25 de enero de 2012

La carga de la timidez

De pequeño fui un niño muy tímido, me costaba mucho abrirme a los demás, tenía vergüenza de casi todo y en el colegio tendía al aislamiento y a caminar sólo por el recreo, por eso he de agradecer a mis compañeros de curso la enorme ayuda que me prestaron para conseguir que poco a poco fuera entrando en ambiente. Y como las personas tendemos a arrastrar carácter y maneras de ser a lo largo de nuestra existencia esa timidez ha seguido en mi compañía, por mucho que las circunstancias de la vida, las relaciones sociales y determinadas exigencias profesionales hayan conseguido que venciera determinados prejuicios, o en cualquier caso que aprendiera a disimular mis complejos y a darle a aquella una vestimenta más sociable. Llega un momento en el que te ves obligado a vencer los demonios interiores si no quieres quedarte enquistado en un rincón y convertirte en una especie de autista irredento. La Real Academia de la Lengua define al tímido como aquel que es "Temeroso, medroso, encogido y corto de ánimo"; se trata de una definición demoledora, y no cabe duda que alguien con esas características lo tiene que pasar muy mal en la vida desde el principio: así un tímido es carne de cañón para el acoso escolar, la incapacidad de llegar lejos y el aislamiento social. Si el niño te sale tímido tienes un problema y habrás de echarle una mano para que supere en lo que pueda esa tendencia a la introversión.

Claro que todo tiene sus matices, y de la misma manera que sería una irresponsabilidad quedarse pasivo ante un hijo o hija que "ejercen" la timidez, también puede ser un error pretender forzar el carácter de nadie. La timidez es una manera de ser que trae consigo unos inconvenientes que exigen no resignarse a ella, pero no debería de ser necesariamente considerada como un defecto, y es que hay quienes ven limitaciones en casi todo lo que se mueve. De la misma manera que un tímido puede perder muchas ocasiones de aprender, disfrutar y realizarse, su forma de ser le puede ayudar a ser prudente y discreto; conforme pasan los años uno va teniendo experiencia de lo contraproducente que pueden ser -¡y lo que cansa al personal!- la verborrea, la inoportunidad, el entrometimiento y el afán de protagonismo.

Imagino que es ese carácter tímido el que me lleva a andar con reservas ante quienes se muestran excesivamente seguros de sí mismos; hay quien dice que muchas veces detrás de la apariencia de seguridad se oculta exactamente lo contrario, y es posible que sea así ... pero yo con frecuencia me topo con personas que parecen saber donde pisar en cada momento, qué tecla tocar ante cada situación, qué solución hay para cada problema. En ocasiones te miran con sorpresa, como si fueran incapaces de entender que te "enganches" con un problema; otras veces lo hacen con una especie de desdén, el que emplea quien anda harto de tanto pusilánime y tiene que exhibir la enorme paciencia que tiene, incluso se da el que se dirijan a ti como nuevos mesías que traen la solución a todos tus males. Aunque con los años, la experiencia te lleva al convencimiento de que al final uno se muere con el carácter que Dios le ha dado y solamente se trata de intentar mejorar y limar alguna que otra arista.


8 comentarios:

Peque dijo...

Ese "miedo escénico" lo tienes siempre, aunque aprendes a superarlo cuando la ocasión realmente lo requiere.

Modestino dijo...

La clave debe de estar en aprender a superarlo, efectivamente. Y, a mí al menos, la experiencia me dice que uno consigue disimular y superar los trances.

opinadora dijo...

Ser tímido es ponerte tu mismo obstáculos para muchas cosas.CUando se es joven lo puedo entender,pero a ciertas edades,me cuesta creer,es posible que sea una coraza autoimpuesta.Debe ser muy duro vivir asi

Modestino dijo...

Debe de ser cierto lo de la coraza; la timidez se supera con esfuerzo, venciendo la propia inclinación a no ser expansivo innata en los tímidos. Pero vaya mi defensa de que, siempre que no suponga hacer daño a nadie, cada cual tenga su propia forma de ser.

Mariapi dijo...

Modestino, sin ser "tímida profunda" prefiero siempre pasar desapercibida, y aunque por necesidad tengo que hablar en público muchas veces, si estoy en grupo social, prefiero escuchar. Cuando he dejado de luchar, de querer cambiar esa"timidez", he descubierto que no es tan malo ser tímido, siempre que no lleve a enrocarse en uno mismo. Me ha ayudado tener que ayudar a algún hijo que es también así, tímido de nacimiento, y he procurado que valorase ésa característica innata como una forma de ser más, ni mejor ni peor que la de otros hermanos expansivos y extrovertidos. Todos los carácteres tienen aspectos positivos y menos positivos, todos tenemos que vivir y ser felices con el que tenemos, y ¿no es una delicia para la convivencia la serenidad y paz que normalemnte tienen los tímidos y secundarios? Gracias, Modestino

sunsi dijo...

Bienvenida sea la timidez si, al final, es compañera de la prudencia. Pero qué mal se pasa cuando todavía eres pequeño y nadie te echa una mano... ¿Puedo añadir algo? Hay tímidos que vencen este bloqueo con verborrea. Puede parecer una contradicción... Creo que la razón es que cuanto antes te tiras a la piscina menos tiempo tienes para pensar en el pánico que te atenaza. Cómo cuesta poder llegar a mostrarnos tal cual somos...

Un saludo, Modestino

Modestino dijo...

Has reflejado en pocas líneas el mensaje que tenía en la cabeza cuando escribí el post.
Gracias a ti.

Modestino dijo...

Mostrarnos tal cual somos ... tal vez la clave esté en perder el miedo a eso.