Jesús Fernández Santos y Rafael Sánchez Ferlosio. A pesar de su corta vida -falleció a los 44 años- nos dejo obras magníficas -"El fulgor y la sangre", "Con el viento solano", "Gran sol", ...-. No obstante, no me parece osado afirmar que sus mejores trabajos son esos cuentos breves tan bien recopilados en su día por "Alianza editorial", en los que refleja, con crudeza y notable perfección literaria, la vida de los más desfavorecidos. Se trata de relatos tristes, aunque no exentos de cierta ternura.

Uno de los más conocidos es "La tierra de nadie", una breve narración ambientada en un campamento de instrucción de reclutas ubicado en una de esas tierras desérticas que bien podrían estar en Castilla, Los Monegros o Extremadura. Aldecoa describe con aciertom indicutible el ambiente militar, donde conviven los jefes, rigurosos y distantes, y los soldados, generalmente gente ruda y sencilla, procedentes de esos pueblos de los años 50 y 60 en los que imperaba la pobreza y el analfabetismo. Fue el relato de cabecera de uno de aquellos libros editados por RTVE a finales de los 60.

El autor nos sitúa en uno de esos días de fiesta en los que los militares ponen los medios para celebrar y disfrutar el momento, mientras permiten a sus subordinados ciertas licencias, ... por supuesto limitadas y dentro de un orden. En un momento dado el coronel busca un soldado para que vaya a la cantina a por un par de botellas de vino. Aparece un voluntarioso "sorche" a quien entrega 15 pesetas, y raudo y veloz cumple su misión, devolviendo la peseta que sobra y ofreciéndose a entregar en su momento los cascos, por los que le reembolsarían dos reales.

Con frialdad y distancia, el coronel le dice que acuda en cuanto pueda a su despacho. Esta orden  inesperada crea en el recluta unas expectativas, que van creciendo conforme lo comenta con sus compañeros. Un ascenso, un permiso, un destino más importante, un cambio de plaza, ... son posibilidades que hacen florecer la ilusión del muchacho. A la hora de la verdad, la entrevista es fría y corta, el oficial le pregunta si sabe escribir a máquina, contestando el mozo que había aprendido a escribir allí mismo y que en su pueblo trabajaba de pastor o bracero, según surgiera la oportunidad. El coronel se limita a comentarleque se ya puede ir  ... "¿ordena alguna cosa más?" es la protocolaria respuesta que supone a la vez la última llama de esperanza. El cuento termina con el recluta apoyado en un árbol, las manos en la cara y conteniendo el llanto.

Se trata de un relato triste, que mueve al desaliento, que rezuma desazón, esa frustración de aquéllos que parece hayan venido al mundo a recibir bofetadas, ... la del cuento más bien leve e intrascendente, aunque muchas veces  el dolor y el vacío vienen más del desprecio y la soledad que de la intensidad del golpe. El escritor vitoriano refleja los daños de la indiferencia, de la actitud distante, del error de no ponerese en el lugar del otro, ... además de ser una auténtica parábola sobre el poderoso y el débil, donde aún sin haber maldad, quien ostenta el mando se muestra incapaz de ver más allá de sus cortos y rutinarios criterios y protocolos.

Y es también una metáfora de la vida: ¡cuántas veces hemos visto insatisfechas las expectativas que nos crean algunos sucesos y nuestra imaginación!, ... y, tal vez,  ¡cuántas no nos hemos dado cuenta que alguien a nuestro lado esperaba algo más de nosotros!.


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