19 de abril de 2013

Cuando llega el declive


Cuando eres niño, al menos a mí me pasaba, vives como si todo fuera a ser siempre igual y funcionas como si pensaras que los niños siempre serán niños y los adultos, adultos, mientras a los abuelos les otorgas el "status" permanente de abuelos ... yo creo que con pocos años andaba convencido de que mis abuelos ya habían nacido tales. Pero la vida te va ayudando a abrir los ojos, y si se hace duro comprobar cómo estos últimos desaparecen pronto, frecuentemente tras haber pasado periodo más o menos largo de aislamiento del mundo real, quienes eran maduros y fuertes se van convirtiendo en ancianos y cuando éstos llegan también a la meta de sus antecesores el siguiente en la lista de aquéllos a quienes toca alcanzar la época de la decrepitud eres ya tu. Y, sinceramente, no se si la asignatura del respeto y la gratitud hacia los más mayores es disciplina con un porcentaje excesivamente alto de aprobados.

Yo crecí en un mundo donde las personas mayores habían adquirido la condición de individuos respetables, dignos de honores y detalles; así en el propio hogar aprendías a considerar como acciones ineludibles el dejarles paso al entrar o salir de un portal, cederles el asiento en los medios de transporte público o mostrarse servicial y atento cuando la ocasión lo exigía; incluso llegado a los puntos más álgidos de la adolescencia, ni se te ocurría mostrar impertinencia o rebeldía alguna ante tus abuelos u otros familiares de edad provecta. Hoy en día no resulta extraño observar a señoras de notoria edad aguantar el equilibrio en la plataforma del bus o andar perdidas en un edificio o gran superficie sin que se advierta alma caritativa alguna dispuesta a echar espontáneamente una mano.

Hace unos meses observé una situación que me llegó al alma; una señora de cierta edad deambulaba desnortada por los andenes de la estación de autobuses de Zaragoza; la pobre mujer quería encontrar el autobús que iba hasta Tauste y no era capaz de aclararse ni con los tableros ni mucho menos con los avisos que sonaban por los altavoces; para alguien frío, duro y con mentalidad de ingeniero el agobio de la anciana dama podría ser muestra de ineptitud, pero hace falta bastante incapacidad de comprender para no darse cuenta que a alguien que ya ni ve ni oye ni usa la mente con la agilidad de otros tiempos mejores no es sencillo calibrar cuál es la lista de salidas y cual la de llegadas o en qué línea se encuentra el bus que necesitas, y ya no digo, poder escuchar bien unos avisos que no sabes si se refieren a buses que entran, a buses que salen o se limitan a advertir que no está permitido fumar. Al final, entre varios conseguimos asesorar adecuadamente a la buena señora, que evidenciaba una angustia notable y a quien se veía completamente perdida entre individuos sin nombre y máquinas ruidosas ... yo al menos llegué a la conclusión de que hemos construido un mundo en el que se produce un apartamiento fáctico de quienes han perdido facultades o han llegado al tiempo de los avances tecnológicos fuera de control.

Mientras escribía esto he recordado una escena mucho más positiva, cuando vi como la joven empleada de una farmacia atendía con exquisita delicadeza a una persona mayor y le escribía en un papel una larga parrafada en la que al parecer explicaba los pasos que debía de dar para que en el médico le facilitaran no se si una medicina o un tratamiento, indicándole que acudiera a la consulta y siguiera las indicaciones que le había puesto por escrito. Agradecí que siguiera existiendo alguien capaz de ponerse en el lugar de otro, de respetar a quien ha podido perder la lucidez de otros tiempos, en definitiva, alguien que vive consciente de que saber querer tiene muchas facetas y muchos posibles destinatarios.

Tal vez en los últimos decenios hayamos vivido demasiado deprisa, tanto que hemos terminado excluyendo, apartando a un lado, a quienes no eran capaces de seguir nuestro ritmo vertiginoso, una trayectoria que en ocasiones no nos llevaba a ninguna parte ni nos hacía bien alguno. Cuando ya no sólo las nieves del tiempo han blanqueado la sien, sino que poco a poco en el interior va anidando el fantasma del olvido, la sombra de la soledad, la tentación de sentirse inútil, el resto lo que hemos de pensar es que allí están los héroes de antaño, el ejemplo a seguir y la fuente de la experiencia ... además de considerar que cada vez nos falta menos para llegar ahí.

16 comentarios:

Peque dijo...

Totalmente de acuerdo. Mientras nos han hecho falta les hemos tenido al lado, y ahora que son ellos los que nos necesitan, les echamos a un lado. Esta sociedad ha perdido el rumbo.
Yo también creía que mis padres siempre habían sido así, la primera vez que vi una foto de mi madre de niña aluciné.

Driver dijo...

Una vez tuve que arrancar un edificio con un encargado mayor, noble, trabajador, que tenía serias dificultades para entender unos planos modernos, dibujados por ordenador y rotulados por el mismísimo diablo.
El primer pilar se denominaba X/25/75/4, el segundo pilar y/35/85/9.
El sistema para denominar un simple pilar era realmente demoníaco.
...
Aquel hombre se enfrentaba a un sistema nuevo que le aturdía.
Asi que como el me ayudaba, yo le ayudé.
Volvimos a numerar todos los pilares de la forma más simple.
Empezamos por la calle: 1,2,3,4,5 y 6.
Seguimos por el patio: 7,8,9,10, 11 y 12.
Y acabamos por la fachada posterior: 13,14,15,16,17 y 18.
...
El señor Higinio se aclaró con el sistema simplificado, el edificio se levantó, los niños dan clases en él.
...
Años después el señor Higinio falleció, fui a un entierro triste y doloroso, toda la familia estaba sumida en un gran dolor y nadie hablaba.
Llovía, si un entierro es triste, un entierro bajo la lluvia es descorazonador.
Pedí permiso a la familia e hice lo que me enseñaron; por primera vez en mi vida dirigí a un grupo de treinta personas en una sentida oración colectiva.
Y bajo la lluvia, con una voz muy fuerte que no se muy bien de dónde saqué, elevé mi voz al cielo e improvisé un homenaje que ya quisieran para ellos los más viejos Reyes del mundo.
...
Y al final, cuando hice lo que había que hacer, pude llorar por un amigo.

Y ahora, con el tiempo, tengo un recuerdo tierno de su despedida.

Susana dijo...

Gracias por este artículo tan importante. Aunque sólo sea deberíamos pensar que algún días nosotros seremos los mayores y andaremos perdidos sin nadie que nos eche una mano. Un beso.

Mariapi dijo...

Preciosa reflexión.
Los Domingos solemos "juntarnos" en casa 4 generaciones, y puedo comprobar cuánto tienen en común las primeras y últimas etapas de la vida. Desde el quedarse dormidos en cualquier momento, hasta ésa especie de "mundo aparte e irreal" en el que viven los bebés y los ancianos. Tal vez por eso se llevan tan bien. Te aseguro que son referencia para quienes estamos "enmedio".
Mil gracias, Modestino.
P.D. ¡Ya no tengo problemas para entrar!

Anónimo dijo...

“Enséñanos a calcular nuestros años para que adquiramos un corazón sensato” es un salmo...

Anónimo dijo...

“cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras ” Le dijo Jesús a Pedro...

Anónimo dijo...

"Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros"
Sócrates

Luis María Sancho dijo...

'Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana.'
Benedicto XVI

Modestino dijo...

Un saludo a todo, con agradecimiento por los comentarios.

Alberto dijo...

Magnífico artículo. Si dejamos de lado a nuestros mayores, es que no tenemos corazón. Son una parte vital de nuestra sociedad, vital porque son vida y vital por su importancia para las generaciones posteriores y para las venideras.

Me pillas en una época además que lo único que tengo en la cabeza es el recuerdo de la persona que se hizo mayor, muy mayor, pero que he querido más en mi vida y que nos ha dejado con un enorme dolor y vacío.

Modestino dijo...

Te comprendo Alberto, ese recuerdo y ese dolor queda siempre -lo se muy bien- pero los buenos momentos y las buenas obras permanecen vivos, porque fueron reales, existieron. Un abrazo.

Anónimo dijo...
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sunsi dijo...

Un post cargado de razón y de razones. La prisa que nos lleva a un ritmo que ellos no pueden seguir y a nosotros se nos come...

Gracias por esta reflexión tan acertada, Modestino.

Modestino dijo...

"Se nos come la prisa" ... pues es verdad ...

Anónimo dijo...

Encuentro en tu blog,una puerta abierta a la sabiduría,gracias por dejarme entrar

Manuel García Lucena dijo...

Es muy acertado el artículo, no tenemos tiempo para dedicarles a nuestros mayores y si no nos sigien en el ritmo nos desesperamos. Es una gran reflexión que todos deberiamos hacer.