La Final de la Copa de Europa (hoy Liga de Campeones) de 1987 se disputó el 27 de mayo en el Praterstadion (Viena) y la jugaron un clásico, el Bayern de Múnich y un tradicional del fútbol europeo que nunca la había ganado, el Oporto. Los alemanes habían recorrido un camino difícil tras eliminar sucesivamente al PSV Eindhoven, Austria Viena, Anderlecht y Real Madrid, al que habían vapuleado en su casa por 4-1; los lusos, por el contrario, llegaban a la gran final tras una trayectoria más suave: Rabat Ajax de Malta, Vitkovice checo, Brodby danés y Dynamo de Kiev. El gran favorito era, sin ninguna duda, el equipo bávaro.
El Bayern de la época no tenía, pese a todo, el mejor equipo de su historia; quedaban lejos los tres títulos consecutivos de los años 70 con Franz Beckenbauer, Maier, Vogts, Breitner, Uli Hoeness, el "Torpedo" Mueller o Karl Heinz Rummenigge. Tenían los teutones a dos de los grandes jugadores germanos de la época: Lothar Matthäus, el típico futbolista "total", con una enorme fortaleza física y bien dotado técnicamente y Andreas Brehme, dotado de una zurda prodigiosa y con capacidad para jugar tanto en la defensa como en el centro del campo; ya en el ocaso de su carrera Brehme ficharía por el Zaragoza, animado por su matrimonio con una mujer de Utebo, pero no terminaría la temporada por negarse a jugar donde le pedía Víctor Fernández, harto de que el nibelungo estuviera más pendiente de irse con su Porsche a jugar al golf a la Costa Dorada que de rendir en el equipo. La otra gran figura del equipo era el portero belga Jean Marie Pfaff, uno de los mejores guardametas del mundo en esos años. El resto del equipo lo conformaban jugadores sin demasiado relieve como los defensas Norbert Eder y Han Dieter Flick y el exterior Kogl. La delantera la formaban dos jugadores con apellidos sonoros: Dieter Hoenness y Michael Rummenigge, dos arietes peleones cuya calidad estaba muy lejos de la de sus hermanos mayores, figuras indiscutibles del Bayern de años anteriores. Entrenaba al Bayern un histórico de los banquillos alemanes: Udo Lattek.
Frente a la fortaleza germana, el Oporto ofrecía un equipo al que su mister, Artur Jorge, había conjuntado de maravilla, dotado de entusiasmo y con jugadores con arte en sus botas. Las dos grandes figuras del equipo eran el argelino Rabah Madjer,que ya había tenido una brillante actuación con su selección en el Mundial de Méjico del año anterior y que tenía una técnica depurada y el portugués Paolo Futre, un jugador de una clase y una velocidad excepcionales, de esos que llevan el balón pegado al pie y capaces de hacer cosas increíbles en un terreno de juego; la temporada siguiente Futre comenzaría una tan tortuosa como brillante trayectoria en el Atlético de Madrid de Jesús Gil, mientras que Madjer ficharía algún año después por el Valencia.. En el centro del campo luso jugaban dos veteranos cuya aportación fue fundamental durante todo el campeonato: Jaime Magalhaes, que aportaba trabajo y pelea y Antonio Sousa, el cerebro del equipo, dotado de una técnica notable. En la delantera Artur Jorge contaba con dos brasileños tan hábiles como indisciplinados Walter Casagrande, que formó muchas veces con Careca la delantera de la "canarinha" y Juary, que acabaría marcando el gol del triunfo; el mister del Oporto se fiaba tan poco de la capacidad de trabajo de los cariocas que éstos comenzaron el encuentro en el banquillo. La portería la defendía el polaco Józef Młynarczyk, la defensa la componían jugadores poco conocidos (Eduardo Luis, Celso, Augusto Ignacio, ...), mientras que los centrocampistas Frasco, André y Quim completaban el once titular.
El primer tiempo fue dominado por los alemanes, quienes practicaron su fútbol tradicional de siempre: sentido práctico, lucha constante e imposición de su fortaleza física. Ludwig Kogl marcó un tanto en el minuto 24 y se llegó al descanso con ese marcador, que anunciaba muchas dificultades para una posible remontada portuguesa. Pero en el segundo tiempo la situación cambió radicalmente, Sousa y Magalhaes se apoderaron del centro del campo y Paolo Futre comenzó a llevar por la calle de la amargura a la defensa alemana; Artur Jorge decidió asumir riesgos, quitó a un medio, Quim, y metió Juary, quien tenía el día inspirado y volvió loco a su par, a la vez que Madjer se convertía en un estilete por la derecha. La segunda parte de los portugueses fue una auténtica exhibición de fútbol, unos de los mejores 45 minutos que le recuerdo a un equipo europeo. No obstante, los lusos no estaban nada inspirados cara a puerta y se llegó al último cuarto de hora con la mínima ventaja del Bayern. Fue entonces cuando apareció Madjer y en una jugada dentro del área rival quedó un balón muerto en ésta, momento en el que el argelino se sacó de la manga un taconazo eléctrico, elegante, inesperado que acabó en las redes de Pfaff. El delirio fue tremendo y no sólo Portugal, sino media Europa vibró con un gol de fantasía que hacía justicia a un fútbol de muchísimos quilates. Parecía que el tanto nos llevaba a la prórroga, pero dos minutos después, posiblemente con los germanos aún anonadados por el gol que habían encajado,Juary culminó su excelente segunda parte con un nuevo gol que daba la vuelta definitiva a la tortilla y concedía al Oporto la primera Copa de Europa de su historia.
Con todo el respeto a la historia del club muniqués y a la enorme fuerza el fútbol germano, creo que la victoria del Oporto supuso el triunfo del fútbol generoso y ofensivo sobre el calculador y físico.
9 comentarios:
Yo no sé nada de futbol, pero "generoso y ofensivo" hasta un ciego, o una ciega, :)) los entiende, por contrapunto a "calculador y físico", en el caso del futbol. Que cosa impresionante un partido de futbol con dos equipos de gran calidad, generosos y ofensivos! Es un espectaculo surreal, totalmente surreal, ese tipo de futbol. Y Dulce Pontes, nada mal. :))
Los seguidores del "mundo del balón" nos hemos habituado a un vocabulario particular, el que usan quienes por televisión o radio transmiten los partidos. Por eso nuestro lenguaje se ha acostumbrado a términos y frases que no siempre son acertadas; así se habla de "juego vertical", "centrochut", "tácticas conservadoras", "hambre de balón", el "piquito del área", "balón a media altura", "faltas tácticas",... y otras lindezas parecidas.
Sí, hay muchísimas frases hechas en este mundillo del fútbol. Daría para hacer un largo y divertido artículo.
"Ambos equipos firman el empate"; "El Real Zaragoza ha aparcado el autobús ante su meta Cedrún", frase equivalente a aquella otra mucho más tremendista según la cual "El Osasuna se ha colgado del larguero", como si el público hubiera asistido en vivo a un suicidio colectivo del equipo rojillo. O "El delantero albinegro, al notar el contacto del defensa, se ha lanzado a la piscina", como si de una competición natatoria se tratara. O aquella otra: "Al trencilla de turno le ha podido el ambiente y ha tratado de compensar en esta jugada". (A ver quién es el guapo que le traduce esta frase a un croata, por ejemplo).
De todos modos, a mí la frase que más me ha gustado siempre ha sido aquella de "El balón pasó lamiendo el poste izquierdo". Si bien la analizas, es genial. El verbo lamer apenas se utiliza: tiene mala prensa.
Por no hablar de aquella otra que inmortalizó John B. Toshack a propósito del juego desplegado en un partido por el otrora glorioso Real Madrid, si bien no suele emplearse mucho: "Parecíamos pollos sin cabeza corriendo por el campo". Desde luego, es difícil encontrar una metáfora mejor.
Sólo me falta desear, querido amigo, que este sábado el Real Zaragoh!za se desplace por "la alfombra de La Romareda" (otra frase hecha) con un poco más de criterio que los pollos de Toshack.
Salu2.
Y luego están algunas de las frases características de José María García, como aquella de "el tiempo, ese juez supremo que da y quita razones", por no hablar de aquellas denominaciones tan entrañables que empleaba para referirse a los árbitros como "chufleteros" o "soplapitos" y a los directivos como "comedores", "bebedores" y "vividores".
O en el programa "Gol a gol" de la TV3, en el que durante una larga temporada de crisis blaugrana, que a los culés les debió parecer larguísima, decían aquello de que "el Barça ha jugado muy bien pero no ha tenido suerte en llegar a la red" (todo esto en catalán, claro)
En fin, como dijo Boskov "fútbol es fútbol". Por no hablar de "el fútbol es así", que lo dijeron muchos, aunque nadie como Johan Cruyff con esa mezcla de castellano, catalán y holandés.
Pero la mejor de todas las frases es una que dijo José Antonio Camacho (aún no sé, y han pasado años, si en serio o en broma) cuando, terminado su primer partido como seleccionador nacional con una victoria, un periodista le preguntó si estaba contento por haber ganado el 100 por cien de los partidos en que había entrenado al conjunto español, a lo que Camacho contestó "pues a ver si ganamos el próximo y así será el 200 por cien".
La historia "paralela" del fútbol está sembrada de anécdotas divertidas y "chuscas", desde el comentario de Paco Gento, extremo zurdo del Madrid de las 6 Copas de Europa, cuando se le preguntó con que pierna golpeaba mejor el balón y aseguró: "me es inverosimil", hasta Adrono, un argentino que fichó el Valencia a principios de los 70 y que aseguró que su padre "era de Celta de Vigo", pasando por un tal Machado, lateral uruguayo que tras llegar a un acuerdo con el Zaragoza en el verano de 1978 rompió el contrato asegurando que querían obligarle a casarse con una española para que pudiera obtener la doble nacionalidad.
El Zaragoza tuvo a muchos paraguayos, entre otros a un tal Adolfo Soto, que al ser presentado y preguntarle sobre sus mejores virtudes como futbolista aseguró que provocaba muchos penaltis: efectivamente, el hombre no paraba de tirarse a la piscina.
Modestino, por aquí, João Pinto dijo una vez a un periodista, antes de un partido, que sólo le gustaba hacer pronósticos al final de los partidos. Pero era un gran futbolista... :)) Gracias por las explicaciones de vocabulario, es como otra lengua, y no me hubiese reído ni la mitad. La mentalidad por detrás de lo que dicen es impagable. :))
Tommy me ha devuelto a la memoria a José Mª García. ¡Qué personaje y qué mala leche se gastaba el hombre! "Atención, Las Gaunas: minuto y resultado". Y pobre del corresponsal riojano si, en lugar de decir el minuto y el marcador, se le ocurría explicar cualquier otra cosa (hacer mención a un penalty o a una expulsión, por ejemplo), porque la bronca que le chorreaba el butanito era de no te menees. Por eso casi nunca le escuchaba: soy fiel al Carrusel Deportivo desde los tiempos de Vicente Marco y Joaquín Prat, ambos muertos ya....
Ayer se me olvidó anotar aquí otra de esas frases hechas que también me encanta, quizá por el romanticismo que destila: "El esférico ha besado las mallas". Besar. Esa es, sin duda, la expresión más hermosa que puede oírse de un comentarista, siempre que lo sea referido a tu equipo, por supuesto.
José María García, efectivamente, percutía a los distintos corresponsales; recuerdo que al célebre Pipi Estrada, que hacía las entrevistas a pie de página, le llevaba por la calle de la amargura: "que lo tienes detrás tuyo, melón" ... Yo también pienso que el Carrusel Deportivo es más agil, aunque a Manolo Lama se le note tanto que es merengón.
El mítico José Angel de la Casa tenía frases hechas, como la de "siempre con el 0-0". Mientras que José Félix Pons, de TVE-Cataluña el primer año de Johan Cruyff como jugador en España, s epasó todo un partido diciendo "ahora Cruyff está en emdio campo, ahora se acerca a la banda, ahora se resiente del tobillo..." fue muy criticado.
Fueron históricas las retransmisiones de Ramón Díez, que hacía maravillas con muy pocos medios en la época del blanco y negro; en ese tiempo los partidos los retransmitía Matías Prats padre,que te podía acabar hablando d ela vida y milagros del tío abuelo de Arieta o de los distintos equipos donde había jugado Veloso; la alternativa era Miguel Ors, con un tufillo madridista notorio.
Un fin de semana con fútbol te trae nuevos conceptos sorprendentes: ¿qué es una pelota dividida?; ¿y un balón largo, o al hueco, o en profundidad? .... y ya no digamos cuando un jugador se dedica a "caracolear" al borde del área.
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