Corría el mes de diciembre de 1999 y me dirigía a Madrid a un curso profesional; había cogido el Talgo en Tarragona hacia el mediodía y la llegada del convoy a la capital de España andaba programada para pasadas las seis de la tarde: el AVE aún no había llegado a esos pagos y el Talgo parecía entonces el "no va más" en materia ferroviaria. Casi nunca tengo paciencia para ver una película en el tren, pero en aquella ocasión ponían "La vida es bella", Oscar a la mejor película extranjera del año anterior y que curiosamente aún no había visto, razón por la que asumí las complicaciones de ver un film con el "chacachá del tren" y me la "tragué" de principio a fin. Verdaderamente se trata de una historia preciosa, interpretada magistralmente por Roberto Benigni, con una serie de escenas realmente inolvidables y llena de valores, ternura y belleza; además uno tiene la sorpresa de encontrarse en el reparto nada menos que a Marisa Paredes, por mucho que algo rechine su presencia, y no porque piense que no me parezaca una buena actriz -todo lo contrario-, sino sencillamente porque no la película no le pega demasiado.
Cuando al subir al tren en mi recordada estación de Tarragona deposité mi maleta en el altillo y me dispuse a sentar mis reales en uno de esos asientos más bien "trabajados" de los viejos Talgo, comprobé que justo a mi derecha viajaba el célebre actor español Jose Sazatornil "Saza" en unión de su esposa; es uno de esos famosos que al natural ofrecen el mismo aspecto que en la pantalla, cosa lógica si pensamos que semejantes calva y bigote tienen escasa posibilidad de disimulo; eso sí, he de admitir que ni me contó un chiste ni trató de venderme un portero electrónico, ... y por supuesto quien le acompañaba en el viaje no era precisamente Mónica Randall. Al comenzar la película de Begnini tanto "Saza" como su señora hicieron uso de los auriculares y se dispusieron a verla; todo el film está cargado de momentos emotivos, algo que se va acentuando conforme avanza el mismo y, a la vez que el menda disimulaba como podía una sensibilidad realmente afectada, miré de reojo a mi célebre vecino de asiento, comprobando como Sazatornil también mojaba en varias ocasiones la pestaña. Comprobadas las lágrimas de Saza, no sólo me sentí identificado con el actor, sino que automáticamente desapareció todo complejo "sensiblero" y deje de ocultar mis lágrimas, a la vez que asumía, con agrado e incluso con admiración, que todos tenemos nuestro corazoncito y que a alguien tan bregado y con tanta ficción a sus espaldas como José Sazatornil, tampoco podía evitar exteriorizar las emociones que le causaba una película concreta.
4 comentarios:
¿Coincidiste con Saza? ¡Qué gracia! ¿Y no pasó nada más? Va, cuenta, cuenta
No, Saza, que es un gran cómico, al natural parece un hombre muy serio.
Sabes que cosa lamentable ha sucedido para que Suso cierre el blog?
Si me lo preguntas via mail ... aqui me parece poco discreto.
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