2 de abril de 2011

Lo que inspira el anís

No se porqué, pero tengo la impresión que una copa de anís es algo que suena a caduco, a tiempos pasados, a épocas pretéritas. Uno piensa en una botella como la que aparece a la izquierda, con ese mono que dicen que está inspirado en Darwin y a mi me recuerda a Rubalcaba, y automáticamente se retroatrae al mundo de nuestros abuelos, a señoras elegantes, entradas en años y con aspecto de "puretas" tomándose una copita mientras hablan de las últimas películas de Clark Gable, juegan a la brisca -¡que conste que no se exactamente en que consiste el juego!- o ponen a caldo a las vecinas de al lado. No quiero decir con ésto que el anís sea un licor exclusivo de las féminas, pues he conocido hombres hechos y derechos que le daban al tema, bien sólo o bien mezclado con coñac, el clásico "blanco y negro". Hoy en día ya no se escucha pedir un anís, al menos en los habituales lugares donde uno va a tomarse la copa después de una comida o cena más bien extensa; o bien se recurre al chupito más bien light de melocotón, manzana verde o avellana, al orujo que "desfragmente" las entretelas o a un combinado más fuerte con gin, ron, vodka o similares. Y con la pérdida de la costumbre de recurrir al dilema coñac-anís, acabas teniendo la impresión de que algo se te está muriendo en el alma.

Dicen los expertos que el de Chinchón es el anís más genuino, de hecho en referencia al mismo uno encuentra por la red definiciones absolutamente castizas y significativas como la que habla de que es "el más singular gracias a su alta graduación y su intensidad aromática; traslúcido, presenta un penetrante aroma a matalahúga. En boca es ligeramente ardiente, con notable presencia anisada y buen cuerpo". Hace muchos años veía con frecuencia las célebres botellas con el distintivo rojo -dulce- y verde -seco-, aunque con el tiempo he averiguado que también existe la botella con "arete" morado, que distingue el Chinchón "seco-especial", un licor que ya no debe de ser para damas finas, sino para individuos con garganta de camionero. Chinchón es una localidad cercana a Madrid, y ya su sonoro nombre suena a clasicismo, a pueblo castizo, a la España más tradicional, esa que pasa de la fiesta patronal a la barra del bar, de la procesión a la juerga sin solución de continuidad.

También me viene a la cabeza el anisette "Marie Brizard", con su clásica botella que anunciaban en la tele de antaño y suena -¡vete a saber si acierto en ésto!- a licor de jóvenes de traje largo y sombrilla, a dama de principios del siglo XX, a elegancia entre rancia y superficial. La primera vez que oí hablar de la marca fue con motivo de un regalo que llegó a casa a través de una señora amiga de la familia, mi cabeza infantil retuvo el evento, me da la impresión de que ya los niños captábamos que el anís era un alcohol que tenía algo de dulce, es decir un atractivo mayor que un coñac o un whisqui, que sonaban a materia tan amarga como prohibida, por mucho que tampoco recuerde que llegara a probar el "Marie Brizard" en cuestión. Imagino que el producto seguirá en el mercado, incluso creo recordar que alguna vez he escuchado que algunos lo combinan con "Coca-cola" o "Fanta" -¡mira que los hay frikis!- pero tampoco parece que haya sobrevivido a la modernidad vigente.

Y queda el filón más sencillo, el anís "Castellana" y el de la "Asturiana", que evocan tascas de pueblo, bares de barrio, almuerzos de albañil, tertulias de jubilados, partidas de guiñote, pensiones de calles oscuras, tascas de estaciones de tren de tercera, discusiones taurinas y copas desvencijadas, productos de siempre, botellas que no esconden mensajes sino historias personales, momentos que provocan nostalgia. Y, por supuesto, el recuerdo de las tardes de domingo sujeto a la radio, al Carrusel Deportivo y programas hermanos, a los concursos de Juan de Toro, que regalaba una caja de botellas de Anís "Castellana" a quien acertaba el autor del tercer gol del Madrid o esos años en los que alguno de estos programas hacía despedirse a cada corresponsal con lo que llamaban "el consejo de siempre": "Anís de la Asturiana, su presencia siempre agrada", o aquello de "en vaso largo o en copa corta, Anís de la Asturiana, ¡qué bien se porta!. Muchos otros tipos y marcas de anís deben de haber existido -"Las cadenas", que anunciaban por la tele: en invierno son necesarias "las cadenas", "Machaquito", ...-, otros seguirán luciendo en los anaqueles de bares y restaurantes, y aún quedarán quienes incluirán su copita -la de coñac es copa, la de anís, copita- entre los caprichos que decoran el final de la comida, pero no se porqué razón, hoy he pensado que el anís es como los toros, los puros de las bodas, las vedettes del Paralelo o los circos ambulantes, algo que tiende al adiós.


12 comentarios:

La de la ventana dijo...

Magnífica reflexión, Modestino. Yo también lo he pensado a veces, la copita de anís, o la palomita suenan a años cincuenta, sesenta. A antiguo.

Modestino dijo...

Genial el concepto de "palomita", habría que desarrollarlo ;).

tomae dijo...

Recuerdo de antaño un programa de TVE, ambientado en la España rural, se llamaba Raices, y al comenzar sonaba una música con distintos instrumentos , entre ellos la botella de Anis...

Buscando, me encontrado con una "perla" de la peli absolutamente recomendada sobre la mafia de bajos fondos, (Donnie Brasco):

Anís del Mono en Hollywood

Buen finde Modestino.

que dificil la vida sin ti dijo...

¡Hola Modestino!

Divertidísimo lo del mono que se parece a Rubalcaba....
Yo no he tomado nunca anís, fíjate y aunque soy muy poco de beber alcohol lo que me gusta mucho es el "Baileys"
¡Ah1 y ¡os acordais del "agua del Carmen"?, ¡menudos lingotazos se pegaban algunas señoras muy dignas!
¡Feliz finde!

Mariapi dijo...

La botella de anís se ha quedado como objeto "vintage"...pero yo siempre tengo una en casa, para hacer un bizcocho especial...y para acompañar los villancicos en Navidad...

Modestino dijo...

Muy bueno el enlace Tomae. En cuanto al Bayleis me ha recordado un sucedido de hace muchos años en el "Sandor" de la Plaza Francesc Macia de Barcelona que da para una entrada.

Rosa Violeta dijo...

Recuerdo una vez en un restaurante de cierto postin,que el anis lo servian en una copita con el cuello ,-en vez de corto -muy largo.No se me ha olvidado nunca,le daba un aspecto mas elegante al anis.

Modestino dijo...

El concepto de vinatge también puede dar para mucho. Y una referencia a Rute, pueblo cordobés famoso por su anís.

La de la ventana dijo...

Bueno, la palomita es lo que hacen en Francia con el pastis: anis con agua. Se enturbia, y se pone blanco, de ahí lo de la paloma, imagino...

Muy poético, desde luego. Casi tanto como el "Sol y sombra"...

Modestino dijo...

Sí señor! Sol y sombra, ya sabía yo que no era blanco y negro, pero no había forma de que saliera la expresión.
En las novelas de Simenon se pasan el día entrando en un bar a tomar un pastis, que debe ser algo así, y también recuerdo el anuncio de "Ricard", un producto que no falta en los bares franceses.

veronicia dijo...

"Agua del carmen" para el mareo; !que lindas!

La de la ventana dijo...

El Pastis en Francia es como el Tinto de Verano en España. Lo más típico para el aperitivo.