5 de abril de 2010

Nostalgia de la brisa



El sábado estuve en Comarruga; nos reunimos unos amigos para pasar el día y tomar juntos una buena paella en "Casa Víctor". He de reconicer que no tenía previsto acudir, pero a última hora me animé y  la cita valió la pena. No voy a decir que Comarruga sea Acapulco, y cualquiera que, sin salir de España, conozca las Rías Gallegas, Cabo Peñas, Cudillero, Llanes, Cantabria, La Concha o la Costa del Sol tendrá motivos para plantear que la localidad tarraconense no ese encuentra en la cabecera del hit-parade marítimo español. Pero a pesar de ésto, para quien ha pasado tanto tiempo por esos lares y tiene morriña de los aires marinos, unas horas en Comarruga fueron suficientes para tocar la fibra y abrir la caja secreta de la nostalgia.

La larga caminata, de ida y vuelta, por el Paseo Marítimo de Comarruga me llevó, ineludiblemente, de regreso a los años en los que no fueron pocas las veces que pisé ese mismo suelo, algunas con recuerdos muy vivos y muy intensos. Pero, por encima de todo, pisar Comarruga me trajo la añoranza de la brisa marina, ese privilegio de vivir cerca del mar. Tuve la suerte de disfrutar un día espléndido, lo que pudo ayudar a elevar la belleza del recuerdo, pero la luminosidad del ambiente, el olor propio de la playa, la suave brisa que arrulla y templa a la vez, la cercanía de la orilla, ... trajeron sensaciones olvidadas y crearon en mi interior esa mezcla de placer, ternura y desazón que surge cuando recuerdas lo que tuviste y desearías recuperar.  Es  entonces cuando te mueves entre la tentación de quedarte y el planteamiento de regresar para siempre, aunque al final se imponga el sentido común de agradecer haber disfrutado tantos años de la compañía del mar y comprobar que, como decía William Wordsworth, "la belleza permanece en el recuerdo".

Comarruga, además, trae a mi cabeza momentos llamativos de mis años tarraconenses, días de ilusión, emociones y desasosiego, personas que dejan huella, ratos en los que hubiera deseado que se detuviera el tiempo. Hay épocas de tu vida, ¡qué más da la razón concreta!, que vives con una intensidad especial, en las que ocurren cosas que te causan sentimientos encontrados, cuando crees estar jugándotelo todo a una carta, aunque al final la propia vida te devuelve a aguas tranquilas, con más experiencia, alguna herida, y recuerdos que, aunque alguno te ponga colorado, el tiempo ha convertido en entrañables, pues los ha puesto en su sitio. Por eso agradecí a Comarruga, barrio marítimo de El Vendrell, que me ayudara a revivir el pasado.

12 comentarios:

Alberto dijo...

A mí me pasa lo mismo con Cambrils, que no será la villa costera más bonita de España ni de lejos, pero guardo tantos recuerdos de ella, desde que fuí de veraneo con toda mi familia con 5 añitos, que la tengo por la más grande y necesito acercarme por allí unos días todos los años.

Modestino dijo...

Desde el 2001 no he ido a Cambrils, pero a mí me parece de lo más bonito de la Costa Dorada, en concreto del entorno de Tarragona es lo mejor junto al Roc de San Caietá.

Mariapi dijo...

Pues por extraño que parezca, ese tipo de nostalgia me llega a mi con el cierzo...en mi querida y cada vez más lejana Zaragoza. Gracias por compartir esa vivencia.

Rosaura dijo...

Nadie como tú para describir esas sensaciones que yo también acabo de sentir en esta Semana Santa, también en la misma costa.
El Mediterraneo sin duda tiene algo que hace que siempre quieras volver, y esas sensaciones del sol sobre todo en invierno o primavera, la paella mirando al mar a la vez que sientes la brisa, es de lo mejor que puede pasarte.
Como dices tú, la suerte es haberlo tenido tanto tiempo, en cuanto a volver, Aragón te agradecería que continuaras aquí, al fín y al cabo está muy cerca y creo que valoramos más el mar
cuando no lo tenemos a diario.

ana dijo...

... pero dice la canción... que al sitio en donde fuiste feliz, no debieras regresar...

Yo no sé si es cierto o no.

Creo que pasear por donde paseó tu infancia, tu adolescencia, tu madurez, es pasar una grata tarde; dejarse llevar un ratito por los buenos recuerdos es algo placentero. E incluso recolocar los no tan buenos momentos. Pero creo aún más firmemente que la mirada lo que ha de hacer es continuar... ir a la búsqueda de todas esas playas nuevas que aún están por ser pisadas. Ir al encuentro de las miradas que están por conocerse: todo aquello que aún, nos está esperando. Avanti!!!

Lo digo... por si te ensimismas demasiado en el recuerdo.
;))

ana dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=tm4SOOQUTEg

sunsi dijo...

Sólo se me ocurre añadir que "vivir es ver volver".

Preciosa descripción de las vistas que te ofrece la mirada y la resonancia que queda en el recuerdo.

El Mediterráneo de Tarraco, Modestino. Creo no podría vivir sin contemplarlo. O igual sí. No sé...

Un saludo afectuoso desde Tarraco.

Maripaz dijo...

Los lugares guardan recuerdos y vivencias, que les hacen únicos. Estan ligados a sensaciones y personas amadas la mayoria de las veces.

Veo que has disfrutado mucho...

Modestino dijo...

A mí Mariapi, me ocurrió lo mismo durante los 24 años que viví en Cataluña, se ve que estamos condenados a la nostalgia.

Rosaura, lo de volver a Tarraco es mera y utópica tentación.

Tienes razón Ana, la nostalgia está bien como ejercicio puntual, no como planteamiento de vida.

Sunsi, el Mediterráneo, el mar d ela calma, es especial para quienes lo conocemos.

Mari Paz, tienes razón, no hay recuerdos gratos sin personas queridas.

Ah, Ana, me ha gustado la versión de Sabina de "Peces de ciudad", no la conocía pues solamente había escuchado la de Ana Belén.

veronicia dijo...

Me alegra de que disfrutases de un Domingo de Pascua así.
Nuestra tradición es dar las monas de Pascua.
En mi infancia no hubo mar, pero el viento sobre los grandes campos de trigo verde parece que forma olas como en el mar.
Pd (no hay brisa, hay cierzo o tramontana)

Modestino dijo...

Lo de la mona está generalizado en Cataluña, allí la gente se suele ir al campo a comerse la mona y los lunes de Pascua se inundan las carreteras de domingueros de lunes.

veronicia dijo...

El domingo tenemos preparada una mona para cada uno de nuestros ahijados y pasan a recogerla por casa, y el lunes a comer la mona al campo. En realidad es más que una comida campestre es divertidisima.
Esas si ha sido una fiestas para mi.