18 de diciembre de 2011

El día que comenzamos a vivir en el alambre



Han pasado diez años y dos meses desde el atentado a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001; recuerdo que en aquellos días yo apuraba mis últimos momentos en Tarragona y conforme iban llegando las noticias de aviones que se estrellaban llegué a pensar que todo se venía abajo y ni siquiera me iba a dar tiempo de tomar posesión de mi nuevo destino en Huesca. Estaban siendo días muy especiales para mí y lo sucedido en Manhattan vino a ser como un botellazo en la cabeza tras un tiempo con ciertos aires de andar por las nubes.

A estas alturas de la historia del mundo hablar de vivir en el alambre no deja de ser presuntuoso: llevamos posiblemente siglos y siglos ubicados ahí, y siempre ha habido guerras, crisis, inestabilidad en uno u otro sitio, desde las Guerras Púnicas hasta la 2ª Guerra Mundial, pasando por la invasión musulmana en España, la amenaza del turco o la Revolución Francesa la humanidad ha tendido a funcionar en los límites de la incertidumbre y el drama. No obstante, a mí la sensación de seguridad se me acabó cuando Al-Qaeda montó la que montó en el mismo corazón del país más poderoso del mundo; hasta el momento en el que todos presenciamos en vivo y en directo la tremenda imagen de unos aviones estrellándose contra las Torres del World Trade Center la mayoría de occidentales vivíamos con la sensación, supongo que injustificada, de que nunca iba a pasar nada, de que las grandes catástrofes solamente se podían producir en lugares bien alejados de lo que, ¡ingenuos de nosotros!, pensábamos era el centro del universo ... quedaba claro que estábamos en la inopia.

Transcurridos diez años uno abre los ojos al mundo y se lleva una impresión bien distinta: una crisis económica galopante que amenaza con dejarnos como un erial, una sensación de fragilidad ante enemigos reales o supuestos que en cualquier instante nos pueden reducir a escombros, unos países árabes en permanente revolución, un inconformismo social que aparenta no saber lo que quiere y, lo que aún es más preocupante, una sociedad que parece acomodada, enferma e incapaz de reaccionar. Cuando hace veinte años cayó el muro de Berlín y la Unión Soviética se disolvió como un azucarillo parecía asomar un futuro de color de rosa, pero esa perspectiva idílica ha terminado siendo una simple pompa de jabón, pues a la caída de un comunismo que en un algo menos de un siglo solamente ha servido para enterrar con la misma eficacia la libertad y los cadáveres que provocaba parece añadirse ahora la del capitalismo más feroz que ha sido incapaz de evitar el aburguesamiento y la atrofia social.

Es posible que tras el esfuerzo de occidente por levantarse de la tragedia de la última Guerra Mundial sus habitantes hayamos ido cayendo en una autocontemplación demoledora, a la vez que nos hemos creado un bienestar artificial y vacío que nos ha llevado a vivir engañados, instalados en una tranquilidad injustificada. Ahora nos da miedo mirar al futuro, porque ni sabemos lo que nos espera ni lo intuimos grato; no obstante es posible que vivir en el alambre, si no nos dejamos llevar por la angustia, nos ayude a replantearnos cuál es el verdadero sentido de nuestras vidas y el camino que debemos retomar.


12 comentarios:

Susana dijo...

Tal vez pueda ser un nuevo comienzo. Un beso.

Modestino dijo...

Es una forma positiva de vferlo. Otro saludo¡¡¡

interbar dijo...

A veces se nos escapan noticias como la detención de traficantes de material nuclear en la frontera de Rusia. Sí, podemos quedar reducidos a escombros.

Modestino dijo...

Y me temo que vivimos sordos a estos peligros, que al menos am mí me llevan mucho a pensar.

Yo intuyo que estamos en tiempos importantes, que se avecinan acontecimientos históricos y no se si andamos preparados.

tomae dijo...

Efectivamente, hace semanas leí que el gran debate al margen si saldremos de la crisis, es si la caída del modelo occidental acabaría equiparándose al otro modelo que cayó con el muro... Posiblemente estemos ante un nuevo comienzo como dice Susana, aunque creo que esa "mano invisible" ... del mercado, no es tan invisible como solían decir.

Modestino dijo...

Yo con los mercados me pierdo, amigo Tomae. Imagino que al final son los que mandan, aunque a las elecciones no se presentan.

veronicia dijo...

tal vez no recordamos la guerra fria, y cuando el mundo estaba a punto de saltar por los aires porque los rusos llevaron unos misiles a Cuba... no habíamos nacido; el mundo se dividía entre Primer Mundo y Segundo Mundo.... ahora solo hablamos del Tercer Mundo cosa curiosa...
Somos frágiles, vivimos en el alambre pero por temporadas practicamos la negacion; hasta que nos caemos del guindo.
En el huracan Catrina 2005 (1.836 muertos y desaparecidos sin cuento...) en el 11 S 2001 (2.479 personas) mi reflexión iria por otros derroteros...

Modestino dijo...

Querida Veronicia, la crisis cubana de los misiles fue en 1962 y algunos ya habíamos nacido, ¡quien pillara tu juventud lozana!.

Anónimo dijo...

La vida del hombre en la tierra, es la lucha por la supervivencia desde que el mundo es mundo.Nada ha cambiado tanto.Seguimos teniendo las guerras aunque no se luche a garrotazos.Seguimos luchando por comer, vestirnos, la paz.Vivir en una palabra.
Mucha tecnología, avances en medicina, etc que si bien han retrasado la edad de fallecimiento .A los grandes desastre naturales no podemos hacerles frente.
Una vez leí que la finalidad del hombre no es la búsqueda de la felicidad, sino de la supervivencia y estoy muy de acuerdo.
Recuerdo la película de Woody Allen, Desmontando a Harry donde dice “ Las dos palabras más bonitas que te pueden decir no son”Te quiero', sino 'Es benigno'"

Creerse que en este mundo vamos a conseguir vivir en cuento de hadas, creo que es vivir muy ingenuamente.

Modestino dijo...

Las frases de Woody Allen me parecen con frecuencia tan ingeniosas como cínicas; efectivamente uno queda reconfortado cuando le dicen eso de "es benigno", pero pienso que también vale la pena descubrir que puede haber explicación a un "es maligno".
Es un error pensar que la vida es un cuento de hadas, y un poco de cuento de hadas puede que tengan ideas como el estado del bienestar que nos han querido vender como la panacea universal.

ana dijo...

Y aún así, mientras ponemos nuestras barbas a remojo porque se han quemado las del vecino, vivimos en la parte buena del mundo.

Y no, el mundo no ha cambiado mucho. Sólo que ahora que la batalla de la lucha por la vida la vemos más de cerca (sin tenerla encima aún) como que nos parece más serio todo.

A la otra mitad del mundo le daría un ataque de risa viendo lo que nos causa a nosotros pánico... en fin.

El mundo sigue siendo el mismo, y la vida del hombre también; vivir es una batalla a la que hemos mirar de frente, toque lo que toque. Sólo que hasta ahora, estábamos tan agustito... sin mirar un poco más allá de la punta de nuestras narices.

Tela marinera... el mundo ... y el ser humano!

Modestino dijo...

Ana, has resumido con menos y mejores palabras lo que tenía en la cabeza cuando redacté la entrada.