14 de noviembre de 2011

La venus de ébano

La primera vez que vi escrito el nombre de Josephine Baker fue al repasar la programación de TVE de un sábado de los años sesenta; en el la aparecía como una de las artistas participantes en un programa musical habitual de los sábados por la noche. Me llamó la atención, pues era anunciada con su nombre traducido, y me pareció curioso que alguien se llamara "Josefina Baker". Creo recordar que al final no llegué a presenciar su actuación, pero a partir de entonces su nombre comenzó a sonarme,  a  la vez que aparecia  en televisión y en revistas. Fue entonces cuando me enteré que la mujer ya era talludita -había nacido en 1906- y había adoptado a 12 niños huérfanos de diferentes nacionalidades a quienes denominó "la tribu del arco iris" y con quienes convivía en el Castillo de Milandes, en Castelnaud-la-Chapelle (Dordoña, Francia). Me llamaba la atención la imagen de una mujer mayor que se mantenía en el escenario para sacar adelante a una docena de hijos adoptivos; recuerdo que se lo comenté a un compañero de colegio y me dijo, con cierto tono despectivo, que era "una filántropa",. Yo prefiero optar por valorarla como una mujer generosa cuya vida no se limitó a lucir el palmito y mostrar su arte, sino que supo dedicarla a los demás.

La historia de Josephine Baker iba mucho más allá de una intérprete de canciones, y si se profundiza en sus orígenes se comprueba que fue un auténtico icono de la historia de las variedades, una genuina actriz de cabarett y "music-hall". Así, cuando fui mayor, descubrí que era conocida como "la Venus de Ébano", lo que da a entender que más allá de su última época, el pasado de la Baker tenía mucho más de mágico y peculiar. Josephine Baker comenzó a bailar antes de cumplir 14 años, interviniendo en locales tan célebres como el "Cotton Club" de Nueva York, aunque su gran éxito llegó a los 19 años, cuando debutó en París con el espectáculo la Revue Nègre, que incluía una orquesta de jazz, dirigida por Claude Hopkins, con la participación de Sidney Bechet, aseguran quienes vivieron la época que la Baker encandiló más en Europa, donde impresionaba sobremanera su exótica forma de bailar, su sexualidad desinhibida y su vestimenta mínima: una falda hecha con plátanos. Sebastian Gasch en su historia del Music-hall describe la forma de actuar de la estrella: "Del conjunto de "chorus-girls" (...) colocadas en línea, salía disparada, como lanzada por una honda, una adolescente casi desnuda, sin más atuendo que un taparrabos sobre sus caderas (...): ¡Josefina Baker! (...) su risa cegadora de mulata ensombrecía la luz de los reflectores (...) Su aparición produjo el flechazo. París se prendó de aquella fuente viva, hirviente, de aquel cráter en erupción de ritmos sincopados. Con su agitación furiosa, sus dislocaciones temerarias, andando a gatas y provocando los paroxismos de un público en delirio (...)"

Después de una gira por Europa, fue la vedette del Folies Bergère y luego abrió su propio club Chez Joséphine. A partir de entonces su carrera fue vertiginosa: grabó discos, actuó en diversas películas y fue modelo fotográfica. Regresó en los años 30 a Estados Unidos para actuar en Ziegfeld Follies con Bob Hope y Fanny Brice, aunque allí chocó con el puritanismo de la sociedad, regresando a París y consiguiendo la ciudadanía francesa. Josephine Baker, una mujer de una personalidad y una categoría excepcionales, militó en la resistencia francesa, siendo subteniente auxiliar en las Fuerzas Aéreas Francesas y levantando la moral de las tropas aliadas cuando actuaba para ellos. También colaboró con la Cruz Roja, siendo galardonada después de la guerra con la Medalla de la Resistencia y la Legión de Honor. Tras la contienda volvió a actuar, viajando a Cuba y regresando de nuevo a su país, donde donde apoyó los movimientos de promoción social afro-americanos. La Baker se retiró en los años 50, pero regresó en varias ocasiones acuciada por los problemas económicos, necesitada de dinero para sacar adelante a sus doce hijos adoptivos y apoyar la lucha por la defensa de los derechos civiles en USA.

Habrá quien piense que la vida de Josephine Baker no fue especialmente ejemplar: era una bailarina de cabaret, se casó unas cuantas veces y vivió de aquí para allá, pero me parece una visión muy limitada de las cosas, por encima de todo se impuso su humanidad, esa capacidad de ofrecer amor a los demás, su generosidad para sacar adelante a doce hijos adoptivos, su esfuerzo por defender los derechos de las minorías y por insuflar ánimos y fuerzas a quienes luchaban en la 2ª Guerra Mundial. Por eso pasó a la historia como una mujer excepcional. Cuando murió, en 1975, era una persona muy querida y respetada en todo el mundo, siendo la primera mujer de origen estadounidense en recibir honores militares en sus funerales, celebrados en Francia; su tumba se encuentra en el cementerio de Mónaco.


11 comentarios:

Anónimo dijo...

No te parece ejemplar la vida de esa mujer ,que dedico su vida a 12 hijos adoptivos ,entre otras cosas que mencionas .Por que sea bailarina ,no es menos digno su trabajo.
Hay quien tiene un trabajo muy "digno" y lo que hace echarlo por tierra.

Modestino dijo...

Mi post ha pretendido acentuar la ejemplaridad de la vida de esta mujer ... veo que no lo he conseguido del todo. Ahora repaso y veo si he de aclarar algo.

Modestino dijo...

He modificado una frase que no expresaba bien lo que quería haber dicho, creo que así queda claro que Josephine Baker me parece una mujer excepcional.

La del bus dijo...

Bueno lo has arreglado

mujer prevenida vale por dos dijo...

sLeí la entrada en cuanto la colgaste y me quedó meridianamente claro que Josefina Baker era una mujer excepcional; y no solo por sus dotes artísticas su belleza, y su agitada vida musa de Ernest Hemingway y Scott Fitzgerald y P Picaso, sino por su personalidad; filántropa por naturaleza termina su vida trabajando para sacar adelante sus doce hijos (que se dice pronto!!!)

Modestino dijo...

No sabía lo de Picasso, Scott Fitzgerald y Hemingway, ... sí que dio de sí.

El término filántropo no se si tiene un sentido poco positivo, más bien la llamaría generosa, con capacidad de amar, entregada a los demás, ...

NATI dijo...

Encuentro clarísima tu idea y me pareceis excepcionales los dos : Josephine por su generosidad y tú por ver en las personas siempre lo positivo. Estoy completamente de acuerdo. La humanidad y el amor son la medida de nuestros méritos.

Pilar Lachén dijo...

Mujer digna de admiración. La pena es que aquí se pongan tantas trabas y tanto miramiento para poder adoptar niños. Si no fuera por eso, Mara ya estaría acompañada.

Modestino dijo...

Aquí, en la "ficción", no cuesta mucho ser positivo, Nati. En cuanto a las dificultades para adoptar niños es llamativo, incluso que haya que ir al extranjero para poder hacerlo.

Brunetti dijo...

Fíjate lo que dice el diccionario de la RAE respecto del término "filántropo": "Persona que se distingue por el amor a sus semejantes y por sus obras en bien de la comunidad".

Quiero decir con ello que "filántropo" tiene un sentido muy positivo (no puede tenerlo más) y, al mismo tiempo, muy similar a "generoso". Diría que son casi sinónimos.

En cuanto a las dificultades para adoptar niños, creo que podría escribir un pequeño tratado, si me permites la arrogancia. Pero aburriría al personal, y no es plan. No obstante, en este tema, quien la persigue la consigue, aunque sea dejándose parte de la salud en el intento.

Otro lunes que ha sido vencido y derrotado, querido amigo.

Modestino dijo...

Es evidente que, como dices, la filantropía es algo bueno, pero hay quien trata de reducir méritos a la filantropía si no va aparejada de otros matices, sean estos políticos, religiosos, revolucionarios, ...

En concreto yo hablaba de un compañero de colegio que al hablar de la Baker dijo lo de "filántropa" con deje despectivo, como si la acusara de adoptar niños para tranquilizar su conciencia, lo que me parece más bien ruin, por parte de aquél.