Ya he contado en otras ocasiones que el boxeo era considerado un deporte "normal" cuando yo era un niño; son cosas de la vida y por entonces se tenía asimilado que dos tíos dándose de tortas no tenía nada de perjudicial: afortunadamente la cosa cambió y hoy semejante espectáculo es considerado no apto para menores. Recuerdo perfectamente como seguimos, en la tele de casa y en los comentarios del cole, el combate entre José Legrá y Johny Famechon que hizo perder al hispano-cubano el cetro mundial de los plumas, los enfrentamientos entre Pedro Carrasco y Mando Ramos por el de los ligeros o la aparición de "Urtaín" como fenómeno de masas de su época. Por eso me acuerdo como si fuera hoy del enfrentamiento celebrado en marzo de 1971 entre Cassius Clay y Joe Frazier; Clay regresaba a los cuadriláteros tras haber sido en su día desposeido del título Mundial de los pesos pesados al negarse a ir a la guerra del Vietnam y pasar varios años en el ostracismo, mientras "Smokin" Frazier era el vigente campeón mundial y ponía en juego su título en lo que entonces era "Olimpo" del boxeo mundial, el Madison Square Garden de Nueva York. Clay no había perdido nunca y ese día cayó ante un hombre de mucha menos envergadura física que él, pero que peleaba hasta la extenuación: Clay, que pasó a llamarse Muhammad Ali, era un estilista, mientras Frazier se mostraba como un auténtico fajador.
Han pasado cuarenta años desde entonces y el lunes 7 de noviembre Frazier fallecía en Filadelfia a los 67 años víctima de un cáncer de hígado, el mes pasado su asesor personal Leslie Wolff había anunciado que el ex-boxeador sufría un cáncer incurable y desde entonces se hallaba internado en un centro para enfermos terminales de Filadelfia; Wolff fue emotivo: «Agradecemos todas las oraciones. Todos están rezando por él. Vamos a cruzar los dedos y esperar un milagro» y aunque ese milagro no se ha producido, seguro que las oraciones han ayudado a Joe Frazier a morir en paz con Dios.
La vida de Frazier es un calco de la de tantos boxeadores, un hombre salido de abajo que terminó volviendo a la miseria: en la década de los 2000 vivía en una diminuta habitación encima de un gimnasio en Filadelfia, donde entrenaba a boxeadores de bajo nivel. Es la eterna historia de tantos y tantos boxeadores que no asumieron ni la fama ni el ambiente corrupto que suele acompañar al mundo del boxeo: George Fóreman, Carlos Monzón, Oscar "Ringo" Bonavena, Mike Tyson, ... todos llevaron historias estremecedoras sobre sus hombros.
El citado combate entre Clay y Frazier supuso un ingreso de 2,5 millones de dólares para cada púgil y causó tanta expectación que el mismísimo Frank Sinatra se hallaba al lado del ring haciendo fotografías. Frazier combatió dos veces más con Clay/Alí, aunque en estas ocasiones la suerte no le fue propicia: perdió a los puntos en 1974, tras haber perdido antes el cetro mundial frente a Fóreman, mientras que el 1 de octubre de 1975 en Manila, cuando Clay ya había arrebatado el título a Foreman y con éste en juego, Frazier perdió por KOT en el asalto 14º tras una pelea feroz en la que ambos sudaron la gota gorda y se repartieron "estopa" de lo lindo; al final el mánager de Frazier tiró la toalla a pesar de que éste quería seguir peleando, mientras Clay escuchaba agotado en su rincón el anuncio de su triunfo.
Entre Alí y Frazier hubo una rivalidad tremenda y el primero profería continuos desprecios al segundo, al que acusaba de ser un "gorila" y un "Uncle Tom" -negro servil con los blancos-. Con el tiempo uno y otro limaron asperezas y se demostró que se respetaban como grandes boxeadores que eran. El tiempo convierte en recuerdo a quienes fueron los "grandes" de una época y cuando éstos nos dejan comienzan a ser leyenda.
Han pasado cuarenta años desde entonces y el lunes 7 de noviembre Frazier fallecía en Filadelfia a los 67 años víctima de un cáncer de hígado, el mes pasado su asesor personal Leslie Wolff había anunciado que el ex-boxeador sufría un cáncer incurable y desde entonces se hallaba internado en un centro para enfermos terminales de Filadelfia; Wolff fue emotivo: «Agradecemos todas las oraciones. Todos están rezando por él. Vamos a cruzar los dedos y esperar un milagro» y aunque ese milagro no se ha producido, seguro que las oraciones han ayudado a Joe Frazier a morir en paz con Dios.
La vida de Frazier es un calco de la de tantos boxeadores, un hombre salido de abajo que terminó volviendo a la miseria: en la década de los 2000 vivía en una diminuta habitación encima de un gimnasio en Filadelfia, donde entrenaba a boxeadores de bajo nivel. Es la eterna historia de tantos y tantos boxeadores que no asumieron ni la fama ni el ambiente corrupto que suele acompañar al mundo del boxeo: George Fóreman, Carlos Monzón, Oscar "Ringo" Bonavena, Mike Tyson, ... todos llevaron historias estremecedoras sobre sus hombros.
El citado combate entre Clay y Frazier supuso un ingreso de 2,5 millones de dólares para cada púgil y causó tanta expectación que el mismísimo Frank Sinatra se hallaba al lado del ring haciendo fotografías. Frazier combatió dos veces más con Clay/Alí, aunque en estas ocasiones la suerte no le fue propicia: perdió a los puntos en 1974, tras haber perdido antes el cetro mundial frente a Fóreman, mientras que el 1 de octubre de 1975 en Manila, cuando Clay ya había arrebatado el título a Foreman y con éste en juego, Frazier perdió por KOT en el asalto 14º tras una pelea feroz en la que ambos sudaron la gota gorda y se repartieron "estopa" de lo lindo; al final el mánager de Frazier tiró la toalla a pesar de que éste quería seguir peleando, mientras Clay escuchaba agotado en su rincón el anuncio de su triunfo.
Entre Alí y Frazier hubo una rivalidad tremenda y el primero profería continuos desprecios al segundo, al que acusaba de ser un "gorila" y un "Uncle Tom" -negro servil con los blancos-. Con el tiempo uno y otro limaron asperezas y se demostró que se respetaban como grandes boxeadores que eran. El tiempo convierte en recuerdo a quienes fueron los "grandes" de una época y cuando éstos nos dejan comienzan a ser leyenda.
6 comentarios:
Recuerdo aquellas sesiones televisivas de boxeo, apretándome un bocata de chorizo, mientras mi padre y sus amigos animaban a los púgiles con gran pasión y animosidad extrema.
Supongo que si lo hiciera ahora con mis hijos, tendría que llevarlos al psicólogo de urgencia, para que superaran el trauma.
A mí me sirvió para aprender que algunas veces, un buen puñetazo no es más que parte de la vida.
Sin traumas.
Yo creo que traumas ninguno, cada época tiene sus cosas. también si a nosotros nos hubieran enseñado determinados juegos de ordenador nos hubieran tenido que atender psicológicamente ;).
Mi padre siempre se quedaba a ver los combates de boxeo en la tele los sábados por la noche y eso servía para que supiera a que hora llegaba su "pequeña" a casa. Bonitos recuerdos Modestino.
:) ... es que los padres ya no saben que hacer para controlar los horarios adolescentes ....
Es la representación de la difícil integración de los negros en la sociedad norteamericana.
Fue la época del "black power", con los incidentes que protagonizaron diversos atletas de color al recibir las medallas en las pruebas de atletismo de las Olimpiadas de México y Munich.
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