3 de diciembre de 2016

La decisión de Nico Rosberg


Ni entiendo casi nada de coches ni estoy especialmente al día de lo que ocurre en Formula I desde hace décadas. Aclarado esto, debo admitir que me han alegrado tanto la trayectoria como el éxito final del piloto alemán Nico Rosberg al volante de un Mercedes. Hacía tiempo que andaba algo "mosca" al conocer la nacionalidad del nuevo campeón mundial, pues me constaba que es hijo de Keijo Rosberg, quien ganó el mismo título en 1982 pilotando un Williams y con la bandera  de Finlandia. Al parecer éste se instaló en Alemania y allí tuvo a su retoño tres años después de su éxito. Por cierto que, con todo el mérito que tiene lucir la regularidad necesaria para ser el mejor al final, no es menos cierto que a "Keke" le termináron beneficiando dos trágicos accidentes: el que costó la vida a Gilles Villeneuve en Zolder y el que retiró de la competición a Didier Pironi en Hockenheim. Mi satisfacción por el título de Rosberg jr., que supongo será además un gran piloto, tiene mucho que ver con su discreción, con el hecho de que estando casi siempre entre los primeros, parece que siempre llamaban más la atención esa cierta chulería de Lewis Hamilton, la prepotencia germana del pentacampeón Sebastian Vettel, la aparente temeridad de gente como David Ricciardo o Max Verstappen e incluso esos aires de estar de vuelta de nuestro Fernando Alonso. Y es que intuyo que el éxito de Nico es el triunfo de la modestia, la constancia y el saber estar.

No obstante, lo que me ha movido a traer a este rubísimo mozo de 34 años es la sorprendente decisión que acaba de comunicar a la opinión pública su retirada de la Fórmula I. Es verdad que ya lleva diez años compitiendo entre los elegidos, pero no deja de llamar la atención que decida decir adiós cuando ha llegado a la cima. No han sido suficiente tentación ni ceder a los cantos de sirena de tanto aplauso y alabanza, ni el reto de renovar el título ni el de superar sus propios records. El hombre ha debido de pensar, y se lo alabo, que en esta vida hay cosas más importantes y hasta gratas que jugarse la vida en un monoplaza, vivir en un ambiente de lujos y ciertas frivolidades, andar todo el día rodeado de jovencitas guapas y vivir la tensión de tener que ganar siempre. No parece mala idea eso de marcharse con los oropeles aún brillantes.



1 comentario:

Brunetti dijo...

La semana pasada, después de que Nico Rosberg se proclamara campeón del mundo, mantuve una interesante charla con un buen amigo argentino al que le encanta la Fórmula-1 y a quien considero un auténtico experto en un deporte en la que yo soy un absoluto ignorante.

Mi amigo me mostró su enorme satisfacción por el título logrado por Rosberg, en detrimento de Hamilton. Me habló de Rosberg como un piloto extraordinario, valiente y muy intuitivo, al tiempo que ensalzaba sus cualidades humanas: nada vanidoso ni soberbio; un tipo amable, educado, culto (habla correctamente siete idiomas), buen hijo y mejor padre. Y, encima, multimillonario ya desde que nació.

Cuando al cabo de unos días supe de su retirada, llamé a mi amigo para que me explicara los motivos, si es que los conocía, y me contó que él creía que la razón principal se debía a la enorme presión a la que se vio sometido durante todo el año, especialmente por parte de su propio equipo Mercedes y, más especialmente, por su compañero de equipo, Hamilton, un piloto con unas condiciones innatas formidables, pero huérfano de empatía y repleto de vanidad y ego.

Así las cosas, no es de extrañar que Rosberg haya decidido retirarse a disfrutar y ver pasar la vida desde su refugio monegasco, sabedor de que la fortuna que acumula no la podrá consumir aunque viviera mil años. Y encima, sin tener que soportar las impertinencias ni los comentarios ni las miradas de Hamilton.

Salud!